(4ª parte)
Mi última semana en el medio oeste vuelve a trascurrir en Ames, con varias jornadas completas de trabajo en la facultad de veterinaria de la ISU, uno de los campus más grandes de EEUU y con todos los típicos ingredientes de las universidades americanas, incluidas las casas de las fraternidades, el paseo de la fama que homenajea a sus alumnos más célebres (varios premios Novel, un astronauta, algún medallista olímpico…) y con la presencia de “Cy The Cardinal”, la mascota del equipo de futbol americano por todas partes. Correr por el campus es una gozada, con sus enormes praderas verdes, parques llenos de vegetación y entre las impresionantes instalaciones deportivas.
Una
vez acabado mi trabajo allí, una merecida semanita de vacaciones, ya con toda
mi familia en NY. Es una pasada de ciudad con una aglomeración de rascacielos
única en el mundo. Una experiencia sencillamente espectacular, incluido un
viaje en helicóptero rodeando Manhattan. Allí pude correr nada más y nada menos
que por Central Park, auténtico templo del running americano, un lugar de culto
por el que todo corredor debería hacerlo al menos una vez en la vida, algo así
como la Meca del runner. El parque es un auténtico bosque lleno de fauna (aves,
ardillas, mapaches…) en el medio de una de las megalópolis más grandes del
mundo y en una zona en la que el metro cuadrado tiene un precio desorbitado.
Sobre
todo el fin de semana está lleno de gente que acude a hacer deporte, a correr,
hacer bici y patinar, es sorprendente que tanta gente junta practicando
diferentes deportes a la vez, a diferentes velocidades, no se originen
conflictos o accidentes.
Después
de un montón de millas recorridas, atravesar once estados y correr por un
montón de sitios nuevos, al fin ya estoy de regreso aquí, con la bonita
sensación de haber tenido una experiencia excepcional y con unas enormes ganas
de volver a correr por el carril bici del Bernesga o por el del Torio, por El
Monte San Isidro y sobre todo por Los Pinos. Cada día estoy, más convencido de
que los leoneses somos unos afortunados por vivir en una ciudad con tantos y
tan buenos lugares para correr.
Nos
vemos corriendo por sus parques y sus calles.
por Víctor Rodríguez Vega.
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