(3ª parte)
Desde Saint Louis vuelta a mi “casa” de Ames, Iowa, que tiene tantos habitantes como estudiantes (30.000 de cada) y cuyas instalaciones deportivas dejan clara la importancia que da este país a la práctica deportiva, sobre todo en el ámbito universitario. En Ames la gente es muy amable, es una ciudad muy tranquila y muy agradable para correr, donde ya tengo varios circuitos para correr. Allí me pilla el primer cambio radical de tiempo, primero con un par de tormentas bestiales y aviso de tornados y después con una bajada de 40ªC a 9ªC de máxima (y nosotros nos quejamos de León). El tema de los tornados está muy presente en la vida de los habitantes de esa parte del mundo, todos tienen claros los protocolos de actuación en caso de que se forme uno y todas las casas, oficinas, tiendas, gasolineras… tienen refugios por si acaso. A pesar de que todo está previsto, acojona bastante la posibilidad de encontrarte con uno de esos fenómenos de la naturaleza sobre todo cuando escuchas historias de tornados o al pasar por algún pueblo te comentan que uno de esos aniquiló el 80% de las casas.
Para
la siguiente etapa viajé al norte, a Saint
Paul, Minnesota, que junto con Minneapolis forman las llamadas Twin Cities, dos
bonitas ciudades a orillas del Mississippi en el estado de Minnesota, estado conocido
también como la tierra de los 10.000 lagos, en el norte del país, que hace
frontera con Canadá. Allí paso una semana y tengo la oportunidad de correr por
la orilla del rio y por una colina en la orilla opuesta desde donde se disfruta
de una preciosa vista de la ciudad. Saint Paul es una de las ciudades más frías
de EEUU y es la primera vez que corro sin un calor asfixiante en todo el viaje.
Antes
de regresar a Iowa, otro viaje relámpago me lleva al estado de South Dakota, a
uno de los lugares más bonitos de toda mi estancia, en concreto a una pequeña
ciudad, del tamaño más o menos a nuestro querido León, llamada Sioux Falls,
nombre que toma de unas cascadas que hace el Big Sioux River y que han quedado
en un parque en el medio de la ciudad. En tiempos fueron un lugar místico para
las tribus Sioux que habitaban por esos lugares antes de ser desplazados por
los colonos franceses. Sinceramente es un lugar cargado de magia y que transmite
algo diferente. Poder correr por ese paraje es una gran oportunidad y una de
las mejores experiencias de todo el viaje, regreso a Iowa lleno de energía.
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