Las tradiciones son las tradiciones, así que llegan varias citas ineludibles: Cena de Noche Buena, Comida de Navidad, las 12 uvas de Noche Vieja, fiesta…. Que no! Que es broma, bueno, eso también son tradiciones, pero aquí toca hablar de deporte jajajajaja así que cita fija en el calendario es la Carrera del Pavo de Laguna de Duero, nuestro lugar de residencia.
Domingo 23 de Diciembre. Nos levantamos y hace bastante frío, pero ¿quién dijo miedo? Vamos a buscar a Iván y volvemos a Laguna. Hemos ido con tiempo suficiente porque no puede faltar el café pre-carrera, y luego hay que cambiarse y calentar un poco motores.
Lo primero es recoger nuestros dorsales, donde ya empezamos a ver gente conocida. Y nuestra segunda tarea, como ya he comentado, es el café. El lugar elegido para nuestro desayuno no es muy afortunado: nos pedimos unos cafés y nos ponen una raspa de bizcocho para acompañar, y cuando digo una raspa es una raspa, que hasta se veía a trasluz…. Jajajajaja. Menos mal que ya habíamos cogido fuerzas en casa.
En un visto y no visto estamos vestidos con nuestras mejores galas tortuguiles, por supuesto. En este momento aparece Cavia, otro enamorado de las carreras jejeje. Tiene mala cara, un constipado le está pasando factura, pero ahí está, al pie del cañón.
Yo no vengo en mi mejor estado de forma, así que la estrategia era hacer la carrera en compañía de Aitor y éste a su vez, haciendo de guía para Iván. No es una prueba precisamente fácil para él porque, a pesar de no ser muchos kilómetros, 7 concretamente, hay que dar dos vueltas a un circuito urbano con muchos bordillos y pasos de cebra elevados, así que hay que ir muy concentrado en las indicaciones para Iván.
Tras cuatro carrerinas o quizás tres y media (para qué cansarse antes de tiempo jajajaja) y las típicas fotos nos vamos a la línea de salida donde vemos a Depa que también va a desgastar un poco.
Tras un minuto de silencio en memoria de Laura Luelmo, se da el pistoletazo de salida. Sólo llevamos unos metros de carrera y nos topamos con una caída: delante de nosotros hay tres personas rodando que tan rápido como han caído se levantan, afortunadamente sin consecuencias porque siguen dando caña.
Llevamos unos 400 metros o así e Iván ya pregunta el ritmo al que vamos. Aitor le responde que a 4.40, ligeritos sí, pero es que son los primeros metros de carrera. Iván dice que hay que bajar, que no es su ritmo y que así no va a aguantar. Al mismo tiempo Aitor me va echando la bronca y me dice que haga mi carrera, que ellos pueden ir solos sin problemas. Yo quiero ir con ellos ahí, pero insiste otras tres o cuatro veces. Ya por no estar escuchando sermones(aunque sé que lo dice por mí y por mi bien) decido ir a mi ritmo. Poco a poco me voy ajeando de ellos, aunque tampoco mucho, y durante un buen rato voy escuchando los gritos de ánimo de Aitor, así que mil gracias.
Poco a poco y curva a curva completo los primeros tres kilómetros y medio. Paso por meta y comienza la segunda ronda. Ya cada uno tiene cogida más o menos su posición, cuando de repente dos desfogadas y un poco más adelante otro muchacho pasan raudos y veloces. ¿Pero estos de donde han salido? ¿Estaban tomando el vermú y se incorporan ahora o es que se han estado echando una sienta y ahora tienen que recuperar? En fin no lo entiendo… pero evidentemente imposible seguir su ritmo. Me voy acoplando a algunos atletas, pero es como si estuviera escuchando a Aitor decirme: “No te acomodes, tira, que puedes”. Bueno pues ale, paso a uno y a por el siguiente objetivo… y así varias veces (aunque algunos también me adelantaban a mí claro). En un momento dado también le oigo a Cavia darme ánimos y más adelante a Teo y Begoña, que hoy no están corriendo. No he mirado ni una sola vez mi reloj, ¡y que a gusto he ido por Dios! Sin presión de ritmos y sin saber si iba más deprisa o más despacio, simplemente a lo que mi cuerpo podía en cada momento. Total que giro en la rotonda y estoy en la recta de meta, entrando en un buen tiempo que ya hubiera firmado antes de salir para la racha que llevo jejejeje.
Espero a que lleguen Aitor e Iván, que lo hacen poco más tarde con un tiempazo para Iván, cubriendo el recorrido con una media de 5:27. Todos muy contentos por los resultados y sobre todo por haber terminado sin lesiones.
Llega el tercer tiempo y con ello el vermú antes del típico sorteo de cheques y el pavo para la cena de Noche Buena (o para cuando se quiera claro… jejejeje). Cuando nos acercamos a la entrega de premios, ¡Sorpresa! Subo a recoger mi trofeo como primera local de mi categoría. Bueno, para ser sinceros segunda, pero los premios no son acumulativos y la ganadora de mi categoría también fue primera local general, por lo que ella se llevó el pavo y yo pillé cacho jajajaja y menos mal que ahora el pavo lo dan en bandeja y listo para cocinar, que hace años lo daban vivo (vamos, en este caso mejor ni ganarlo jajajajaja).
No tuvimos suerte en el sorteo, pero habrá que seguir intentándolo para el próximo año.
Una lástima que los organizadores no se pongan de acuerdo y hagan coincidir el mismo día dos carreras tan míticas en Valladolid como son ésta y la del turrón de Arroyo de la Encomienda.
Aitor gracias por llevar a Iván por las calles de Laguna y por tus ánimos desde la distancia.
Espero que podamos repetir durante muchos más años esta carrera. Mientras tanto sólo me queda desearos unas Felices Fiestas y un Próspero Año 2019, con mucha salud para que os podamos seguir retransmitiendo muchas más carreras.
Mónica
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