UN DÍA PARA DISFRUTAR

Había participado en la primera edición y por motivos laborales me perdí la segunda, pero todos los que participaron en ella con los que pude hablar contaban lo diferente que había sido y el gran cambio entre ambas ediciones. Para esta tercera edición se añadía el Coto Salón por lo que tenía pinta de que iba a ser un auténtico carrerón. Por eso el día 5-11-17 a las 18:00 en punto (bueno, un rato antes) ya estaba preparado delante del ordenador para inscribirme cuanto antes a la carrera, no quería perdérmela de ninguna manera.

Viendo el perfil quedaba claro que se trataba de una carrera rompepiernas con subidas cortas y bajadas cortas a excepción de la subida al Coto Salón, un poco más larga pero por dentro de un robledal y sin referencias de modo que hasta que no estás arriba y ves las trincheras no sabes cuánto te queda. Este año la meteo nos hizo un regalo en forma de nieve los días anteriores, aunque resultó ser un regalo envenenado puesto que aumentó bastante la dureza de la carrera. Eso sí, también aumentó con creces el disfrute de las bajadas y la belleza del paisaje, sobre todo en las partes altas con buenas vistas sobre la cornisa cantábrica.

Tres tortugas, Nacho, Alfredo y yo participamos en la carrera larga y otras tres en la corta, Belén, Diego y Aitor. Así que a las 8:00 y con una mañana bastante fresquita estábamos en Robles dispuestos a recoger los dorsales y tomar el tradicional té precarrera, charlar con varios corredores habituales y después reunión con el resto de tortugas, hacernos fotos de grupo y … ¡A correr!
Esta vez mi intención era hacer la carrera a mi aire, sin intentar ir con Nacho y Alfredo que están como bestias y como yo no llegaba a tope les dejé ir, pero no imaginaba lo que me iba a costar esta carrera. Por diferentes motivos estaba peor de lo esperado, tal vez porque tuve menos tiempo últimamente para correr, porque unos cuantos viajes que me cortaron el ritmo, y tal vez infravaloré la dureza de esta carrera, pero en definitiva hay días mejores y peores y para mí fue el día de apretar los dientes y tirar palante como fuese.

Efectivamente la carrera fue rompepiernas con subidas cortas y con bajadas rápidas y disfrutonas, con bastante nieve y por lo general en muy buen estado, a excepción del primer tramo de la subida a Los Mapas que estaba helada y bastante resbaladiza y de una bajadita corta en la zona de Valdesalinas en la que acertadamente pusieron una cuerda porque se encontraba en muy mal estado. Me llamó especialmente la atención el esfuerzo de la organización en hacer un recorrido espectacular abriendo muchas de las sendas de la carrera, lo bien marcado que lo tenían y el buen rollo y dedicación de los voluntarios a pesar del mal tiempo. Al llegar a la parte alta del Cueto Salón, donde los nidos de ametralladora, hasta canté con un par de ellos un par de estrofas del “Todos somos de León” en un momento con pocas fuerzas y mucha necesidad de ánimo. A partir de ahí una buena bajada, la subida a La Cruz y ya estaba todo hecho.

Cuanto más peleas un objetivo mayor es la recompensa que obtienes al conseguirlo y por eso mismo disfruté tanto llegando a las campas a las afueras de Robles. Ha sido la carrera que más me ha costado este año y la emoción del final fue máxima, incrementada sin duda al ver a Turras que estaba esperando y me acompañó en el último kilómetro. Ya en meta el enorme y ruidoso recibimiento que tuve por parte de las tortugas, las que ya habían llegado de la carrera corta, las que llegaron antes que yo de la larga y otras que habían venido a animar fue espectacular, demostrando una vez más la grandeza de este equipo y dándome una vez más motivos para sentirme orgulloso de pertenecer a él.

Victor