Puedes llamarlo reto, odisea, locura, satisfacción o todo en
conjunto!!
El caso es que después de meses de entrenos duros tal
y como nos dijo Calili, noches dándole vueltas a la cabeza, miedos y demás
demonios, jajajaja, llegó la fecha. Nos concentramos unos días antes para
planificar como se iba a plantear la carrera ya que correríamos en equipo, ósea
saldríamos y entraríamos los 4 a la vez. Una distancia de 84 kilómetros y con
un desnivel positivo de 2.207 metros y de 2190 negativos, vamos que una tirada
larga, jajajaja
Llegamos un día antes a Almería y la visión no fue bonita
que digamos, invernaderos y más invernaderos, pero en carrera todo cambió, como
veremos más adelante. El caso es que fuimos a recoger los dorsales y yo, todo
enterito, ya era un matojo de nervios. En la bolsa de corredor tenemos:
· Una camiseta, que personalmente pienso que parece más una indumentaria de portero de balonmano que de un trail runner, jajajaja, (gracias a lo cual nos echamos unas risas), luego nos dieron
· Unos guapísimos manguitos blancos con el perfil de la carrera
· Una braga de cuello chulísima
· Y un brik de salmorejo que uno de estos días seguro que cae en nuestros estómagos, jajajaja.
Suena el despertador muy pronto, como en todas las carreras, jajajaja (un día me lo
llevo para que sepa lo mal que sienta levantarse tan pronto para correr… no
tiene vergüenza, jajajaja)
A las 6:30 de la mañana ya estamos en Agua Amarga para salir a eso de las 7:00. Todos preparados (Calili, Diego y yo) y David que no llega. Quehaceres de última hora… Casi en el tiempo de descuento se presenta, y nos da tiempo a una rápida foto jejejejeje. Nos ponemos en marcha y comenzamos, como no podía ser de otra manera, subiendo y con los frontales puestos. Según nuestras Tortugas animadoras era espectacular ver por el perfil de la montaña montones de luces en fila india. Nosotros lo vivimos en el momento pero la verdad es que tampoco se podía quitar la vista del suelo y menos siendo de noche. Salimos muy atrás y empezamos poco a poco. Yo en los primeros metros fui muy suave y adelante pero quedaba mucho y mi cabeza me lo recordaba cada dos por tres… Continuamente se oían voces: “¿Tortus estáis?” y pronto llegaba la respuesta: “SI”, pues ale, a seguir. El sol iba haciendo acto de presencia, y ya estorbaban los manguitos, las bragas, el frontal y demás… Las vistas ya eran preciosas y lo que quedaba todavía, ufffff.
Primeras subidas y bajadas hasta el primer avituallamiento llamado Las Negras, kilómetros 12. David y Diego van por delante y Calili y yo un poco más atrás. En eso que le digo que tire que voy al “baño”, jajajaja. Cuando le cojo noto que he perdido un buff que me lo dejó Mónica y encima era nuevo y a estrenar, pero no iba a volver hacia atrás para buscarlo, no, no, no!! Perdonaaaaaa Moni.
Diego tenía el rol de “médico”, ósea que nos daría el toque a la hora de las sales, los geles, las pastillas… vamos ¡una locura! Así que, al menos para mí, menos mal que me lo recordaba, jajajaja.
Llegamos al segundo avituallamiento. Cogimos agua y poco más y en el momento de continuar con la carrera las chicas nos dijeron que íbamos 2 por equipos. Vaya subidón para mí, pero no quise decir nada porque seguro que nos calentaríamos, aunque finalmente no fue así y la cosa transcurrió como lo habíamos planeado casi casi… Vimos a varios corredores con sandalias minimalistas… ¡Que pasada! Yo no podría…
Seguimos unos kilómetros y entonces la cosa ya se me venía torciendo. Sobre el kilómetro 19 empecé a notar que los psoas me daban guerra y mira que quedaba muuuuucho. Mis compis empezaron a mimarme, tómate esto, haz esto otro, etc. etc. Lo veía un poco chungo pero hay que tirar de sufrimiento que para eso he estado casi tres meses entrenando. Siempre por detrás y con dolores que se iban soportando pero que también se trasladaban a las caderas por el mal apoyo, se acercaba otro avituallamiento, la Isleta del Moro, kilómetro 41. Aquí ya veníamos arrastrando un calor terrible. El sol nos daba de pleno y tocó una bajada que no fue nada buena en mi caso y eso que fue todo corriendo y sin descansar, pero ya iba sin piernas. Sólo pensaba en que no podía dejar que se me escaparan Calili y Diego que les tenía a mi lado. Tocaba cambio de todo: camiseta, mallas, calcetines, playeras, etc. Un poco de descanso, beber y refrigerarnos. Tuvimos a David de adelantado, ósea que iba un poco más rápido al acercarse el avituallamiento para rellenarlos de agua y tardar lo menos posible. Intentamos que el cambio fuera rápido y lo hicimos en el tiempo estipulado. Yo tenía muchísimo calor y el cambio era para ir secos, pero así, a lo tonto, me veo echándome por todo el cuerpo unos cuantos bidones de agua fría. Las chicas nos dan unos ánimos increíbles. Mi cabeza ya estaba hecha un lío: ¿sigo? ¿me quedo? ¡puñeteros dolores que se me subieron a las lumbares! Suerte de bastones si no hubiera llegado como Doña Rogelia, jajajaja, aunque ahí no quedarían mis penurias…
El camino y las vistas eran preciosas. Íbamos disfrutando, pero también teníamos en mente el primer corte que era en el kilómetro 52, en San José. Finalmente lo pasamos de sobra, tanto fue que nos dimos el lujo de nada más cruzar el control tomarnos sendas cervezas con las que nos estaban esperando Luci, Laura, Graciela y Moni. En ese momento la envidia de todo corredor jajajajaja. Gracias chicas. Calili fue el visionario, ya que algún kilómetro atrás y viendo el mar, me dice que lo que más le gustaría en ese momento sería un bañito y una cervecita fríaaa, oleeeeee. David y Diego, llegaron un poco antes. Están como unos máquinas y nosotros como unos mortales jajajaja pero seguíamos resistiendo y arrastrando dolores. En mi mente ya era recortar distancia. En este punto ya habíamos pasamos el máximo desnivel. Nos quedaba alguna subida más pero, en teoría, más llevaderas, sin embargo no podíamos dormirnos en los laureles ya que todavía nos quedaba un corte por pasar y las piernas ya venían de goma en el caso de Calili y mío. Una vez repuestas las fuerzas con algo de pasta y plátanos, seguimos nuestro camino.
· Una camiseta, que personalmente pienso que parece más una indumentaria de portero de balonmano que de un trail runner, jajajaja, (gracias a lo cual nos echamos unas risas), luego nos dieron
· Unos guapísimos manguitos blancos con el perfil de la carrera
· Una braga de cuello chulísima
· Y un brik de salmorejo que uno de estos días seguro que cae en nuestros estómagos, jajajaja.
A las 6:30 de la mañana ya estamos en Agua Amarga para salir a eso de las 7:00. Todos preparados (Calili, Diego y yo) y David que no llega. Quehaceres de última hora… Casi en el tiempo de descuento se presenta, y nos da tiempo a una rápida foto jejejejeje. Nos ponemos en marcha y comenzamos, como no podía ser de otra manera, subiendo y con los frontales puestos. Según nuestras Tortugas animadoras era espectacular ver por el perfil de la montaña montones de luces en fila india. Nosotros lo vivimos en el momento pero la verdad es que tampoco se podía quitar la vista del suelo y menos siendo de noche. Salimos muy atrás y empezamos poco a poco. Yo en los primeros metros fui muy suave y adelante pero quedaba mucho y mi cabeza me lo recordaba cada dos por tres… Continuamente se oían voces: “¿Tortus estáis?” y pronto llegaba la respuesta: “SI”, pues ale, a seguir. El sol iba haciendo acto de presencia, y ya estorbaban los manguitos, las bragas, el frontal y demás… Las vistas ya eran preciosas y lo que quedaba todavía, ufffff.
Primeras subidas y bajadas hasta el primer avituallamiento llamado Las Negras, kilómetros 12. David y Diego van por delante y Calili y yo un poco más atrás. En eso que le digo que tire que voy al “baño”, jajajaja. Cuando le cojo noto que he perdido un buff que me lo dejó Mónica y encima era nuevo y a estrenar, pero no iba a volver hacia atrás para buscarlo, no, no, no!! Perdonaaaaaa Moni.
Diego tenía el rol de “médico”, ósea que nos daría el toque a la hora de las sales, los geles, las pastillas… vamos ¡una locura! Así que, al menos para mí, menos mal que me lo recordaba, jajajaja.
Llegamos al segundo avituallamiento. Cogimos agua y poco más y en el momento de continuar con la carrera las chicas nos dijeron que íbamos 2 por equipos. Vaya subidón para mí, pero no quise decir nada porque seguro que nos calentaríamos, aunque finalmente no fue así y la cosa transcurrió como lo habíamos planeado casi casi… Vimos a varios corredores con sandalias minimalistas… ¡Que pasada! Yo no podría…
Seguimos unos kilómetros y entonces la cosa ya se me venía torciendo. Sobre el kilómetro 19 empecé a notar que los psoas me daban guerra y mira que quedaba muuuuucho. Mis compis empezaron a mimarme, tómate esto, haz esto otro, etc. etc. Lo veía un poco chungo pero hay que tirar de sufrimiento que para eso he estado casi tres meses entrenando. Siempre por detrás y con dolores que se iban soportando pero que también se trasladaban a las caderas por el mal apoyo, se acercaba otro avituallamiento, la Isleta del Moro, kilómetro 41. Aquí ya veníamos arrastrando un calor terrible. El sol nos daba de pleno y tocó una bajada que no fue nada buena en mi caso y eso que fue todo corriendo y sin descansar, pero ya iba sin piernas. Sólo pensaba en que no podía dejar que se me escaparan Calili y Diego que les tenía a mi lado. Tocaba cambio de todo: camiseta, mallas, calcetines, playeras, etc. Un poco de descanso, beber y refrigerarnos. Tuvimos a David de adelantado, ósea que iba un poco más rápido al acercarse el avituallamiento para rellenarlos de agua y tardar lo menos posible. Intentamos que el cambio fuera rápido y lo hicimos en el tiempo estipulado. Yo tenía muchísimo calor y el cambio era para ir secos, pero así, a lo tonto, me veo echándome por todo el cuerpo unos cuantos bidones de agua fría. Las chicas nos dan unos ánimos increíbles. Mi cabeza ya estaba hecha un lío: ¿sigo? ¿me quedo? ¡puñeteros dolores que se me subieron a las lumbares! Suerte de bastones si no hubiera llegado como Doña Rogelia, jajajaja, aunque ahí no quedarían mis penurias…
El camino y las vistas eran preciosas. Íbamos disfrutando, pero también teníamos en mente el primer corte que era en el kilómetro 52, en San José. Finalmente lo pasamos de sobra, tanto fue que nos dimos el lujo de nada más cruzar el control tomarnos sendas cervezas con las que nos estaban esperando Luci, Laura, Graciela y Moni. En ese momento la envidia de todo corredor jajajajaja. Gracias chicas. Calili fue el visionario, ya que algún kilómetro atrás y viendo el mar, me dice que lo que más le gustaría en ese momento sería un bañito y una cervecita fríaaa, oleeeeee. David y Diego, llegaron un poco antes. Están como unos máquinas y nosotros como unos mortales jajajaja pero seguíamos resistiendo y arrastrando dolores. En mi mente ya era recortar distancia. En este punto ya habíamos pasamos el máximo desnivel. Nos quedaba alguna subida más pero, en teoría, más llevaderas, sin embargo no podíamos dormirnos en los laureles ya que todavía nos quedaba un corte por pasar y las piernas ya venían de goma en el caso de Calili y mío. Una vez repuestas las fuerzas con algo de pasta y plátanos, seguimos nuestro camino.
Agradecer de mil amores a mi compi Calili por esas historias
de buceo, meros y piratas que me tuvo la mente ocupada en otros lugares
maravillosos. También vimos la playa donde Bisbal grabó el vídeo de su mítica
“Ave María”.
Tocaba la subida hasta el aula del mar, kilómetros 65 y casi toda, Calili y yo, la
hicimos andando, ya que yo iba bastante tocado con los cuádriceps, psoas,
lumbares, vamos que era casi casi como un zombi, aunque ver el mar y saber que poco
a poco recortábamos distancia me iba animando.
Llegamos arriba del todo y fue impresionante ver el Cabo de Gata que tantas y tantas veces estudié en el colegio y nunca vi hasta ese día. Tocaba bajada. Las piernas y el cuerpo no respondían, e incluso me pedían ir andando, pero nos dejábamos caer y más viendo a nuestras animadoras dando gritos, jajajaja. Es emocionante saber que te están esperando para darte un beso y unos abrazos y que tú los deseas con ansias para no decaer en la tentación de abandonar (como en más de una ocasión nos pasaría por nuestras cabezas, por lo menos en la mía, ufffff). Casi casi lo teníamos en nuestras manos. Quedaba una subida por carretera disfrutando del Faro de Gata sus preciosas aguas y los últimos y tortuosos 17 kilómetros llanos a la orilla del mar y con el tiempo a nuestro favor para entrar en el último corte que sería en el pueblo de Cabo de Gata, kilometro 73. De nuevo necesitamos los frontales y los manguitos para terminar, porque la temperatura cae bastante al meterse el sol. Avituallamiento tranquilo: nos quitamos calcetines y ponemos compeed en las ampollas de los pies de Calili. Yo estoy así así con los míos y sin embargo vemos que los que están como máquinas son David y Diego. Nos sorprende lo bien que están. Comemos unos sándwiches y justo cuando íbamos a poner rumbo a Toyo-Retamar, (nuestra meta) pego un alarido de dolor al casi subírseme el gemelo, jajajaja. Tan grande fue que vino gente para interesarse por si me había pasado algo, jajajaja, muchas gracias chic@s. Aproveché y me echaron réflex en las dos piernas.
Salimos por el pueblo y emociona recordar cómo la gente nos aplaudía. Nos decía que éramos unos valientes y demás, ufffff, se ponen los pelos de punta sólo con recordarlo. Poco a poco se va metiendo el sol y toca poner los frontales. Vamos andando ya que nuestros pies no nos obedecen. Diego y David poco a poco se van de nuestra vista, por una parte por ser de noche y por otra por cómo van de rápidos ¡incluso corriendo! Nosotros a lo nuestro que con aguantar los dolores ya es bastante, así que vamos charlando. A esto que nos toca volver a parar en la oscuridad y en este caso los dos nos tenemos que poner compeed en los pies ya que tenemos unas ampollas grandes que nos hacen ver las estrellas cada vez que pisamos, pero ya vemos las luces del polideportivo donde terminaremos nuestra aventura. En esto que nos damos cuenta que ya hace horas que no tomamos ni geles, ni pastillas, ni sales ni “naa”, jajajaja. Solo queremos terminar y cenar que ya nos va entrando hambre. Ya entrando en el asfalto de la urbanización del Toyo, Calili ve una pizzería y decidimos que una vez duchados, iríamos ahí a cenar, jajajaja… y así fue.
Llegamos arriba del todo y fue impresionante ver el Cabo de Gata que tantas y tantas veces estudié en el colegio y nunca vi hasta ese día. Tocaba bajada. Las piernas y el cuerpo no respondían, e incluso me pedían ir andando, pero nos dejábamos caer y más viendo a nuestras animadoras dando gritos, jajajaja. Es emocionante saber que te están esperando para darte un beso y unos abrazos y que tú los deseas con ansias para no decaer en la tentación de abandonar (como en más de una ocasión nos pasaría por nuestras cabezas, por lo menos en la mía, ufffff). Casi casi lo teníamos en nuestras manos. Quedaba una subida por carretera disfrutando del Faro de Gata sus preciosas aguas y los últimos y tortuosos 17 kilómetros llanos a la orilla del mar y con el tiempo a nuestro favor para entrar en el último corte que sería en el pueblo de Cabo de Gata, kilometro 73. De nuevo necesitamos los frontales y los manguitos para terminar, porque la temperatura cae bastante al meterse el sol. Avituallamiento tranquilo: nos quitamos calcetines y ponemos compeed en las ampollas de los pies de Calili. Yo estoy así así con los míos y sin embargo vemos que los que están como máquinas son David y Diego. Nos sorprende lo bien que están. Comemos unos sándwiches y justo cuando íbamos a poner rumbo a Toyo-Retamar, (nuestra meta) pego un alarido de dolor al casi subírseme el gemelo, jajajaja. Tan grande fue que vino gente para interesarse por si me había pasado algo, jajajaja, muchas gracias chic@s. Aproveché y me echaron réflex en las dos piernas.
Salimos por el pueblo y emociona recordar cómo la gente nos aplaudía. Nos decía que éramos unos valientes y demás, ufffff, se ponen los pelos de punta sólo con recordarlo. Poco a poco se va metiendo el sol y toca poner los frontales. Vamos andando ya que nuestros pies no nos obedecen. Diego y David poco a poco se van de nuestra vista, por una parte por ser de noche y por otra por cómo van de rápidos ¡incluso corriendo! Nosotros a lo nuestro que con aguantar los dolores ya es bastante, así que vamos charlando. A esto que nos toca volver a parar en la oscuridad y en este caso los dos nos tenemos que poner compeed en los pies ya que tenemos unas ampollas grandes que nos hacen ver las estrellas cada vez que pisamos, pero ya vemos las luces del polideportivo donde terminaremos nuestra aventura. En esto que nos damos cuenta que ya hace horas que no tomamos ni geles, ni pastillas, ni sales ni “naa”, jajajaja. Solo queremos terminar y cenar que ya nos va entrando hambre. Ya entrando en el asfalto de la urbanización del Toyo, Calili ve una pizzería y decidimos que una vez duchados, iríamos ahí a cenar, jajajaja… y así fue.
Nos quedan 2 kilómetros cuando vemos a Luci que viene a
nuestro encuentro, uffff, eso ya quiere decir que estamos cerca de cerca,
jajajaja. Al dar la esquina ya encontramos el polideportivo y esperándonos
fuera están David y Diego y así poder entrar los cuatro como equipo aunque se
hayan adelantado un poco ellos.
Nunca olvidaré la sensación de ver la puerta de llegada a lo lejos con las Tortugas
animándonos y mis compis al lado mío. Yo estoy destrozado de cuerpo entero pero
con una gran emoción que hace que se me salten las lágrimas al abrazar a Mónica
que ha estado en todo momento conmigo, GRACIAS CHURRI!! Hacemos una entrada triunfal, como grandes,
disfrutando de nuestro momento y sabiendo que el reto ha terminado en 13 horas
y 27 minutos. Para mí un logro. Sin duda merecidísima medalla y diploma de finisher
merecidísima.
Gran recompensa con esos abrazos de nuestra gente querida que tanto en Almería como desde la distancia nos han seguido. GRACIAS.
Gran recompensa con esos abrazos de nuestra gente querida que tanto en Almería como desde la distancia nos han seguido. GRACIAS.
Cuando salgo de la ducha las chicas me dicen que tenemos
pódium, TOMAAAAAAA!! Segundos clasificados por equipos. ¡Qué pasada! Después de
sufrir tanto, tenemos una recompensa extra, (no podía ser de otra manera,
jajajaja).
Resumiendo: psoas, caderas, cuádriceps, gemelos, lumbares y dorsales tocados. Ampollas en los dos pies y pérdida de alguna uña. ¿un mal día? … Tendré que pensar muchas cosas.
Resumiendo: psoas, caderas, cuádriceps, gemelos, lumbares y dorsales tocados. Ampollas en los dos pies y pérdida de alguna uña. ¿un mal día? … Tendré que pensar muchas cosas.
Para terminar quiero dar las gracias a mi equipo de carrera,
Calili, Diego y David, a las brutales animadoras que recordaran todos los
corredores por los bocinazos de ánimo y de la ayuda que dieron. SOIS ÚNICAS. ¡¡GRACIAS!!
A tod@s los amigos de las Tortugas Trail León que nos han seguido y nos han
dado ánimo. GRACIAS.
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