¡¡Vale!! Esa fue la respuesta de mi cuñado Iván a la pregunta ¿te apetece correr un duatlón
BTT conmigo de guía? Así que ya estaba la cosa liada, jajajaja. En este caso se libró Mónica ya que la dije a ella de correr los dos juntos pero cada uno en su bici y estaba indecisa de correr,
pero al comentárselo a su hermano, ella decidió hacer de animadora y fotógrafa… ¡¡GRACIAS!!
¿Qué decir de Iván además de que es mi cuñado preferido? puffffff, pues que es un gran tío:
le gusta hacer todo lo que puede y lo que no puede, TAMBIÉN. Os diré que le encanta la
montaña, la bici, correr, toda clase de deportes, de hecho ya hemos subido picos de más de
3000 metros, hemos corrido medias maratones, crosses, él también ha participado en
campeonatos de España en bici de carretera, etc. etc. Es incansable, así que como no le voy a
decir de hacer el duatlón, jajajaja. Y aquí viene la peculiaridad de él, es invidente, pero es un
máquina, eso sí, hay que saberle llevar en su fuerte carácter, ese que el domingo volví a notar
en el tramo de la bici, jajajajaja.
Los días previos los nervios rebosaban dentro de mí, quería que todo saliera bien, sobre todo
sin percances. Aunque parece que a Iván no le atacaban los nervios, el domingo vimos que sí,
que estaba de nervios hasta las orejas, jajajaja, ¡menuda respiración que me llevaba! y eso que
solo estábamos calentando.
Nos tocó hacer todo el despliegue para poder llevar el tándem de montaña metido en el
coche: quitar dos asientos, mover otro y ponerlo en posición horizontal, colocar la bici, y dejar
el asiento del conductor para Mónica y otro para mi suegra. Iván y yo tendríamos que ir en la
moto hasta el pinar de Antequera, donde se disputaría la prueba.
Día muy bueno y con sol. La prueba consistía en 4 kilómetros corriendo en un circuito de dos
vueltas, hacer la transición, bici con 16 kilómetros también en otras dos vueltas, transición y
terminar corriendo una vuelta de dos kilómetros.
Ya en el pinar sacamos el tándem, y nos cambiamos. Llegan las primeras ojeadas y palabras de
asombro, ya que no es algo que se vea muy habitualmente. Quizás en el de carretera algo más,
pero en montaña no. Cogemos las zapas, los cascos y los dorsales, y vamos en busca del cajón
en el que tenemos que dejar todo colocado para la transición. Una vez visto, entre los dos
ultimamos detalles de cómo bajarnos, cómo colocarnos, cómo utilizar palabras clave, etc...
Decir que para la carrera solemos hacerlo con una cinta de la mano, y cada uno agarrado a un
extremo de la misma. Además entre nosotros marcamos la diferencia, ya que yo voy
hablándole mucho e indicándole todo lo que nos vamos encontrando en el terreno por donde
él va a pisar y siempre adelantándome unos segundos para que él lo pueda asumir (huecos,
roderas, piedras…), también le pego tirones para que se junte a mí o se aleje, según nos
podamos ir encontrado obstáculos que se salven con esos pequeños movimientos, al igual que
tengo que marcarle los cambios de dirección. Soy sus ojos y tiene que confiar en mí aunque en
ocasiones nos cueste alguna caída, algún tropezón y algún que otro disgustillo.
Ya en la línea de salida veo que hay mucho galgo suelto y mogollón de gente, pero nosotros
nos colocamos en un lateral y de la mitad hacia adelante. No queremos salir de los últimos y
quedarnos atrás, pero también soy consciente de que entorpeceremos el paso de los demás corredores, así que hay que buscar un término medio. Se da el pistoletazo de salida y piano piano empezamos a correr.
El primer kilómetro lo hacemos a 5:06, claro que es muy pasado
para mí, así que para mi cuñado, más todavía. Bajamos el ritmo y nos encontramos la primera
zona de bolardos o piedras en mitad del camino. La salvamos muy bien. Ahora toca coger
ritmo y notamos como la gente nos va pasando pero no nos importa, venimos a disfrutar y a
terminarla. La respiración de Iván de acelera en toda la primera vuelta, pido tranquilidad y le
veo muy nervioso, piedra, tocón, montículo, arena, giro a izquierda, bajada, subida y volvemos
a pasar por la zona de piedras, eso en la primera vuelta. Mónica y su madre (Pili) nos animan
desde muy muy lejos pero las oímos. La gente se da cuenta que competimos como pareja y
aplauden y animan más todavía. Sólo de recordarlo se me ponen los pelos de punta, ufffffff.
Completamos la segunda vuelta y todo muy bien. Llegamos por fin a la transición. Guío a Iván y
le dejo al lado de sus zapas. “Primero poner casco y luego el calzado” le digo. Noto que está a
mil de pulsaciones, pero ahora viene lo que a él se le da mejor, el tramo de bici y tengo que
retenerle. Ya preparados para la siguiente etapa y con una animación especial por ser quienes
somos, nos cogemos la bici y salimos corriendo por el box. Nos dan banderazo para poder
montar, así que pierna derecha, pedalada, nos sentamos y a correrrrrrr (eso sí, no sin antes
pasar por un trozo estrecho de piedras contra las que casi casi me empotro debido al impulso de salida, pero al final libramos, ¡¡afortunadamente!!).
Aquí llega la caballería… pasoooooooo!!, si en el tramo corriendo nos pasó hasta el
acomodador, jajajajaja, ahora nos tocaba a nosotros pasar a muchísimos atletas y eso que
vamos con rueda de 26”. Emocionante notar la velocidad, tramos con bancales de arena,
senderitos, troncos y ramas que vamos pasando y pidiendo paso a los demás corredores: “Por
la izquierdaaaaaa!! ¡¡Cómo se sorprenden al vernos tan rápidos!! Yo manejo el tándem pero
Iván va muy fuerte y noto como va desbocado de piernas. En eso que llega un repecho de
subida con mucha arena y le chillo: “A darlo todo” “MÁS, MÁS MÁSSSSSS”. Llegamos arriba y
me dice que no le grite que lo ha dado todo, que de que voy, jajajajajaj. Me encanta, eso
quería, tener toda su potencia para la subida y así fue. Nos felicitamos y seguimos para
terminar la primera vuelta. En eso que al llegar los voluntarios nos dicen: “los de dos vueltas
por la izquierda”, así que giro a la izquierda…. ¡¡ERROR!! Las indicaciones no eran claras, y
querían decir que los que ya llevaran dos vueltas tiraran a la izquierda… En fin, unos cuantos,
entre ellos nosotros, casi entramos por la zona de box, así que nos toco rectificar, meternos
por campo a través y volver al circuito con la pérdida de tiempo que eso supone, y otra vez
volver a tener que pasar a gente pasada, pero no queda otra, apretamos dientes y “marcha
marcha, queremos marcha marcha”, jajajaja. Unas bajaditas de vértigo con su arenita de
marras y detrás nuestro un fuerte golpe, cae un corredor. Observo que ya se quedan a
ayudarle unas chicas, así que nosotros seguimos. En esto que le aviso a Iván de bajada y subida
seguida con arena y empezamos a apretar en la bajada y en la subida se me va el manillar un
poco y me toca salir del camino y coger campo a través para no caer. La parte de atrás noto
como va flotando y ladeando. Lo salvamos y damos un grito de alegría ¡menos mal, hemos
vuelto a librar!. Todo era volver a pasar a los mismos corredores y alguno nuevo mas pero
somos consientes de que no somos los mejores, que en el último tramo nos pasarán de nuevo,
pero eso es otra película.
Entramos por la zona de box. Aviso de parada. Freno y bajamos con el pie izquierdo y a correr
hasta llegar a nuestro puesto. Le acerco a Iván donde están sus zapas. Fuera casco, coloco la
bici, me calzo y saca la cinta amarilla del bolso para poder correr. “Sólo nos quedan 2
kilómetros” le digo, pero el solo me pide bajar el ritmo.
La animación es espectacular: esas voces, esos aplausos hacia mi cuñado: “grande”, “ánimo”,
“enhorabuena”… eso hace que nos vengamos arriba y hagamos la salida más rápida. Veo a
Mónica con la cámara y le digo a Iván: “sonríe que está tu hermana”. Teníais que verle que
cara de sufrimiento tiene en las fotos, ufffff. El sabe por su intuición cuantas curvas quedan.
Me pide ir a un ritmo más bajo. Se lo concedo si al final aprieta para la llegada en meta. Me
dice que sí, que hará lo que pueda.
Recta de llegada y oímos voces de tres corredores detrás de nosotros casi pegados, le digo que
bajamos un poco el ritmo para qué pasen ellos primeros y así entrar más tranquilos, nos
adelantan y cuando están a unos dos metros de entrar en meta se paran, nos hacen pasillo y
nos aplauden. Uffff, ¡Qué emoción! Difícil de describir con palabras.. y ¡Qué detalle de calidad
por su parte! gracias chicos. Entramos en meta con un tiempo de 1h y 10 minutos y súper
contentos. Nos abrazamos y respiramos tranquilos, cada uno por su razón, la de Iván por haber
terminado y yo por no habernos caído, jajajajaja. Felicitaciones de mucha gente que ni
conocemos, es de agradecer los ánimos en toda la prueba, ahora toca guardar el tándem,
cambiarnos y al tercer tiempo con un vermut bien merecido: Mónica, Pili, Iván y el menda.
Una experiencia muy bonita con mí cuñado ¡¡Iván el grande!!
Volveremos.
Aitor.
Club de running, trail running, duatlón, triatlón, ciclismo, natación en aguas abiertas y todo lo relacionado con el deporte, desde la amistad y el buen rollo, porque aunque llegues el último en una prueba, siempre tendrás por detrás a los que no se atrevieron a correrla.
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