UA-51285685-1 Equipo leonés de Trail Running : TORTUGAS TRAIL LEÓN: El principio de todo, reto León Santiago por un camino sin gluten...

sábado, 20 de junio de 2015

El principio de todo, reto León Santiago por un camino sin gluten...

Con este RETO ya en marcha y sin mucho tiempo para nada, me paro a pensar un segundo, he intento recordar como he acabado metido en esto.
Me toca retroceder hasta Abril del año pasado, donde posiblemente, viví una de las mejores experiencias que como padre podre experimentar. Mi hijo, que por aquel momento contaba con 5 años, me dio varias lecciones de vida y aprendimos juntos a luchar contra el Gluten, cosa que hasta ese momento había sido tarea de nuestra mama y mujer respectivamente.
Cada vez que leo esta crónica, no puedo evitar que mis ojos se inunden en lagrimas de felicidad por ver lo afortunado que soy de tener junto a mi las tres personas mas maravillosas del mundo.


El Camino de Brais

Tras muchos pensamientos y sensaciones encontradas, por fin, mi físico me da un respiro y, de acuerdo con mi media naranja Aida, me embarco en la aventura de hacer el Camino de Santiago con mi hijo Brais de 5 años. Tras unos largos preparativos, siendo el más importante dónde comer, ya que Brais es celiaco, y encontrar oferta de comida sin gluten en los restaurantes es una odisea, conseguimos hilvanar una serie de restaurantes que nos permitirían el intentarlo con ciertas garantías, siempre teniendo a mano nuestros propios suministros. El segundo punto sería descubrir como reaccionaría Brais a la experiencia, aunque tiene una buena condición física nunca había superado las 2h:15 min en la bici, así que era toda una incógnita. El comienzo: Día 18 de Abril por la mañana, mamá nos lleva al punto acordado para la salida. O Alto do Cebreiro, a 167km de Santiago.
Esta primera etapa se convierte en una trampa durísima, tras las indicaciones IMPUESTAS por mamá de "nunca por la carretera siempre por el camino", nos encontramos Brais y yo, tirando de nuestro conjunto de vehículos convertido en un pesado compañero de viaje. El hacer cumbre en el alto de San Roque se convierte en todo un reto, y el alto do Poio, misión imposible por camino. Al llegar a este punto preguntamos por si acaso, si tenían comida sin gluten, a lo que nos responden ¿sin que???. Proseguimos nuestro viaje, con Brais dormido tras sus esfuerzos anteriores, la bajada es trepidante y arriesgada con unos 62kg a mi espalda como remolque, la carretera nacional no es una opción y el camino con todo lo que llevo se complica, así que pregunto a unos lugareños y nos indican una carretera paralela que es una autentica maravilla. Tras aterrizar en Triacastela, Brais se queda en el parque jugando y yo me dirijo a buscar mi comida a la vez que pregunto por la suya, así que yo acabo comiendo un bocata y el parte de sus reservas como ya nos imaginábamos. Eso si, mientras yo buscaba alimentos, él se metió en un albergue, lo recorrió entero, y para terminar se metió en la casa de la hospitalera donde hizo lo mismo, ¡menos mal que era una persona comprensible y no hizo mas que tomárselo a risa! Desde aquí fuimos los dos disfrutando del camino y el día soleado, al llegar a Samos tras una bajada muy vertical, Brais se sorprende al ver el monasterio, la verdad es que impresiona. Decidimos parar a tomar algo, y él se va con un grupo de niños que hacen el camino. Cuando empiezo a buscarlo descubro que no le veo, hasta que pasados un par de
minutos aparece y me dice que subió con los peques a su habitación, a buscar no se qué, ¡casi me da un infarto! Dejamos atrás Samos para dirigirnos a Sarria, dónde tras hablar con un señor sorprendidisimo con nuestro vehículo , nos aconseja un albergue nuevo, La Credencial, poco más de una semana abierto. Trato excepcional por parte de los dueños y se mostraron encantados con Brais por su hazaña de hacer el camino y su carácter extrovertido (a veces demasiado). Tras instalarnos, nos dirigimos en busca de la cena, ya que nuestro sitio escogido para cenar sin gluten cierra los festivos así que toca buscar, con tan buena suerte que, en el primer sitio que pregunto saben de que hablo y tras salir el dueño me explica que sí, que incluso todos sus helados son aptos para celiacos, Brais en modo fiesta. Comenzamos el segundo día abandonando Sarria y esquivando la lluvia, tras unas pequeñas subidas donde ayudo a Brais empujándole, éste decide que ahí se para. Tras empujarle de nuevo, él clava los frenos y se baja, con el consecuente afilador a papá, que acaba con sus huesos por tierra. Mientras para mas humillación del padre, el niño se va partiendo de la risa.

Tras unos pocos kilómetros primer escollo bestial, todo el mundo en bici pone pie en tierra y los caminantes sufren lo suyo. Aquí tuvimos que tomar la decisión de como lo afrontamos, Brais sube andando con su bici y yo intento subir sin bajarme por que los dos sabemos ya que, si yo pongo el pie en tierra nos tocara empujar una barbaridad o separar el vehículo por partes, así que con decisión lo intento y "premio" lo consigo, la verdad que la rueda trasera que me costo un pastón va genial, aunque también ayuda los mas de 12 kilos de las
alforjas para pegar la rueda al suelo y no patinar. Tras unos km paramos a hacer un tentempié en una panadería para luego seguir hacia Portomarin, punto obligado de paso para comer en la Pousada. La verdad, de primeras nos dio reparo entrar, pues es un sitio digamos "pijo" y a nosotros daba pena vernos, pero era donde teníamos que comer, la verdad que resultó todo un acierto en todos los aspectos. Tras acabar de comer abandonamos Portomarin, hacia Palas de Reí, aquí el pequeñajo se metió nada menos que 2 horas de siesta, vamos toda la subida, en la que me pasaron unos chavales que nos cruzamos toda la tarde. Cuando el peque decidió despertarse, sin dudarlo un segundo, me dijo, papi quiero coger la bici, lo que fue dicho y hecho. Aquí empieza lo bueno del día, tramo bueno de rodar, energía renovada y Brais en modo pique, creo que esos veinteañeros que me habían adelantado tardaran un tiempo en olvidarse de Brais, por que les hizo sufrir hasta la extenuación para no ser sobrepasados por uno de 5 como dice él. En este caso, salvados por la campana, avería mecánica en la bici pequeña, pero para la que llevábamos herramientas. Al percatarse Brais que lo solucionaba, se le ilumina la cara y me dice que soy el mejor, a lo que acompaña un beso y un abrazo que me supo a gloria. Continuamos, pero ya sin la motivación de los vencedores y con la caída de la niebla nos enfriamos. El peque me pide parar cuanto antes, así que al entrar en Palas de Reí paramos en el primer albergue (San Marcos) cosa que yo no hago nunca, pues es donde suele parar la mayoría de los peregrinos, pero en este caso tienen habitaciones y nos metemos en una, evitando así la borrachera de un grupo de extranjeros muy alborotadores. El tercer dia nos levantamos y descubrimos que la lluvia ya esta esperándonos y que nos acompañara a lo largo del día, a los pocos km se pone a jarrear agua, asi que Brais a la silla, una pena por lo precioso del camino además de cómodo y llevadero. Hacemos la primera parada en Melide donde jugamos un rato al futbolín para que se divierta un poco el niño. Salimos de Melide y nos encontramos con un lago (porque eso no es un charco ni de coña!). Pasa Brais, su bici, luego mi bici y por último lo más complicado la silla, joee.... Las paso canutas en el puente de piedra que se estrecha, ¡menuda odisea!. El carrito mojado por debajo, yo agotado, Brais empapado, creo que nada podría salir peor, así que siguiese lloviendo como el diluvio universal, llegamos a Arzua y decidimos parar, pues estamos obligados. Lo primero buscamos nuestro restaurante Mandala (de 10 por cierto) y desde ahí buscamos alojamiento, en el albergue da Fonte, donde nos enfrentamos a varias decisiones, la primera, si salir o no por la tarde. Acertamos al quedarnos porque después de las 18 no para de llover. La segunda, si continuar nuestro camino al día siguiente, lo que finalmente decidimos al levantarnos. El cuarto y ultimo día, misma rutina al levantarse, café y decisión. Continuamos, los dos estamos muy animados y no llueve, sin lugar a duda el día mas intenso. Brais no se baja de la bici en casi las 5 horas que dura el camino, muchos peregrinos que nos hablan ya los conocemos. Varias paradas en un camino espectacular y la lluvía que nos respeta. En una de las ultimas subidas Brais me da un correctivo al que no puedo responder y siendo primera vez que no alcanzo a mi hijo, siento un ORGULLO que no puedo explicar. Poco después encontramos a Mama y Roí, la alegría es desbordante por parte de los cuatro y creo que este es realmente el premio final de nuestro camino. Aunque después entramos en la Plaza del Obradoiro y visitamos la Catedral, no es comparable al encuentro familiar. Tras comer y visitar Santiago llevamos a Brais a recoger su Compostela, dónde de nuevo, la sorpresa de la gente al escuchar su historia es increíble. Esta crónica se la dedico a mi hijo, el cuál me ha enseñado muchas cosas en este camino y a quien espero dejarle un recuerdo único en su vida. Este será uno, que pocos niños de 5 años, puedan repetir.

Te quiero Brais.



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