Sábado por la tarde, había quedado con Calili en el Viejo
Reino para un refrigerio rápido antes de emprender el camino hacia Boñar. Yo
iba tranquilo, ni mucho menos me esperaba como seria la carrera en sí, aunque
ya me hacía una ligera idea; total, que nos pusimos en camino y aunque llegamos
un poco pronto los nervios ya estaban ahí, y las ganas de empezar eran visibles.
Recogidos los dorsales, Calili y yo nos dispusimos a preparar los aparejos, cinturón
con bebida, geles, barritas...el frontal por supuesto que no falte...Al final
nos acabamos pareciendo a Batman y Robin con tanto accesorio...jajaja.
Se acercaba el pistoletazo de salida, recuento en la meta
por si acaso quedase algún corredor por el monte pasando la noche y ahora sí,
frontales encendidos y a correer!! Aunque aun se veía, muchos corredores
optaron por encender el dorsal en la meta, nosotros aprovechamos la luz que aun
quedaba, ya que estamos en crisis...jaja.
La primera parte de la carrera fue sin duda la más dura para
mí hasta el momento, cuestas, cuestas, algún llano, y más cuestas. Menos mal
que durante toda la carrera tenia al lado a Calili, que mas que un simple
compañero, ha pasado a ser como el hermano que nunca he tenido y el cual no
dejó ni por un momento que se me ocurriera abandonar. Seguíamos subiendo por
aquellos caminos y casi alcanzando el pico, ¿cuál fue la sorpresa? todavía
había nieve! Y siempre es bonito correr con nieve, además de refrescarte los
pies...
Todo esto transcurría sin dejar de observar el paisaje que
nos rodeaba en cada momento, la inmensidad de la noche, la tranquilidad del
bosque...y los gritos de llamada a Pedro por parte de Heidi que supongo que
fuera por delante nuestro (Benditos momentos de lucidez por parte de algunos
participantes que te hacían mas amena la carrera...jajaja).
Empezamos el descenso, porque todo lo que sube, baja. La
zona era bastante abrupta pero aun así se bajaba bien, siempre y cuando
tuvieras cuidado de algún corredor que bajaba embalado. Aun con esto, la bajada
fue lo mejor ya que siendo cuesta abajo, seguías disfrutando del paisaje, mas
adelante también tenias que atravesar un pinar, y el resto ya eran caminos y
pistas hasta llegar abajo, donde una meta, que para mí se alejaba cada vez más,
nos esperaba.
En resumen, es una experiencia inolvidable que sin duda
recomiendo, sobre todo si la haces en buena compañía y junto con el resto de
participantes que la corrieron que para nada les faltaba humor.
Un saludo,
Juveta
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