Hace justo un año que empezó a rondar en mi cabecita la idea de empezar a correr. Y fue aquí, en la medio maratón de Gijón de 2014 cuando aquella idea terminó de tomar forma, para quedarse! Y no sólo eso, sino para dejar de ser un “ojalá”, y pasar a ser un “lo he hecho”.
Así que desde entonces mi meta era sólo una: entrenar para poder correr algún día una carrera como ésta. Nunca me imaginé que iba a ser tan pronto, y mucho menos que la próxima vez que volviera a ese velódromo iba a ser para entrar en meta con una de mis mayores sonrisas. Pero para ello había que entrenar muy duro, pues debía partir totalmente de cero. Así lo hice, y en mayo la Vero acuática se calzó las zapas para empezar a correr.
Ya nos plantamos en marzo cuando la fecha se aproxima, y aunque nunca había corrido más de 12 km decido ir a por ello. A ponerse al lío! La medio maratón casi es una excusa para pasar un fin de semana por tierras astures, donde nunca faltan las sidras, los cachopos y….la lluvia.
Cuál fue nuestra sorpresa cuando al llegar a mediodía a Gijón hacía un sol resplandeciente, y Marcos y yo recogimos nuestros dorsales en manga corta y con gafas de sol. La cosa iba a cambiar bastante para la tarde, y no nos pilló mucho por sorpresa cuando después de comer el cielo empezó a tornarse gris. La salida era a las 6 de la tarde, y justo media hora antes ya nos acompañaba nuestra amiga la lluvia. Qué más da! Yo sólo venía a disfrutar. Mi meta era acabar, sea como sea.
Con tiempo de sobra para calentar, me coloco al final del mogollón, para no molestar…jajaja y empezamos! Había decidido ir tranquila, pues no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar en los últimos km, así que salí despacio vigilando al globo de las 2 horas… hasta que….vi que se alejaba. Seguí a mi cómodo ritmo, pensando en los 20 km que me quedaban, y en que no había llevado reloj por una razón: iba a terminar intentando disfrutar. Me centré en mi música y punto.
La carrera era disfrutona y muy cómoda, con grandes rectas de ida y venida llenas de gente animando, que no se marcharon ni cuando a la altura de mi km 10….comenzó a jarrear. La lluvia caía a plomo y cada paso con las zapatillas caladas y la ropa empapada era mucho más difícil. Pero pasando el avituallamiento empecé a darme cuenta de que iba bien, despacio, pero sin dolores de nada! Intenté acelerar algo hasta que llegamos al km 15, según todos, el punto de inflexión. Tomé mi “pócima” y me di cuenta de que tenía fuelle. No sé si fue la felicidad del momento, la vista del mar impresionante a nuestro lado o simplemente la emoción por conseguir terminar, pero pocas veces he tenido tan buenas sensaciones. Comencé a adelantar gente, muchos incluso ya caminando, y para cuando me di cuenta estaba acabando el km 20. No podía ser! A lo lejos ya podía ver el estadio. La gente me animaba como si fuera la primera en llegar, y en mi interior algo así sentía. Por fin llegué al arco de entrada, una vuelta al velódromo y meta. A pesar de darme cuenta de que había guardado demasiadas fuerzas en la recámara, mi felicidad era inmensa, no podía dejar de sonreír e incluso tuve ganas de llorar. Y allí estaba Marcos para animarme ante mi última curva, para hacerlo perfecto del todo.
No sé cómo explicar cómo me siento, sólo sé que tanto si crees que puedes, como si crees que no, estás en lo cierto. Que somos capaces de conseguir muchas más cosas de las que nos imaginamos. Y… que todo esto va dedicado a todo aquel que alguna vez luchó por algo ytrabajó duro para conseguirlo, ya sea un medio maratón, un Iron man o el primer largo en una piscina. Por todos los luchadores!
Vero.
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