Dia 4 de agosto. Rabanal del Camino-Ponferrada. 34 km.
ETAPÓN en mayúsculas. Es la etapa que más me ha gustado hasta el momento de todo el camino.
Tiene todo lo que para mi es el camino. La dureza de subidas y sobre todo bajadas, un paisaje espectacular, frío, lluvia y sol, tramos de soledad y otros acompañados de peregrinos, y todo eso en un mismo día.
La tarde de ayer fue muy buena incluida la visita de los compis de usecic León.
A las 21:30 fui con Min, la chica china que coincidí el día anterior a la iglesia del pueblo para recibir la bendición del peregrino. Fue algo diferente con cánticos gregorianos por parte de los 4 sacerdotes. Son experiencias que por mi parte solo se viven en este ambiente.
Luego a dormir hasta las 05:15, para empezar a preparar todo y comenzar a andar sobre las 05:45. Durante la preparación coincido con Min y Mariano, el ingeniero de caminos, y decidimos salir juntos, cosa que hace que mi ritmo sea inferior a los días precedentes, cosa que no me importa en absoluto ya que se aprecia que son personas de las cuales se pueden aprender muchas cosas.
Comienza el día con una leve lluvia que hace más especial cada paso.
Nada más salir del pueblo se empieza a ascender por un camino que discurre por mitad de un bosque. No se aprecia nada, debido a la niebla. El silencio de la madrugada solamente interrumpido por los pasos al caminar de la procesión de peregrinos, junto con el frío y la luz del frontal me pone la piel de gallina, me encanta.
Rezo por todos, como cada día y llegamos al primer pueblo, Foncebadón, que sorprendentemente tiene un bar abierto. Sin duda ninguna paramos y desayunamos allí. Nos quedan 2 km para llegar a la mítica Cruz de Fierro.
Tirada de piedra y foto obligatoria y continuamos nuestro camino, por un largo sendero lleno de piedras.
Abre el día y se empiezan a ver las montañas de los alrededores. Otro espectáculo que me regala el día.
Y empieza la eterna bajada hasta Molinaseca. Para los peregrinos en general no es de su agrado ya que hay tramos bastante empinados con mucha piedra suelta que podría dar algún que otro susto en modo de culada, pero a mi me ha encantado esa bajada entre la naturaleza.
Otra gran sorpresa es el pueblo de Molinaseca. No hay excusa ninguna para no parar en esa maravilla de pueblo, tomarse algo y descansar disfrutando de las vistas. Nos tomamos una Coca-Cola y baño en el río Meruelo, bajo un puente medieval precioso.
Con las piernas ya otra vez a tope, debido a la temperatura del agua, retomamos el camino, pasando por un pueblo llamado Campo, a las afueras ya se Ponferrada. Un señor nos da unos melocotones que estaban deliciosos, muy dulces, como la vida misma.
Si hay que poner algún “pero” a esta etapa es la vuelta que se da para entrar a Ponferrada, haciendo los últimos kilómetros por asfalto.
De todos modos , esta etapa es camino en esencia pura.
ULTREIA.
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