Hace
unos meses, buscando por Asturias carreras tipo trail, encontré el “Speed Trail
Peñamayor”.
Quería
apuntarme a una carrera que condensara todos los alicientes que tiene un trail,
pero que no tuviera una kilometrada ni presentase un desnivel de vértigo.
A mí, personalmente, son las que más me
gustan y con las que más disfruto. Salir
desde el primer metro a tope sin guardarte nada para el final, sin desniveles
eternos ni bajadas de muerte, disfrutando, corriendo por sendas escondidas por
bosques de cuento.
Y
buscando, buscando…… encontré el “Speed Trail Peñamayor”, una prueba de 12 km,
con un desnivel acumulado de 676 metros en la localidad de Nava, cuna de la
sidra; justo lo que quería.
Ya
estaba el lío montado, fin de semana de furgo y a disfrutar!!!
Ana
lo apuntó en la lista de carreras del equipo y no tardaron mucho tiempo en
inscribirse también Aitor y Mónica. El sábado Aitor se había inscrito a una
carrera en Oviñana, así que ya teníamos plan!!!, el sábado tocaba animar a
Aitor y el domingo a sudar la camiseta!!! En el último momento también se
inscribió Calili, pero por estas cosas de tener que trabajar, finalmente no
puedo asistir…
Nuestras
andanzas y aventuras del sábado ya los ha contado Aitor… la iglesiona
simplemente…… espectacular y los calamares, bígaros y nécoras… malisísimos, de
muerte… je je je.
El
domingo, aunque hicimos noche en Nava, tocó madrugar, la carrera comenzaba a
las 09:30, pero teníamos que enfundarnos
en la vestimenta tortuguil, recoger el dorsal, disfrutar del ambiente pre-carrera,
calentamiento de rigor, fotos y corro tortuguil.
Como
no hay carrera a la que vayamos en la que no haya alguien que no nos conozca, y
más aun si se disputa en Asturias, en ésta nos encontramos con Gobitu
Bode, conocido speaker en este mundo del
trail, que no tardó en chocar nuestras manos nada más vernos y con Diego,
organizador del “Trail Valle de Samuño”, otra grandísima carrera.
Llegada
la hora de inicio y junto con Aitor, Mónica y el resto de los corredores vamos al
arco de salida. Como siempre digo, estos instantes son mágicos, en el estómago
revolotean un millón de mariposas, tu corazón late más deprisa de lo normal y
te sientes cual caballo de carreras colocado en su andarivel esperando el
pistoletazo de salida.
Cuenta
atrás y a disfrutar…. bueno… no del todo…; ya desde los primeros metros la
carrera pica hacía arriba y discurre por asfalto durante casi un kilómetro… así que toca apretar los dientes si quieres
colocarte en una buena posición, el ritmo es alto y los primeros van como gacelas.
Pasado este primer kilómetro y coronada la primera de las subidas la carrera
discurre, en su mayor totalidad, por caminos y sendas, que van dejando en tu
retina la belleza de ese paraíso natural.
Pese
a la congestión de nariz y pasado el calentón inicial, cojo un ritmo en el que
voy cómodo, echo mis cuentas y por delante no llevaré a más de 15 corredores.
Se van sucediendo los tramos de subida y bajada con algún otro tramo llano;
especialmente divertido y bonito el que discurre por “la ruta de los molinos”,
que nos hace correr por el murete de un
canal de agua.
Pasan
los kilómetros y el paisaje no deja de asombrarte. La carrera cada vez me gusta
más. Llegados al kilómetro 7, y durante aproximadamente 1 kilómetro, la cabeza
de la prueba se cruza con los que van un
poquito más lentos. Aquí no faltan los ánimos de los unos hacía los otros;
primero solo puede haber uno, pero campeones…. lo somos todos.
A
falta de tres kilómetros para meta las fuerzas comienzan a ir justas y queda el
último escollo. Ese mismo tramo que al inicio de la prueba te dio una bocanada
de aire fresco tras una salida desbocada, ahora se convierte en la última
muralla que hay entre tú y la meta. Toca apretar los machos y echar el
resto.
Aquí
los dos compañeros a los que he ido pisando los talones buena parte de la
prueba, sacan fuerzas no sé de dónde y se evaporan, pero casualidades que
tienen las carreras, veo que no uno, ni dos, sino otros corredores que van por
delante se están poniendo a tiro, así que no me queda otra que hacer el último
esfuerzo. Consigo alcanzar a los dos primeros a falta de un kilómetro y medio
para meta, en un falso llano, y al tercero le doy caza en el último kilómetro. Los últimos 800
metros, por asfalto y cuesta abajo, los
corro a todo lo que doy, solo los últimos metros, y tras asegurarme que no hay
nadie detrás mío, bajo el ritmo y disfruto de los aplausos del público y del
sabor que te queda en el cuerpo tras haber corrido una gran carrera.
Cruzo
la meta y Ana me da el premio más grande que se puede llevar un corredor, un
beso de la persona que más te quiere y a la que más quieres.
Al
poco rato llegan Aitor y Mónica, terminando la prueba en un gran tiempo. Muy
grandes los dos!!!
Maravilloso
fin de semana en inmejorable compañía, cargado de muchos y muy buenos momentos,
lugares increíbles y sobre todo…….. infinitas risas!!!!
GO
TORTUGAS GO!!!
Santi.
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