Cada año que corro la media de León me digo que al año siguiente no repito, pero al final
siempre acabo cayendo, y esta vez no iba a ser menos…
Con el 99% de mis entrenos hechos por caminos me enfrento a los 21km por ese terreno negro
y duro que cada vez me gusta menos, pero en una distancia que cada vez me gusta más y así
llega la mañana del domingo, después de una preparación entre mala, muy mala y horrible porque el trabajo apenas me ha dejado tiempo para prepararme medio bien me planto justísimo de tiempo en la línea de salida, y más concretamente en el cajón sub 1:45.
Una vez estoy mentalizándome de lo que tengo por delante y lleno de dudas, me entra otra
duda, el globo de 1:45 está situado muy por delante de mí e incluso está por delante el de
1:50, no pasa nada… hoy no tengo objetivo alguno así que me voy a limitar a ir a un ritmo que
me permita ir a gusto… o no, porque, incauto de mí, olvido que en cuanto me pongo un dorsal
mi sentido común se evapora.
Suena “Hammer to Fall”, temazo rockero por excelencia del mejor grupo de la historia, Queen
y acto seguido cuenta atrás y… ¡joder, cómo corre la gente!, no voy a ser menos, así que salgo
como alma que lleva el diablo, pero no hay narices a alcanzar al globo de 1:50, lo consigo
pasado kilómetro y medio no sin bastante esfuerzo y ya acompañado del amigo Zaca de
Carbajales de Alba con el que ya hemos compartido unas cuantas carreras varias Tortugas.
Llevo por delante a un corredor que lleva la camiseta de la Vig-Bay 18 y eso me pega un
subidón de la leche porque en dos semanas voy a volver a estar en la Tierra Prometida,
corriendo esa carrera; no sé si por ese subidón, antes del km 2 ya he alcanzado al globo de
1:40 y sin pensármelo adelanto al grupo que lo acompaña, ¿he perdido el norte?, mi mejor
tiempo en medio maratón es de 1:39:58 y cuando lo hice me había preparado bastante a
conciencia; pero la compañía de Zaca y las ganas de quitarme del medio la parte de La Lastra, y
La Palomera lo antes posible me hacían apretar el paso. Mientras pasamos por la Candamia no
dejo de mirar a la derecha con morriña de estar haciendo el cabra por los senderos, pero hoy
no toca, hoy toca seguir por lo negro a ritmo constante.
El calor aprieta, así que hoy decido reponer agua en todo y cada uno de los avituallamientos, el
primero está en el km. 5 y ¡menudo desastre de avituallamiento!, apenas una mesa de campo
con vasos de plástico que hace que aquellos que queremos reponer líquidos tengamos que
hacer una paradina para poder coger agua y, aunque se había anunciado lo contrario, el
contenedor más cercano estaba a más de un km, en fin, puntos a mejorar para futuras
ediciones.
Pasan los kilómetros y llega el 11, EL KILÓMETRO, el que pasa por la Catedral, en el que este
año había un grupo de dulzaineros tocando y cuando paso por allí suena “Todos somos de
León” con el pulso a mil, regular de fuerzas, habiendo perdido el norte yendo a un ritmo que
no esperaba, sólo podía pasar una cosa, que se me cayeran las lágrimas (blandito que es uno) y
que, aunque quisiera gritar VIVA LEÓN, el grito se me quedó ahogado, pero aprovecho estas
líneas para hacerlo, VIVA LEÓN.
Bajamos la calle Ancha y recibo los ánimos de varias caras conocidas y el “¡¡Vamos Tortuga!!”
de alguna cara desconocida (¿os he dicho alguna vez que me encanta ser parte de esta
familia?), nos vamos acercando a la parte más dura mentalmente del circuito de la MMLeón
que se estrenó en pasado año y es LA RECTA DE ERAS, así en mayúsculas, porque entre que es
larga como un día sin pan y que el sol estaba apretando hizo mella en muchos compañeros a
los que Zaca y yo íbamos adelantando, la lástima es que el bueno de Zaca también fue víctima
de ella y el km 15 me dice que siga a ritmo que él va aflojar un poquito y como soy muy
obediente, y aunque no voy nada sobrado de fuerzas a cabezón no me gana nadie, aprieto los
dientes y sigo a 4:34 machacón hasta la rotonda de la plaza de toros, donde nos espera la
banda de gaitas de La Virgen del Camino para darnos ánimos en los últimos metros, giro para
encarar la recta de meta que se encuentra como es tradicional en la pista del Hispánico y el
tiempo es de 1:38:35 ¡FLIPO!, pero mucho, aprieto los dientes, aprieto el paso y cruzo la meta
en 1:38:53, no me lo puedo creer, ni por asomo esperaba hacer este tiempo, menos mal que
estaba la Tortuga Raúl para hacerme una foto que lo confirma, ¡gracias por estar allí, por los
ánimos y por las fotos!
Recojo un powerade, la manzana de rigor y una botella de agua, estiro y vuelvo Corredera
arriba en busca de Juveta, que está camino de terminar su Media y ¡sin despeinarse!, le
acompaño corriendo unos metros, animándole como buena Tortuga y a la altura de la rotonda
me despido de él con un sonoro ¡enhorabuena Juveta!
No sé si por el subidón del tiempo en meta, las buenas sensaciones que he tenido en toda la
carrera o que simplemente sé que el año que viene volveré a picar, este es el primer año que
cruzo la meta pensado “el año que viene… MÁS”
Diego
Club de running, trail running, duatlón, triatlón, ciclismo, natación en aguas abiertas y todo lo relacionado con el deporte, desde la amistad y el buen rollo, porque aunque llegues el último en una prueba, siempre tendrás por detrás a los que no se atrevieron a correrla.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario