Ni cortos ni perezosos, Javi, Aitor y yo no nos presentamos en Boñar para despedir el año haciendo lo que más gusta, disfrutar del deporte y la buena compañía.
En línea de salida (unos 200 inscritos había) nos encontramos con muchos sufridores de batalla ya conocimos, una zapatilla, un indio y un hippie jajajaja. La mañana está muy fresca, pero en cuando empezamos a correr, no tengo claro si por el esfuerzo, por la propia temperatura ambiente o un poco las dos cosas, sobra la manga larga, la braga y todo. Odio las salidas neutralizadas (no las entiendo). Es dar el pistoletazo de salida y los primeros, los más veloces, se olvidan de que existimos el resto de mortales y que necesitamos otro ritmo… pero claro, ellos a lo suyo y a ti te obligan a empezar ya arrastrando la lengua jajajajaja.
Los primeros metros vamos los tres juntos, pero a los 2 kilómetros, en cuanto se empina un poco el camino, Aitor va cogiendo ventaja, y Javi se retrasa un poco, porque se entretiene hasta con el apuntador, pero sé que viene al lado porque cada dos por tres le oigo decir: “Vamos Tortugas”.
No hay cuartelillo ni tregua… pin pan pin pan… miras hacia arriba, bien por el pinar bien por el cortafuegos y no se acaba es un reguero continuo de gente. Los gemelos y las piernas se van notando hasta que ya por fin tocamos techo y toca volver a bajar lo subido. Con lo que cuesta subir y qué rápido se pasa lo bueno jajaja… Javi me alcanza, y sin darnos cuenta estamos en la parte final de la carrera. Vemos a Aitor que ha venido en nuestra busca para darnos ánimos y decirnos que la meta está en el campo de fútbol, que no hay que atravesar el pueblo: Oleeeeee.
En nada estamos cruzando la línea de meta, nos vamos a cambiar y por supuesto a tomar el vermu, momento en el cual se une Yayo (qué lista es, como sabe unirse a lo bueno jajajaja).
Comemos un menú concertado por la organización con los bares de la zona, muy rico y a un precio estupendo y tras hacer la digestión, llega el momento de tomar la salida en la prueba de asfalto. Madreeeeee, ¡Qué pocas ganas! ¡Qué pereza! Pero es lo que hay.
Los peques son la mar de impacientes, así que les dan a ellos la salida primero y unos minutos después nos toca a los mayores.
Pues si la salida neutralizada es como volar, haceros una idea lo que pasa en una carrera de 3km… ni solidaria, ni Navidad, ni segunda carrera del día, ni nada de nada… ala venga, a galopar cual gacela…. Eso sí, cada uno al ritmo que puede… Aitor enseguida nos toma la delantera. Javi y yo hacemos lo que podemos por seguirle. A los 500 metros ya voy muerta. Javi siente molestias en los isquios y se para (aunque afortunadamente pudo terminar la carrera). Yo intento seguir a mi ritmo. Menos mal que seguido empieza una bajada y recupero. Voy pasando algunos peques, que se sienten “ofendidos” te vuelven a adelantar y se plantan delante diciendo: “eh, que aquí estoy yo” jajaja. Sin darme cuenta me planto en la línea de meta y al mirar mi reloj, no he corrido, he volado (para mi nivel, claro está, y oye, igual por eso estaba tan cansada jajajajaja).
Chocolatada con bizcochos para terminar un estupendo día y recuperar fuerzas.
Esperemos que en el 2020 podamos seguir disfrutando de tantos kms y tan buenas experiencias.
GO Tortugas GO
Mónica
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