Mucho frío, -3 grados y una niebla densa y meona hacían presagiar que la carrera se complicaría un poco, pero nosotros no nos amilanamos. Fuimos a por los dorsales, nos tomamos un cafecito calentito y procedimos con el reconocimiento del terreno ya que estos días de atrás el Pisuerga se desbordó por la zona en la que discurre la carrera y queríamos ver que es lo que nos encontraríamos… y justo lo que esperábamos: barro y un par de zonas complicadas, así que tocaba buscar estrategia para minimizar los inconvenientes y gestionar la carrera para que todo fuese de maravilla.
Iván, según él, no estaba fino por no poder entrenar ya que no ha tenido guías en las últimas semanas para sacarle a correr y además con el barrizal del recorrido, mejorar el tiempo del 2018 se complicaba, aunque también es cierto que es lo de menos, así que decidimos salir a terminar el año corriendo sin presión y sin lesiones. Pero ya se sabe que una vez te pones el dorsal…. todo cambia y se ve de otra manera jajajaja.
Nos pusimos nuestras mejores galas, cogimos la cinta que nos uniría toda la carrera y al cajón de salida. Eran unos 9500 metros, 3 vueltas a un circuito que tiene de todo, incluidas algunas subiditas. Ya sabíamos dónde ponernos en la línea de salida: lateral izquierdo, que es la zona buena, pero claro, los demás pensaron lo mismo, jajajaja. La salida fue complicada, más que otros años, me costaba ver entre tantos corredores mi siguiente paso y cantárselo a Iván. La gente nos adelantaba y se ponía delante entorpeciéndonos hasta el punto de casi hacernos caer y encima ni se disculpan, pero tengo a mi lado al mastín de las Delicias que les dice varias cosas y casi les muerde, jajajaja, pero que conste que con toda la razón.
Primera vuelta ritmo normalito, reconociendo el terreno y colocándonos en nuestro sitio. Segunda vuelta bajamos el ritmo, recuperamos el aliento y calmamos los nervios ya que hubo algún momento de regueros, raíces, bordillo, barro y corredores todo junto que nos puso el corazón cargado de emociones, pero salimos airosos y chillando de emoción. Gusta ver como los corredores que nos pasan nos animan al ver que un invidente está haciendo la carrera. Son todo elogios a lo que Iván solo contesta: Gracias, no puedo hablar jajajaja!! Tercera vuelta y le comento que tengo buenas sensaciones de él, que respira tranquilo, va calmado y a buen ritmo, así que le exprimo un poco más llegando a la subida. Le pido que aguante el ritmo unos metros más. Sufre por que se le ve en la cara. Llegamos arriba pero nos queda el slalom de la chopera. Recuperamos 10 segundos, giro derecha, otro derecha, contra-meta y le ánimo a tope. Casi tengo que tirar de él, pero va a todo lo que puede. "Viene uno por detrás le digo, y apretamos un poco más. Giro a la izquierda, otro giro de izquierdas, parábola y a metaaaaaaaaa a muerte.
Que sensación de ser unos súper hombres y que orgullo cuando se le escucha al Speaker (Jesús) decir: “Y aquí llegan Iván del Río con su guía Aitor de las Tortugas Trail León”, uffff, es muy emocionante.
Recogemos nuestro regalo merecidísimo y al ver el tiempo que hemos hecho, resulta que, a pesar de todo, hemos conseguido rebajar el mejor tiempo que teníamos en el 2018, tomaaaa!! Que pasada.
Ya solo nos queda cambiarnos e ir a buscar al trabajo a Mónica y disfrutar del vermut para comentar lo vivido en la carrera… Y como no, pensando en las doce uvas que caerían en unas horas jajajajaja.
Aitor
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