“Venga que sí, que te va a gustar”
“Vamos que yo te acompaño, verás como nos lo pasamos genial”
“Anímate que así pruebas cosas nuevas…”
Total, que tanta insistencia y con tan buenas referencias no me podía negar, así que en un visto y no visto, Aitor y yo estamos inscritos al duatlón. Hace que no cojo la bici ni me acuerdo, pero… ¿quién dijo miedo? Dice el refrán: “Es como andar en bici, una vez que se aprende ya no se olvida”. Así que… al lío.
Para quien no esté puesto en la materia esta disciplina consiste en correr y andar en bici. Esta es una modalidad sprint para principiantes (supuestamente porque luego siempre van gacelas… jejejeje) donde tendríamos que hacer 4 kilómetro corriendo, luego coger nuestra mountain bike y rodar 12 kilómetros y por último dejar las dos ruedas y volver a correr 2 kilómetros.
Domingo por la mañana, cambio de hora (menos mal que nos tocaba dormir una hora más, pero aún así, personalmente ni me enteré, la noche pasó volando…). Nos levantamos, preparamos las mochilas, bajamos a por nuestras btt e intentamos meterlas en el coche y ohhhhhh este nos deja tirados como a colillas, no le da la gana de arrancar. Cambio de planes y a coger la furgo para desplazarnos hasta el lugar de la carrera.
Aitor me explica qué hacer en las transiciones, me habla de regular, del recorrido en bici, del recorrido a pie… (él ya ha participado en varias ediciones). Total que entre unas cosas y otras estamos en línea de salida. Nos entretienen un rato contando cosas de las que no nos enteramos mucho porque la megafonía no va muy bien: Básicamente nos cuentan cómo es la carrera y que hay dos categorías: cadetes y absolutos. Los primeros salen con 1 minuto de diferencia respecto a nosotros.
Llegamos a la transición y lo hacemos raudos y veloces. Aitor ha decidido no poner las calas y yo nunca llevo, me apaño estupendamente con mis rastrales de punteras. Así que recuperamos muchas posiciones. Sólo tenemos que abrochar el casco, coger la bici y salir pitando. Pasamos unas vallas y yo ya me creo la reina del mambo así que hago intención de montar en la bici. ERROR. Bronca de la organización porque me falta un metro para llegar a la bandera, cawen… Bueno, doy un par de pasos más y ahora ya sí subimos a nuestras monturas.
Toda nuestra alegría por lo que habíamos recuperado en la transición dura poco, porque nuevamente nos van pasando y pasando… claro, nosotros llevamos ruedas de 26” y el resto de 29”. Bueno, eso ya lo sabíamos, hemos venido a experimentar. Los doce kilómetros son en realidad 2 vueltas a un circuito de 6 kilómetros. Según avanzamos todo el tiempo se va escuchando: “tocón a la derecha”, “cuidado cabeza”, “arenal”, “curva cerrada a izquierda”, “cuidado la bajada”, “tocón en el centro”… y pienso: “Bingo”, cuantas cosas jajajajaja. Hemos pasado la primera mitad del circuito y llegamos a un punto en el que hay un tronco medio enterrado en el suelo, atravesando todo el camino. No sé saltar con la bici ufff pues nada, aunque lo intento me lo llevo por delante. Tengo que mirar no sé las veces a mi rueda, pienso que la he tenido que reventar, y por eso me cuesta un poco pedalear, pero no, debe ser mezcla del aire en contra, el cansancio y algo de arena jejejeje. En esto que cinco o seis atletas nos pasan como locos gritando: “izquierdaaaa”. M… nos están doblando. Alguna subidita y alguna bajadina más y hemos completado la primera vuelta. Comenzamos la segunda ronda y aunque son pocos kilómetros yo voy notando mi trasero. Intento centrarme en el recorrido y así consigo despistarme. Hacemos algunos kilómetros más y vamos adelantando gente (toma!, toma!). Aitor sigue aconsejándome el momento más adecuado para cambiar al entrar en un banco de arena, en una curva muy cerrada, en una bajada… gracias Aitor. La verdad que tanto tiempo sin coger la bici que había veces que me despistaba y no sabía ni en el plato que iba, y de re-ojo tenía que mirar para el suelo jajajaja. Aún así no se me dió mal… creo yo.
Me cuesta ponerme en marcha, no porque me doliera nada ni notara las piernas o los gemelos como dicen que pasa sino porque siento mogollón de frío y tengo el cuerpo congelado. Aún así intentamos coger ritmo y Aitor sigue animándome. “Vamos el último esfuerzo y lo tienes”. Le escucho y me digo: “venga sí, a por ello”. Volvemos a adelantar a unos cuantos corredores (oleeeee). La última recta a meta se hace durilla, sopla el aire en contra y ya no quedan muchas fuerzas. Aitor se coloca delante de mí para cortar el aire y en nada, estamos cruzando, la mar de satisfechos, la línea de meta.
La verdad que ha sido una grata experiencia, así que Aitor, mil gracias por animarme a disfrutar de esta nueva disciplina para mí. Y gracias también por haberme acompañado en este nuevo reto.
No podíamos ir a casa sin antes reponer fuerzas, así que nos dimos un homenaje disfrutando de algo que también se nos da genial: el vermut jajajaja
Fin de semana muy intenso para las tortugas porque hemos estado disputando distintas modalidades en distintos sitios del territorio nacional. Todos pasándolo estupendamente y divirtiéndonos con el deporte, algo que a todos nos apasiona.
¡¡Vamos Tortugas!!
Mónica
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