El
pasado fin de semana supuso el pistoletazo de salida a una nueva temporada de
este nuestro club tortuguil.
Allá
por el mes de junio unas pocas tortugas le echamos el ojo a una carrera que nos
llamó mucho la atención por diversas cuestiones: en primer lugar, por lo que
representa en sí misma y la Institución que se encarga de su organización, la
Comandancia de la Guardia Civil de Granada; en segundo lugar, el paraje por el que transcurre, la Sierra de la Alfaguara,
a pocos kilómetros de la ciudad de Granada; en tercer lugar, por su distancia y
trazado, a priori asequible para las tortugas que nos apuntamos, y en cuarto
lugar, porque a este grupo tortuguil lo que nos falta es tiempo para
embarcarnos en cualquier aventura y más si lleva aparejado el disfrute de unos
pocos días en unión y compañía, vamos… que eso de: “a qué no hay huevos….” se nos
queda corto…jeje…
Pues
con todos estos alicientes Aitor, Mónica, Carlos, Laura y el que suscribe nos
inscribimos a la III Benemérita Trail 2018 acompañados por Ana, la tortuga
fotógrafa, que estos saraos nunca se los pierde.
El
Jueves día 4 por la tarde, Aitor y Mónica con su furgo y Ana y yo con la
nuestra, emprendimos viaje hacía tierras granadinas. Alguno podrá pensar: “pero
si la carrera es el día 7, ¡¡para qué tan pronto!!”. Sí!!, pero es que estas
carreras hay que prepararlas “in situ” con bastante tiempo de antelación… que
luego pasa lo que pasa… Había que visitar la Alhambra, el mirador de San
Nicolás, la catedral, perderse por sus innumerables calles estrechas, degustar
sus tapas, dejarse seducir por la magia de las teterías y ya que estamos tan
cerquita del mediterráneo… el baño era obligado y la degustación del espeto
típico en un chiringuito de playa… pues más de lo mismo….
El
sábado día 6 por la tarde, después de dos “duros y agotadores” días de
reconocimiento de la zona, se nos unió
Carlos para la recogida de dorsales. Finalmente, por motivos laborales y porque
ser madre requiere estar siempre al 200 %, Laura no pudo sumarse a esta
aventura, eso sí, en todo momento nos mantuvo informados de las “parroquias” de
obligada visita en Granada. Los cuatro procedimos a la recogida de nuestros
respectivos dorsales enfundados con nuestro polo corporativo en la localidad de
Alfacar, en cuyo término municipal se desarrollo la carrera, y de ahí nos
dirigimos al área recreativa en el corazón de la Sierra de la Alfaguara, punto
de inicio y final de la prueba, donde nos encontramos con Toño y donde nos
tomamos una cerveza con Pablo y Pili, muchas gracias chicos por la visita.
Bien
temprano el día 7, en concreto a las siete de la mañana, nos tocó diana, bueno…
a alguna tortuga la noche se le hizo un poco más larga…..los nervios por la
carrera no la dejaron conciliar el sueño. Desayuno de rigor, enfundarnos con nuestra elástica tortuguil,
acabar de dar el último repaso a la mochila de hidratación para que no faltase
nada y a la línea de salida.
Impresionante
la cantidad de corredores, 600 almas dispuestas a superar el reto que se
presentaba por delante. Fotos de rigor, paso obligado por el control de dorsales
y al cajón de salida. En mi caso este es el momento en que siempre aparece el
hormigueo en el estómago y más cuando el speaker no deja de jalear a los
corredores y la banda sonora la pone AC DC
con su mítico e incomparable “THUNDER”, simplemente la piel como
escarpias y los pelos de punta….
Cuenta
atrás y pistoletazo de salida. A sabiendas de que la prueba, que sin tener un
excesivo desnivel, 1600 positivos, si tenía una distancia respetable, 32
kilómetros, y que el calor iba a apretar, las tortugas decidimos, cada una a su
ritmo, no dejarnos llevar e intentar siempre no forzar la máquina en demasía,
pues la pájara puede llegar en cualquier momento y el objetivo final es
terminar la prueba y disfrutar al máximo. Con estas premisas cada tortuga nos
fuimos colocando en la carrera: Mónica con Aitor, Carlos un poco más adelantado
y yo un poco por delante de Carlos.
La
prueba, salvo tres subidas con cierta de dificultad, era muy corrible no
presentando tampoco descensos de los denominados “técnicos”, discurriendo en su
gran parte por sendas bien definidas y por pistas forestales, los
avituallamientos muy bien situados y el recorrido perfectamente señalizado. Hasta
había un grupo de batucada animando la carrera!!!
Todo
perfecto… hasta que las cosas se empiezan a torcer…. Sabiendo que era una
distancia que no suelo correr, desde el principio de la prueba fui siempre
intentando regular las fuerzas y no dejándome llevar por las buenas
sensaciones. Siempre que la carrera picaba hacía arriba trataba de regular el
esfuerzo y en las zonas donde se podía correr, no me dejaba llevar por las
emociones y ponía una marcha menos. Bebía agua cada poco, cada hora tomaba mis
sales y en los avituallamientos siempre comía algo. Así discurrió la carrera
durante 26 kilómetros, disfrutando del espectacular entorno natural de la
sierra de la Alfaguara y de la sensación
de libertad que produce el hacer algo que te gusta y con lo que disfrutas.
Salvo por un “pequeño” percance un una zapatilla en el kilómetro 18, rasgué la
tela del empeine con una piedra, todo iba a pedir de boca.
Pero
como no todo se puede controlar y a veces tu propio cuerpo es un auténtico
desconocido hasta para ti mismo, a partir del kilómetro 26 todas esas buenas
sensaciones que había tenido, se convirtieron en todo lo contrario. De repente
empecé a sentir unas continuas ganas de vomitar, que finalmente se hicieron
realidad. A partir de ese momento, la carrera se convirtió en un auténtico
calvario y más aún teniendo en cuenta que me encontraba al inicio de la gran
dificultad de la prueba, el ascenso a la cruz de Alfacar; 2,5 kilómetros de
subida con 600 metros de desnivel positivo…. Al primer vómito siguieron otros
cuatro a lo largo de la subida. No era capaz de recorrer ni 200 metros sin
tener que pararme para coger un poco de aliento, pues veía que las fuerzas se
escapaban a cada paso. Gracias a todos los corredores que se preocuparon por mi
animándome y ofreciéndome agua, geles y sales. Finalmente y después de casi una
hora y media de esfuerzo conseguí llegar a la cima, eso sí, hecho fosfatina y
con unos calambres en los aductores que me hicieron plantearme seriamente
quedarme allí y que la organización viniera a buscarme. Gracias a otro corredor
que me vio sentado cual trapo de cocina y me aplico réflex pude continuar; ya
sólo quedan 3 kilómetros y había que terminar costase lo que costase. Los
últimos kilómetros, aunque de bajada, fueron un auténtico suplicio, sin
fuerzas, pero gracias a un último milagro, Carlos apareció al rescate, pude
terminar la carrera, eso sí llevado en volandas por él. Una gran Mónica y Aitor
alcanzaron la línea de meta minutos después.
Fin
de semana inmejorable con muy buenos momentos y con muchísimas risas, coronado
con una carrera, que pese a todo, y con el paso de los días, deja muy buen
sabor de boca. En lo personal, sin palabras de gratitud hacía Carlos por ser su
ayuda, solo puedo decirte: GRACIAS. Disculpas a mi Ana por el mal rato pasado
por tanta espera.
GO TORTUGAS GO…..!!!!
Santi
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