Hace un año conseguí uno de los pocos podios de mi
carrera deportiva, si se puede llamar así… Fue tan inesperado que la ilusión
que sentí en ese momento no se podría expresar con palabras, y más teniendo en
cuenta el lugar, la localidad de Cistierna.
Así que este año, pese a no estar inscrito en la
Copa Diputación, la “carrera nocturna Villa de Cistierna” la tenía anotada en
el calendario como una de las carreras a las que no podía faltar, no tanto por
esperar en volver a repetir la hazaña, si no por volver a sentir y disfrutar de
una ilusión enorme y por la magia que tiene correr por la noche.
A las 22 horas del pasado sábado un centenar de
intrépidos corredores, equipados con nuestro frontal, tomamos la salida en la
plaza del ayuntamiento de la Villa de Cistierna. Aunque el día se encontraba a
las puertas de su ocaso, para nosotros era el orto de una carrera que en sus
primeros metros discurría a un ritmo vertiginoso propiciado por el terreno
favorable que transitaba por las calles asfaltadas de la localidad para dar paso a las que fuesen
las antiguas vías del tren, que unía la localidad con el cercano lavadero de
carbón de Sabero, reconvertidas ahora en senda.
De ahí la
carrera nos llevaba a los pies de Peñacorada, mostrándonos de refilón, casi sin
darse cuenta, la belleza de esta montaña mágica, santo y seña de la villa. Subidas
exigentes y bajadas rápidas, todo ello combinado con zonas muy corribles, iluminadas con los últimos
rayos de luz. Vuelta a la localidad para transitar, en los últimos kilómetros, por
sus calles donde siempre encontrabas un grito de ánimo, para terminar en el
lugar en el que empezó esta preciosa carrera, la plaza del ayuntamiento.
En esta ocasión, no hubo milagro, el cajón tendrá que
esperar para mejor ocasión, pero lo que si hubo fue la misma ilusión y la misma
sensación de haber disfrutado corriendo.
GO TORTUGAS GO!!
Santi.
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