Volver a las carreras después de una época de sequía, mucha sequía, es duro. Menos mal
que cuando te rodeas de personas que les gusta el deporte, más pronto que
tarde, empiezan a salir planes e inscripciones como de la nada.
Algo así sucedió con los 10Km de la Virgen del Camino, que si para entrenar, que si para
correr, que si para pasar el domingo, nos apuntamos y
casi sin darnos cuenta llego el día de la carrera.
La verdad es que afrontamos la carrera como un paseo de 10 Km, cuando corres fuera
de tu ritmo y sin más pretensión que de ir en grupo se disfruta el triple y
vives de verdad el ambiente de la carrera, el problema es que pierdes esa
sensación de subidón final de endorfinas cuando acabas consiguiendo tus metas… pero bueno… esa es una guerra que ahora no
toca.
Por la mañana temprano cogí el coche con intención de hacer la ronda de taxista y
buscar a mis compañeras de batalla. Llegamos con el tiempo suficiente de
tomarnos un café tranquilamente y empezar a dialogar sobre las capas de ropa
que debíamos ponernos antes de ponernos en la línea de salida, los merecidos
premios gastronómicos que nos íbamos a regalar después de la carrera, que sí
que pereza salir ahora… que sí que frío…. Esas cosas naturales que se piensan
cuando ves a todo el mundo calentar y tú no tienes ganas más que de ver pasar a
la gente… Menos mal que cuando estábamos en proceso de desperezamiento
aparecieron las tortugas para recordar, no solo a mí, sino a todo el mundo, lo
divertidas que son las carreras, las ganas de hacerlas, las fotos, las risas,
los chistes… y es que sin darnos cuenta ya estábamos esperando en la salida la
cuenta atrás.
La Carrera consistía en dos vueltas de 5 Km alrededor de La Virgen de Camino,
finalizando al pie de la Basílica. Disfrute muchísimo de las dos vueltas,
además iba preparada a un viento fuerte de cara en la zona del aeropuerto y ese
domingo parecía estar de vacaciones y dio tregua, en su lugar un grupo de
músicos con sus gaitas gallegas amenizaban el paso.
Pero lo importante de esta carrera no era hacerla tranquila, ni el aire, ni las
gaitas, lo importante era que en esos 10 Km íbamos a tirar de una de nuestra
compañera a muerte para que pudiera mejorar su tiempo en esa distancia.
Ya en la primera vuelta el tiempo era bueno, y si ella conseguía seguir con ese ritmo
sería capaz de alcanzar su objetivo. En los espacios donde nos cruzábamos con
otros corredores me encantaba ver a mis compañeros de las tortugas y le soltaba
todos mis gritos y mis ánimos, mientras seguíamos camino de la meta y con casi
toda seguridad íbamos a conseguir el propósito de la misma.
Cuando subimos el último falso llano y giramos a la izquierda para entrar en los
jardines de la Basílica, ya se podía ver el crono indicándonos que habíamos
llegado de sobra a la meta. Fue genial ver la cara de mi amiga pasando el crono
y viendo que había logrado su objetivo y para mí un lujo poder disfrutar de
ello.
Al acabar te daban la bolsa del corredor con un montón de cosas, pero desde luego,
la que es digna de mención es el botellín de cerveza leonesa que seguro que a
la gran mayoría le alegro tanto como a mí.
Para despedir la velada me reuní con mis tortugas y nos hicimos la foto de fin de
carrera de rigor (ojos cerrados, grrr ). Por muchas fotos, siempre con las
tortugas
María Eugenia Caballero
Club de running, trail running, duatlón, triatlón, ciclismo, natación en aguas abiertas y todo lo relacionado con el deporte, desde la amistad y el buen rollo, porque aunque llegues el último en una prueba, siempre tendrás por detrás a los que no se atrevieron a correrla.
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