Es sábado 7 de octubre y después de ver unas cuantas fotos por redes sociales de una carrera en un pueblo de Valladolid que nos animaron a apuntarnos ahí estamos Aitor y yo dispuestos a correr y Moni dispuesta a animar como la que más.
Llegamos en torno a las 7, con mucho tiempo para poder prepararnos, ver el recorrido, recoger el dorsal y disfrutar de los participantes de la prueba de BTT.
La prueba consiste en un sprint de un kilómetro por la cuesta que sube desde Arrabal a Portillo, llamada empedrada y termina en lo alto de la torre del Castillo de Portillo, con una escalera de más de 100 peldaños, la cosa prometía ponernos las pulsaciones a mil.
En el reconocimiento previo hacemos nuestras cábalas; hay que salir despacio para aguantar bien, luego la subida andando rápido y al terminarla correr en el tramo más llano; la organización calculaba que el tiempo medio de los participantes sería de unos 8 minutos, ninguno de los tres lo veíamos factible.
Poco a poco se acerca la hora de salida del primer corredor, las 8 y media, así que recogemos el dorsal y nos cambiamos para convertirnos en caballeros dispuestos a asaltar el castillo, con la camiseta de Tortugas por coraza. He dicho que sale el primer corredor porque la salida es individual con 30 segundos entre participante, segundo reto, no ser doblado, tampoco lo vemos factible.
Vamos calentando y seguimos hablando de ir despacio, de hacer la subida reservando fuerzas… pero entonces llega nuestro turno, Aitor es el 54 y yo el 55 así que salimos seguidos, y dice el speaker “dorsal 54, Aitor Martín del equipo Tortugas Trail León, viene de Laguna de Duero y sale en 3, 2, 1, YA” y el tío va y sale como un rayo, se acaba de caer mi estrategia.
Y llega mi turno “dorsal 55, Diego Próspero Cañón, el compañero de Tortugas Trail León, viene de Trobajo del Camino y tomará la salida en 10, 5, 4, 3, 2, 1, YA” y no iba a ser menos que Aitor, salgo como alma que lleva el diablo, se empieza a notar la pendiente, hay voluntarios cortando la carretera y animando y sin darme cuenta ya estoy en la empedrada, un ambiente espectacular, sin luz artificial y con la subida iluminada con antorchas, tras una cuerva a la derecha aparece un montón de público que anima muchísimo, pero entre todos destaca Moni con sus “Vamos Tortuga!, (es el nombre del equipo), VAMOSSSSSSSS TORTUGAAAAAAAAAAAA”, subo corriendo, ¿dónde ha quedado la estrategia? Y voy recortando hueco a Aitor al punto de ir casi pegados, pero al llegar arriba, decido respirar un poco porque llega mi espada de Damocles, las escaleras de caracol que, por si no lo sabéis, me dan muchísima angustia.
Callejeando por el pueblo respiro y Aitor se me escapa, pero no importa, mi objetivo es disfrutar del ambientazo, guardarlo en mi mente porque se lo merece y, sobre todo, terminar y ya de puestos hacerlo en menos de 8 minutos y que no me doblen.
Llega la entrada del castillo, alfombra roja y arco de flores para recibir a los héroes y la escalera de caracol iluminada con velas y un organizador animando desde arriba desde el mismo instante en que apareces por la puerta, ¡qué subidón! y de pulso también.
Llego arriba, toco la campana y ahí está Aitor para recibirme con un abrazo, parece que él también ha disfrutado, nos hacemos una foto, y luego tenemos que pedir un par de mantas térmicas porque nos toca esperar que suba un grupo de corredores hasta poder bajar y la verdad es que con el pulso a mil y la bajada de temperatura lo más sencillo es ponerse malo en mi caso, o empeorar en el de Aitor.
Las grandes esencias vienen en frascos pequeños, ¡en 2018 a conquistar el castillo Tortugas!
Diego
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