El pasado domingo tuvo lugar la que es considerada como la
mejor carrera en categoría Trail, sin ser ultra, de España, la carrera Alto
Sil.
Desde el día en que unas cuantas Tortugas nos inscribimos a
ella, allá por el mes de noviembre del pasado año, en mi mente estaba grabado a
fuego el día de la carrera.
Escribir una crónica que sea fiel reflejo de todas las emociones, pensamientos y
sentimientos que pasaron por mi mente y por mi cuerpo a lo largo, no solo de
los 32 kilómetros y casi cinco horas, que
para mi duró la prueba, sino también de
los días previos a ella, se me antoja realmente difícil.
La semana anterior se paso deseando que llegase el sábado por la
mañana, momento en el que un grupo de Tortugas (Aitor, Mónica, Laura, Graciela,
Ana y yo), nos encaminamos a la
localidad de Noceda del Bierzo, al Hotel Rural “Las Fontaninas”. Fue llegar y empezamos
a respirar el ambiente de las carreras, ese que hace que empieces a notar
cierto hormigueo en el estómago, pues, al igual que nosotros, estaban
hospedados más corredores, y como será este mundo del trail, que nada más
bajarte del coche saludas y empiezas a hablar con personas que no conoces de
nada, pero a la que te une algo tan grande como es el amor a este deporte. Por la tarde llegó la hora de recoger los
dorsales, por lo que nos desplazamos a la localidad de Santa Cruz del Sil,
donde nos esperaba Nacho. Nada más pisar el pueblo fuimos recibidos al grito
de: “Son las Tortugas!!!”, eso es lo que le dijo una niña a su madre pues nos
conocía del Snow Cross de Leitariegos. Si es que ya nos conocen allá por donde vamos… !!
Ya desde este momento sientes la magia tan especial de esta
carrera, pues la entrega de los dorsales
se realizaba en una casa de las que todos denominamos como la típica de pueblo,
de piedra y madera, y que si pudiera hablar te contaría mil historias
diferentes. Como no puede ser de otra manera, tras la recogida de los dorsales
nos fuimos a hacer lo que mejor se nos da, a tomar una cerveza y mezclarnos con
el resto de correderos y dejar que en cada poro de nuestra piel penetrase el ambiente
trailero que inundaba cada rincón de la pequeña localidad.
Cena de pasta y pollo de rigor y a la cama a intentar
dormir. Creo que esa noche corrí la carrera, al menos un par de veces… y por fin llegó el tan deseado y a la vez,
temido día, porque por mi cabeza pasaron sentimientos contra puestos, de desear
empezar a correr y a la vez de tener respeto, mucho respeto por lo que en
tantas ocasiones te han dicho que va a ser duro.
Al parking
habilitado por la organización vamos llegando las Tortugas. Los más
madrugadores Víctor y Alfredo, a continuación Aitor, Mónica, Ana y Yo, casi al
unísono llegan José con Susana y Nacho con Trapero y por último se une Juanjo.
Saludos y abrazos de todos con todos y aunque estamos muy animados y no faltan
las bromas, se puede cortar la tensión con un cuchillo…, hay muchísimo respeto
por lo que nos espera. Nos acercamos todos juntos al arco de salida, ¡¡¡SOMOS
UN EQUIPO!!!.
Foto de rigor, ánimos de nuestros seres queridos acompañados de
un: “ten cuidado”, corro tortuguil con unas palabras de Aitor y llegó el
momento…. Indescriptible…., la piel como escarpias… y dan la salida, los
primeros metros, como en casi todas las carreras, de incertidumbre hasta que
tus piernas entran en situación y poco a poco te vas sintiendo a gusto. Como se
lo había prometido, voy con Trapero, y con nosotros viene José, somos una piña
y así transcurren los primeros kilómetros que son de subida.
Primera gran
bajada y
llegamos al muro, aquí toca paso corto y mirada al frente, pues la
subida es fiel reflejo de su nombre. Las fuerzas singuen intactas y ver a Ana,
Mónica y Susana, animarnos en Páramo del
Sil, nos da un plus de energía. Dejamos el avituallamiento y José nos dice que
tiremos que no va bien, en la primera gran bajada otro participante le hizo un
extraño y tuvo que clavar las piernas y los cuádriceps los tiene tocados.
Comenzamos la subida a la Campona, aunque larga se hace bastante llevadera. Aquí
el cuerpo me pide ir más deprisa pero la cabeza y mi buen amigo Trapero me
bajan de las nubes y subimos a ritmo, la carrera todavía discurre por el
kilometro 15 y aún queda mucha tela que cortar. Coronamos la Campona donde
disfrutamos de unas vistas indescriptibles de esta mágica tierra a la que
llamamos el Bierzo y descenso rápido
para llegar a Primout. Si Henri-Marie Beyle sintió al ver Florencia lo que yo
sentí al ver Primout, entiendo lo que se denomina “síndrome de Stendhal”, que
pueblo tan bonito, cada rincón de sus calles y casas son pura belleza. Unos
vasos de bebida isotónica, un sándwich de nocilla, que sabe a pura gloria, en el avituallamiento y listos para
continuar. Los cuádriceps comienzan a sufrir y todavía quedan 10 km y el mítico
Pico Negro. Esta parte de la carrera discurre paralela a un rio y aunque el
paisaje lleno de vegetación y de agua manando de cada rincón de la tierra es
precioso, tienes que estar con mil ojos puestos por donde pisas al tratarse de
una zona con mucha piedra y barro, y así llegamos a los pies del Pico Negro, no
sin antes mojarnos un par de veces los pies cruzando el arroyo de la Pila, que
más que un arroyo es un rio en toda regla.
Comenzamos la subida y no dejo de animar a Trapero, que aunque no me lo
dice, intuyo que no va bien del todo, no paro de mirar hacia atrás y veo que
cada vez lo tengo un poquito más lejos. La subida es dura, realmente dura, los
kilómetros que ya hemos corrido empiezan a pasar factura y el firme no favorece
al tratarse de rocas de pizarra. Las fuerzas se escapan como el agua del arroyo
de la Pila que hemos dejado atrás y es cuando llega el momento de la fuerza
mental, esa que te hace seguir, paso a paso hacia la cima. Me encuentro con
otro participante, creo que de un país de Europa del este, y a lo largo de la
subida, no dejamos de repasarnos el uno al otro y animarnos mil veces a la voz
de ¡¡Forza!!. Y por fin coronamos entre el griterío de una veintena de
personas que no dejan ni un segundo de
animar a cada corredor. Me tengo que parar porque los cuádriceps se me han
quedado bloqueados, qué dolor, breve pero intenso, intento masajearlos y poco a
poco consigo doblar las rodillas. Miro hacia abajo y no consigo ver a Trapero,
no puede ser….
Pasan unos minutos eternos y por fin le distingo entre un grupo
de corredores. Le grito palabras de ánimo y al cabo de unos minutos corona
también, le pregunto cómo va y me dice que tiene los calambres de la muerte,
que no puede seguir y que tire. Yo le
respondo que no, que descanse un poco y que trate de doblar las rodillas pero él
me dice que no puede. Al fin comienza a caminar pero a escasos 100 metros se
vuelve a parar y ahora si me deja claro que no puede seguir, los cuádriceps le
están matando. Tremendo jarro de agua fría, veo en su rostro la impotencia y la rabia… Decido continuar, llevo las
piernas rotas, al límite, y el verme sólo me deja tocado anímicamente, pero me
digo a mi mismo que ya sólo quedan 6 kilómetros y que tengo que tirar sea como
sea, ahora no me puedo rendir. Este tramo final se me hace eterno. En una bajada
bastante pronunciada me retuerzo el tobillo izquierdo y apunto estoy de irme al
suelo, consigo recuperarme y tras otro amago de calambres en los cuádriceps por
fin veo Santa Cruz del Sil. Entro en el pueblo y no veo el momento de cruzar la
meta, el asfalto me está matando y las piernas me han dicho basta, hasta aquí
hemos llegado, así que los ultimo metros los hago andando, giro una curva y comienzo a escuchar mi nombre,
es Mónica que me acaba de ver, y unos metros más adelante veo a Ana y Laura
dejándose la garganta en ánimos y por fin el arco de meta…se acabó…. lo he
conseguido…!!!
Gandhi dijo: “ La
satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro. El esfuerzo total es una
victoria completa”. Cada uno del
casi medio millar de participantes que tomamos la salida en Santa Cruz del Sil,
somos el ejemplo de esa frase, y aunque primero solo llegó uno, el
extraterrestre Jim
Walmsley, el derroche de esfuerzo y sufrimiento desplegado por cada uno nos
hizo victoriosos a todos.
No puedo cerrar esta crónica sin
dar las gracias a los cientos de personas que nos animaron a todos y cada
uno de los corredores a lo largo del recorrido y sin mencionar y agradecer a todos
los miembros de la organización, los cuales son los que realmente han hecho que
esta carrera sea lo que es, la mejor carrera de trail de España. Gracias.
Gracias a Miguel y Natalia por
abrirnos las puertas de su casa, el Hotel Rural Las Fontaninas y tratarnos como
uno más de su maravillosa familia. Gracias.
Gracias a todas vosotras, las
que siempre estáis ahí, las que sufrís nuestros entrenamientos, las que
madrugáis los fines de semana para acompañarnos en las carreras y siempre, siembre
estáis animándonos. Gracias.
Alberto,
te dedico esta crónica porque sin ti no lo hubiera logrado. Gracias.
GO TORTUGAS GO!!
Santi.
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