Llevaba un tiempo buscando una carrera por una de las
tierras que tengo raíces, Frómista en Palencia, así que cuando vi esta prueba,
casi ni miré los kilómetros de que constaba y ya mi dedo había hecho clic, mientras
mi corazón y mis piernas quieran y puedan, soy un mandado y solo me queda
obedecer….
La carrera constaba de 48 kilómetros que nos llevarían desde
Palencia (salida en la dársena del Canal de Castilla, Museo del Agua)
continuando durante todo el recorrido a ambas márgenes del Canal hasta la
localidad de Frómista, con la meta situada junto a la iglesia de San Martín. Se
celebraba simultáneamente con el recorrido de 107km que llevaría a los
participantes a localidad palentina de Alar del Rey.
Era la primera vez que
en llano me enfrentaba a esta distancia, en montaña si había hecho estos
kilometrajes pero allí es otra historia, así que el día señalado a la hora H me
encontraba en el punto de salida buscando el sol, ya que los 5 grados que
debíamos tener rascaban…
Tras pasar el pertinente control de material, accedimos al
arco de salida, me encuentro con un compañero runner de Madrid, charlamos
mientras nos situamos, reviso que todo lo tenga colocado como mis manías me
ordenan y tras el pistoletazo parto hacía la tierra que lleva un tiempo
llamándome para que la visite. El recorrido no tiene pérdida, siempre vamos
junto al canal, solo iremos cambiando de orilla en diversas partes del
recorrido, puentes y esclusas serán los puntos que nos sacarán de la pista para
cruzar de lado a lado.
Empezamos los primeros kilómetros, me pongo a un ritmo
cómodo, voy observando el paisaje y me recuerda bastante a los paseos por los
canales holandeses. Me doy cuenta que mi olfato por mucho que intenté
acostumbrarlo al campo y al aire libre, está totalmente urbanizado, si fuera
perro mi trufa estaría en éxtasis, según avanzamos encontramos multitud de
olores hierba, río, chopos, vacas…me encanta abandonar por unas horas el
asfalto…Pasamos el primer avituallamiento alrededor del kilómetro 14 en
Villaumbrales, apenas me detengo, el recorrido son larguísimas rectas, pero voy
con bastantes fuerzas y todavía psicológicamente apenas me afecta. Llegamos al
kilómetro 24 el único avituallamiento con sólidos, me alimento e hidrato bien,
a partir de aquí me acompañará la soledad, apenas me cruzaré con algún otro
corredor y voluntarios de la prueba. Mi chip mental cambia automáticamente, en
vez de contar los kilómetros que llevo, mi cerebro va en modo countdown llevando
los que me quedan para finalizar. Voy metido en mis pensamientos y sé que queda
poco para que llegue el afamado “muro”….el va a venir y yo sé que estaré por
aquí, así que nos vamos a encontrar si o si…pasan los kilómetros, notó ya el
cansancio, la cabeza empieza a decirme que estaría mejor andando, pero sé que
ahora mi coco tiene que ser un martillo pilón, y parafraseando al sabio de
Hortaleza, solo me repito “y seguir, seguir, seguir, y volver a seguir y
seguir….” Veo el kilómetro 42,19 la distancia de la maratón en el GPS, miro el
reloj 3 horas 53 minutos, me quedan menos de 6 kilómetros, las rectas ya se me
hacen infinitas, apenas se mueven los kilómetros, en cuanto llego a la
preciosa esclusa de Frómista, donde abandono el canal para introducirme en el
casco urbano para llegar a la línea de meta, al final hago 4 horas y 30 minutos.
Una prueba con multitud de cosas positivas, pero si tengo
que elegir alguna me quedo con la que hizo que para mi fuera una carrera muy
especial, el recuerdo que me acompaño durante todo el día de la que fue mi
abuela, mi segunda madre y el destino quiso que también un día mi niña
preciosa.
Hablando con los compañeros corredores en la pre y post
carrera, ya se me metió otra idea en la quijotera a estudiar esta semana en
cuanto tenga un rato libre, de la que solo me hablan maravillas, los 101km de
Ronda……
Que esto no pare
Go Tortugas
Marcos
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