EL TÍO DEL MAZO, MAMPODRE

El Tío del Mazo

Primer día de octubre. La Montaña de Riaño y Mampodre espera. Llegamos el viernes por la tarde a Liegos, un pequeño pueblecito de la montaña de Riaño, en el que una acogedora casa rural nos esperaba con la lumbre prendida. Nos asentamos en nuestras habitaciones y damos un agradable paseo hasta la hora de cenar. Empanada, tortilla y un poco de embutido de León para coger fuerzas para la mañana siguiente. A las 7:50h suena el despertador, lavado de cara, café cargado-sin azúcar por favor- y un par de bollos de rico chocolate. Pilas a tope y viaje a Maraña completado en apenas 10 minutos.

Es increíble la cantidad de ganado que hay a ambos lados de la carretera, es muy palpable que estamos en el corazón de la montaña leonesa y muy cerca de Picos de Europa. Es un gustazo levantarse con estas vistas. Ya en Maraña recogemos el dorsal y la bolsa del corredor. Últimos preparativos y leve carrerina para calentar, que a pesar del buen tiempo que tuvimos, no hay que olvidarse que en octubre en la montaña ya refresca. 10:00h en punto, salida. Primeros metros por la calle principal del pueblo hasta doblar la esquina y encontrarnos con LA PARED. Comienzan los fuegos artificiales. Por delante 2,5 kilómetros con algo más de 600 metros positivos de desnivel.

Fila india y poco a poco para arriba. Pasito a pasito, sin mancarse. Prácticamente una hora después coronamos el Collado Gistral con las patas ya calientes. Con una pequeña, pero resbaladiza bajada podemos recobrar un poco el aliento, para a continuación volver a ascender otros buenos metros que nos ponen a bailar. Con un sol radiante en el cielo, me empiezan a sobrar las prendas térmicas que llevaba encima, pero aguantamos. Directos ya al primer avituallamiento hago grupo con un buen hombre de Madrid, pero que conoce la zona al dedillo ya que su suegro es nacido en Maraña. Me reconoce abiertamente que es inmensamente feliz cuando se puede escapar del bullicio y alboroto de la capital y pasar unos días por las praderas que estamos pisando. Esto me recuerda al estribillo de una canción muy de moda en el último verano: “lo mejor de Madrid es cuando vuelvo pa´ León”. Sus autores, Catalina Grande Piñón Pequeño, unos locos leoneses con letras irreverentes y muy divertidas. Buscarlos en Spotify.

Collado Valverde a la vista con la primera parada obligada para comer y beber. Gominolas, fruta, agua y un poco de Coca-Cola. Mi ansiado bocadillo de cecina sigue sin aparecer en los avituallamientos. Continuamos a por los últimos 10 kilómetros. Al momento vuelvo a hacer piña con un chico asturiano, de Avilés. Me cuenta que es su primera carrera, y que está disfrutando muchísimo. Nos ponemos a charlar de nuestra vida, deporte, etc; y las subidas y bajadas se hacen más llevaderas en compañía. Es maravilloso conocer a gente con los mismos gustos y aficiones que tú. Seguimos juntos a buen ritmo guardando fuerzas para el final. Kilómetro 12, siguiente parada para repostar. Más gominolas, más fruta, más Coca-Cola y deseando oler ya la parrillada que nos esperaba en meta. Pero ay, llegó el tío del mazo. A poco más de 4 kilómetros para llegar comienzan los terribles calambres en pies y tobillos, y justo en ese momento arranca la última subida antes de la bajada directa al pueblo. Mi querido asturiano insistía en esperarme, pero no podía permitirme que nos disfrutase de los últimos kilómetros de su primera vez, así que prácticamente le obligué a que siguiera hacia adelante él solo. Nos vemos en meta amigo. 2000 metros en bajada nos separaban del arco final. Imposible correr, solo podía andar. 1000 metros finales y hago lo imposible por empezar a correr para entrar en meta dignamente. Y allí estaban ellos, como siempre. Mi mujer y mis hijos.

Creo que es la vez que más me he emocionado al verlos, y creo que mucho tenía que ver el mal rato que estaba pasando con las piernas hechas polvo. Pero el verles me dio el último empujón que necesitaba. Meta en 3:05:27. Iba con expectativas de bajar de 3h, pero el final de carrera se hizo muy muy muy muy cuesta arriba. Uno de los mejores recuerdos que me llevo es el abrazo de mi querido asturiano, que me estaba esperando para agradecerme todo lo vivido en las montañas del Mampodre. Más emoción si cabe. Maraña, volveremos a vernos. GO TORTUGAS GO!!

Fdo: BETO.