BATALLONA 2015
Atendiendo a la llamada forzosa del “lado oscuro”, como
diría Darth Vader; sin titubeos y sin rechistar, asumo mi situación y todo lo
que conlleva de consultas médicas, preoperatorios, quirófano, rehabilitación
etc… con el único fin en mi mente de volver a recuperar todas las sensaciones
que sabía iba a perder y que todavía hoy, aún no sé si podré recuperar.
Pero la vida es así y pasar por este tipo de situaciones tiene
su lado bueno, ya que te sirve para resetear tus propias escalas de valores y
prioridades y a ver las cosas con cierta perspectiva, sobre todo aquellas en
las te has implicado con mucho ímpetu y que de un modo u otro, han terminado
cobrándote un peaje.
En estos meses de inactividad total, había una fecha
rondándome la cabeza y que coincidía casi de manera cabalística con los plazos,
si es que se iban cumpliendo escrupulosamente, de mi rehabilitación deportiva;
así que de manera “insensata” e “impulsiva”, me inscribí en esta Batallona
2015 sin tener la más remota idea de lo
que iba a ser de mi tres meses después.
Con mucha suerte, y después de pasar el visto bueno de mi
cirujano, comienzo el día 12 de junio
una meticulosa tabla de recuperación diaria con pequeñas series para
poder volver a recuperar la forma y veo que cada día el progreso es lento pero
avanza y me hace ganar confianza a pesar de que las sombras y los miedos que
tenemos en nuestras cabezas cuando pasas por lesiones, se aparecen con
frecuencia.
Llega el día señalado, y una vez en el escenario majestuoso
y bello de Somiedo, tengo la impresión de que todo aquello me viene grande,
demasiada carrera, demasiado técnico el suelo para mi estado físico, etc… y mi
propósito desde un principio es retirarme en Valle de Lago, que coincide con la
mitad del trazado y creo que, como toma de contacto, sin haber pisado una trail
desde noviembre, es suficiente y no puedo pedir mucho más.
Al llegar al alto de la Farrapona, me reencuentro con otras
“tortugas”, y tras los besos, abrazos y sonrisas de caras amigas, el estímulo
aumenta y la motivación para afrontar lo que para mí es casi inalcanzable,
ahora ya me lo parece menos, gracias a ellos y a sus ánimos.
Tras una salida un tanto desorganizada, en la que ni
siquiera sonó el himno de León, para asombro del bando leones, viendo las caras
con las que nos miramos unos a otros ante semejante falta de respeto a nuestros
símbolos y en la que tras el “Asturias Patria Querida” comienzan en la megafonía con una cuenta atrás,
salimos un tanto desconcertados comentado el desorden. Puedo decir que el año
anterior, bajo la lluvia y a 8 grados, ambos bandos cantamos nuestros
respectivos himnos, con respeto, soportando las condiciones meteorológicas
estoicamente pero con el fervor y el ánimo que hacen de esta carrera ser tan
mágica y especial para un asturiano o un leonés, y a la vez, tan distinta de
todas las demás carreras de montaña, por este tipo de detalles, por lo menos
para mí; será que me
estoy haciendo viejo y la parte emocional muchas veces me
puede más…
Según van transcurriendo los primeros kilómetros, hasta
llegar al lago Cerveiriz, el tráfico es denso y se empieza a diluir en las
enormes praderas de los pastos de arriba, pero cuando llegamos para bordear la
montaña que nos lleva hasta el lago del Valle, por un sendero estrecho y con
riscos, para un solo corredor, noto dos cosas, que salgo mucho más retrasado
que el año pasado y que el número de corredores es mayor con lo cual la fila de
a uno es interminable y el ritmo es más de peregrino que de corredor, cosa que
a mí me beneficiaba, por la condición de lisiado en proceso de recuperación que
llevo.
Pasando el lago del Valle, comienza ya la bajada casi
directa a La Pola, unos doce kilómetros de camino muy pedregoso y que no se me
hacen cómodos, lo cual me recuerda a la idea que traigo desde el principio, que
es retirarme en Valle de Lago.
Mientras llego y no
llego a Valle, y viendo que no tengo demasiados corredores cerca, me concentro
en buscar un ritmo que me permita llegar sin mucho desgaste y deseando que mi
cuerpo no me de ningún aviso inesperado en mi parte “reparada”, ya que entonces
no daría un solo paso más, por sentido común y ahí hubiera acabado todo.
Llegando a Valle, el ritmo marcado que llevo es de 5´30 - 5´40 y en bajada no me está suponiendo un
esfuerzo de cardio, con lo cual decido continuar ya hasta donde las fuerzas me
lo permitan; y es partir del 19 donde ya me están sobrando los 3 kms que
faltan, y entonces me doy cuenta que he estado casi 6 meses parado y en apenas
20 días que llevo de entrenos, mis piernas solo han recorrido 80 kms, y aunque
no he tenido desgaste en este tiempo, me falta fondo; pero como bien sabéis, a
esas alturas, casi si no terminas corriendo, hasta lo puedes terminar andando.
Acercándome ya a Pola, veo que el objetivo, grande para
mí en este momento, lo voy a conseguir y me siento satisfecho, pero aún más
cuando llegando a meta recibo los ánimos mi “apoyo médico” y de Marcos, un
auténtico depredador de kilómetros, y mejor persona aún, que hizo un tiempazo
sin darse nada de importancia; y Edu, una tortuga incondicional, grande y noble
como él sólo que estaba en el sitio oportuno para darnos el último aliento en
la llegada ya que una lesión larga lo va a tener fuera del circuito una
temporada, pero volverá.
Me uno al equipo de animadores, para jalear la llegada de
nuestras chicas Henar y Vero, gracias a las cuales les debemos la victoria de
León , estoy seguro, y que han hecho un carrerón tan estupendo como lo son
ellas; y nos faltaba el bueno de Carlos Reinoso, que se lo tomó con más calma,
pero entró a lo grande y haciéndose esperar, pero entró y remató la victoria
del bando leonés, que ni regalándoles a los asturianos algunos minutos de su
tiempo, consiguieron ganarnos.
Posterior comida de equipo en Pola, todo ha salido bien para
todos, hemos regresado bien, y después de este empate logrado con sudor y
esfuerzo por el bando leonés, el año que viene volveremos, pero sólo correremos
si nuestro himno suena y se canta como es menester.
Por Juanjo.
Por Juanjo.
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