Hay cientos de lesiones que nos podemos realizar cuando salimos a correr por la montaña, pero las fracturas por estrés están aumentando entre la población de corremontes, a pesar de que se pueden evitar fácilmente.
Miles de golpes cada día de entrenamiento. Correr por la montaña es un ejercicio muy sufrido para nuestro cuerpo, ya que cada zancada supone forzar tejidos y huesos, algo que , repetido de forma continuada es lo que nos acaba llevando a nuestro mayor temor: sufrir una lesión que nos tenga en el dique seco.
Cuando hablamos de lesiones óseas, a todos nos viene a la cabeza las típicas roturas de hueso derivadas por caídas o golpes, pero no todas las fracturas óseas se dan por estas razones y cada vez son más habituales las fracturas por estrés, algo que comprenderemos mejor cuando sepamos de qué se trata.
Se considera fractura a la falta de continuidad en una estructura ósea. En la mayoría de los casos, estas fracturas son consecuencia de acciones traumáticas. En el caso de las fracturas por estrés, el resultado viene dado por una reiteración prolongada y repetitiva de fuerzas o micro traumatismos de bajo impacto.
Es decir, que esa pequeña molestia en la planta del pie o en la tibia, que poco a poco y día a día nos va doliendo un poco más, se puede acabar convirtiendo en una fractura por estrés, ya que nuestro organismo no es capaz de recuperar a tiempo el daño que le vamos ocasionando, llegando a convertirse en un problema que nos puede dar más de un quebradero de cabeza.
Aunque hay principalmente dos tipos de fractura por estrés, la que más nos interesa a os corredores es la fractura por fatiga, en la que el hueso, al ser sometido a fuerzas demasiado fuertes, se va debilitando hasta que no puede aguantar más y sufre la fractura.
Lo más importante para evitar una fractura por estrés es escuchar a nuestro cuerpo; un daño de este tipo no aparece de un día para otro, sino que el dolor asociado comienza siendo una pequeña molestia, por lo que en la mayoría de las ocasiones, seguimos con la actividad física como si nada pasara.
Por ello, es importante conocer el ciclo por el que una molestia se acaba convirtiendo en una fractura por estrés; los síntomas son, principalmente, un dolor que va en aumento cada vez que salimos a correr, con la zona enrojecida y, en casi todas las ocasiones, con la aparición de una inflamación.
Si creemos que podemos estar en proceso de sufrir una fractura por estrés, lo principal es acudir al médico, que será el que nos pueda diagnosticar el problema con mayor seguridad y precisión, aunque a veces esta lesión puede ser confundida con otros problemas relacionados con los músculos.
Si ya la hemos sufrido, será el especialista el que nos recomiende un proceso de recuperación acorde al grado de daño, que siempre consistirá en un periodo de reposo activo con actividades menos “dañinas”, como natación o bicicleta, además de terapia de rehabilitación. Una vez recuperados, lo ideal es identificar la fuente del problema para solucionarlo, algo que se podrá conseguir con un estudio de la pisada y de la técnica de carrera.
Pero como todo, la prevención será la mejor receta para no llegar a sufrir estos problemas. Lo principal es que, como en cualquier caso, al sentir una molestia que se repite durante dos o más sesiones de entrenamiento, lo ideal es acudir al especialista para que evalúe el alcance de nuestro problema antes de que sea demasiado tarde.
Hay ciertos comportamientos que parecen comunes a las apariciones de fracturas por estrés, como puede ser un incremento en la distancia, intensidad o frecuencia con la que realizamos una actividad deportiva, no respetar los periodos de descanso, correr más regularmente sobre superficies más duras, como asfalto, o una técnica de carrera deficiente, así como el uso de un material inadecuado a la actividad que estemos realizando.
Tampoco nos debemos olvidar de fortalecer los músculos, que al fin y al cabo son los que sostienen los huesos. Serán los encargados de absorber los impactos de forma que el trauma para el hueso sea mucho menor y que este no sufra más de la cuenta. Y por supuesto, un buen aporte de minerales y nutrientes esenciales a través de la alimentación también será clave para la salud de nuestros huesos.
Fuente: Marcos Francés
Imagen: Bittor Gorosabel. Concurso Salomón
Fuente: Marcos Francés
Imagen: Bittor Gorosabel. Concurso Salomón
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