Todos nos acordamos de la reciente notícia con la que nos bombardearon por tierra, mar y aire sobre el niño de cinco años (Anthony Russo) que había completado una media maratón en dos horas y media , ¿quién no quedó escandalizado y preguntándose como es posible que pasen estas cosas?.
Al cabo de pocos días, el diario ‘El Mundo’ se hacía eco en el artículo ‘Los niños no saben correr’ de un estudio publicado en Estados Unidos en el que la Asociación Americana del Corazón repasaba 50 estudios comprendidos entre el año 1964 y el 2010 en los que se mostraban las capacidades atléticas de niños y jóvenes entre 9 y 17 años en 28 países (un total de 25 millones de niños). A modo de resumen, mostraron un resultado devastador: en la prueba de la milla (1.609 metros) los niños actuales la corren en una media de un minuto y medio más lento de lo que eran capaces de correr los niños hace 30 años.
Las dos notícias están relacionadas, y la primera, aunque parezca simple salsa rosa para los medios, es consecuencia de la segunda, es decir, falta de la cultura del deporte (sano).
El lado oscuro del boom del running
Cómo puede ser que a pesar del boom del running en tantos países, ¿se corra menos que antes? y en consecuencia, si se corre menos en edad temprana, también se corre menos en edad adulta. No hay que irse muy lejos, un gran ejemplo lo tenemos aquí, cada año hay más corredores invadiendo las calles pero en cambio menos corredores de alto nivel.
El boom del running es una noticia excelente para todos los que amamos este deporte, pero sin ánimos de parecer una especie de predicador del fin del mundo runner tal como lo conocemos, hemos de ser conscientes del peligro que ello conlleva para este deporte. Estamos sufriendo una clara pérdida de los valores que comportaban esta práctica (reflejo de una sociedad cada vez más individualista), cuestión que acaba reflejándose en los comportamientos de nuestros amigos.
¿Qué mejor manera de evitar esos comportamientos que empezar a cambiar la tendencia con los que tenemos más cerca? ¿Qué mejor que poder contagiar nuestra afición a nuestros propios hijos?
Y no, no se trata de poner a correr a nuestra hija cada día al lado nuestro. No es buena idea, los padres ni son los reyes, ni tampoco entrenadores.
Existe un pequeño reducto de resistencia que trata con todas sus fuerzas (a pesar de sus limitados recursos) de educar a futuros corredores para que amen a este deporte: son las escuelas de atletismo.
Las escuelas de atletismo
Muchos corredores de mi generación (nacidos en los 70/80) tuvimos la suerte de correr ya de pequeños o adolescentes y eso, sin duda alguna, fue encontrar el deporte perfecto para nosotros, y lo demuestra el hecho que muchos aún seguimos practicándolo, y a pesar que algunos hayan tenido épocas sin correr, al final muchos han vuelto a la práctica.
Unos llegaron al atletismo rebotados de otros deportes (donde el compañerismo y el ambiente no era el mismo), y otros vinieron motivados por otro boom (JJOO de Barcelona’92) pero todos acabamos en el mismo sitio: en las escuelas/clubs de atletismo. Allí nos enseñaron cosas como mejorar nuestra técnica de correr, las normas, etc… pero sobretodo nos educaron atléticamente, inculcándonos el ser buenos corredores, y eso no significaba ser los más rápidos o los más resistentes, si no el saber competir, es decir, a saber ganar, pero sobretodo a saber perder, sin perder la ilusión y la alegría en ninguno de los dos casos, a esforzarnos con lo que nos pedían los entrenadores, a ser disciplinados y por encima de todo a ser generosos con los compañeros. En definitiva, una buena escuela de atletismo te educaba en los valores intrínsecos al deporte.
Uno de los principales problemas de las escuelas de atletismo en la actualidad (a parte del poco o nulo apoyo económico) es el escaso conocimiento que hay en general de su existencia y la poca conexión con el deporte escolar. Al mismo tiempo, compiten contra escuelas de deportes de equipo, donde las “recompensas” no son tan a largo plazo como en el atletismo (un gol o una canasta).
Pero en contraposición con otras escuelas como las de fútbol, las escuelas de atletismo son capaces de albergar diferentes tipos de “biotipos” de niños, es decir, todo el mundo es bienvenido, ya que después de un tiempo jugando y probando diferentes disciplinas (velocidad, fondo, saltos, lanzamientos, etc…) hay muchas posibilidades de encontrar la disciplina más adecuada a las aptitudes de cada uno.
¿Entrenadores o padres entrenadores?
Echando la vista atrás, era totalmente impensable practicar este deporte de manera “autónoma” fuera de las estructuras de un club y su escuela, (salvo muy raras excepciones), un padre o una madre no está preparado para ser el entrenador de su propio hijo, ya que los motivos básicos por los que un niño practica deporte se pueden poner en riesgo. ¿Qué motivo lleva a un niño a practicar deporte? Relacionarse con otros niños/as, integrarse, jugar, disfrutar, pasárselo bien, pero si todo esto lo pierde y es substituido por presión (que muchas veces un padre puede ejercer sin darse ni cuenta) dejará de divertirse y a la vez de querer correr.
Un entrenador corrige, pero un padre no debería hacerlo mucho (ya que el niño se siente evaluado y le puede bajar la autoestima). Un padre puede motivar: ¡que bien lo has hecho! (motivar para reforzar, animar) pero no exigir, ni darle demasiada importancia al resultado, ya que es un arma de doble filo cuando las cosas no salen bien. No hay que quitar autoridad a los entrenadores, ya que serán los encargados de enseñar a los niños a ser disciplinados, a ser generosos y a esforzarse, pero no centrará sus esfuerzos en su rendimiento hasta que lleguen a una edad más avanzada y pasen de la escuela a los grupos de tecnificación.
Las niños a correr, saltar, tirar piedras lo que sea antes que las consolas y demas purrelas, pero tambien hay que decir que en el caso de otros deportes como la escalada el tema da la vuelta y cada vez asistimos a mas proezas de pequeños mutantes que no solo despuntan sino que se meriendan a los grandes antes de tener pelo en los xxxxxxx, casos como el de Adam Ondra o la pequeña bestia de Enzo Oddo por citar los mas mediaticos y decir que es asi porque en sus familias el deporte es un nexo de union de sus componentes, una manera de hacer que padres, hermanos, hijos dusfruten juntos en la naturaleza jugando, creciendo y mejorando pero pasandolo en grande como de momento se esta viendo en las Tortugas con la implicacion de las familias y de la unica minitortuga Carlitos con edad para defender equipo por el momento.
ResponderEliminarSi la receta no puede ser mas simple para todas las edades, el deporte a de ser diversion, cuando el camino es risa no se siente el dolor de lo que jamas se deberia sentir como fracaso.