La salida era desde el aparcamiento del Repelao, en Covadonga, hasta donde subíamos en autobuses puestos por la organización. Lo primero que me llamó la atención fue que no había demasiados corredores, el ambiente era muy bueno, pero no éramos muchos, creo que no llegaba a 200 de las 400 plazas disponibles. Esto me sorprendió realmente, porque pensaba que una carrera por Picos que ya tiene varias ediciones debería ser muy atractiva para los amantes de este deporte. También me sorprendió la cantidad de corredores canarios que habían venido a la carrera, unos 30 según comentaban ellos mismos.
Nada más comenzar se salió rápido (justo lo que no me gusta) cuesta arriba para evitar el tapón de los primeros kilómetros (justo lo que no pude evitar) y entramos en una senda muy estrecha que nos llevó a la primera subida, la Cruz de Priena. La primera parte de esta subida la hice en medio de un tapón por una senda estrecha entre matorrales por la que no tuve manera de adelantar hasta llegar a un hayedo en el que la senda se abría un poco y había más espacio. Desde La Cruz era un continuo sube-baja por el cordal que lleva hasta el aparcamiento de la Huesera. En algunas partes el camino estaba muy embarrado y te hundías hasta media pierna, tanto que en una de esas se me quedó la zapatilla en el barro. No me costó sacarla, pero tardé un rato en desatar los cordones para poder ponérmela de nuevo, perdiendo varias posiciones que recuperé después en la subida hasta La Huesera. Desde allí cogimos una pista ancha hasta la preciosa Vega de Comeya.
Después de pasar por el túnel del Escaleru llegamos a las minas de La Buferrera y tras atravesarlas al Lago de Enol, ya sin niebla y con unas espectaculares vistas del Cornión, con Torre Santa y Peña Santa de Enol dominando el paisaje desde la distancia. ¡Qué ganas me entraron de dejar la carrera y tirar hacia el Jou Santo…!
Es curioso correr por los Lagos en un fin de semana todavía veraniego y lleno de turistas que reaccionan de mil maneras al paso de los corredores, unos animan, otros flipan, otros se cansan sólo de verte… y así hasta el Lago de Enol desde el que subimos a la Porra de Enol, punto más alto de la carrera. Hasta aquí había ido más despacio de lo esperado, pero lo achaqué a que el terreno era muy rompepiernas con un continuo sube-baja que no te permitía ni coger ritmo ni correr demasiado. Empezaba la primera gran bajada que se adaptaba perfectamente a mis condiciones, no era demasiado técnica ni muy pedregosa, por lo que volé hasta Orandi ganando varias posiciones y después hasta Covadonga, charlando amistosamente con un corredor Canario muy majete al que recomendé algunas de las carreras por la vertiente leonesa de Picos.
Allí me esperaba mi familia dándome ánimos en el avituallamiento y ayudándome a coger fuerzas para la segunda gran subida. Aunque tanto en la charla técnica como el speaker en la salida habían avisado de la dureza de esta segunda parte, no sabía lo que me esperaba por delante. Correr por Covadonga a la una de la tarde es surrealista, rodeado de turistas y peregrinos, casi no se veía a los pobres voluntarios que estaban por los alrededores del santuario indicando el recorrido.
A partir de aquí había casi un kilómetro vertical hasta el siguiente avituallamiento con tal calor que me dejó frito, no conseguía coger ritmo. El corredor canario, que seguro que estaba más acostumbrado a correr con calor que yo, se me fue así que decidí tomármelo con calma e ir hidratándome bien y comiendo geles y sales a un ritmo algo mayor del habitual (cada 45-50 minutos). Me acabé el litro de agua de los soft flasks en los primeros 3 km, por lo que me quedé seco los siguientes 3 km de subida que se me hicieron muy duros, por una zona de monte bajo con mucho matorral y no demasiado bonito.
Por fin en el avituallamiento, llene los depósitos, bebí bastante y comí algo de fruta esperando recuperarme ahora que comenzaba la segunda gran bajada. La primera y última parte de esta bajada era poco corrible, por una senda estrecha y de piedra mojada, pero me encontraba bien y volví a ganar alguna posición. Después, un continuo sube y baja también por monte bajo hasta el penúltimo avituallamiento, desde allí quedaba una bajada y luego la última subida sobre el Km 36. No es que fuera muy dura pero me dio un pajarón de pánico, además en la parte más fea de la carrera que llevaba a unas antenas, por un monte pelado de vegetación que parecía haberse quemado hace unos años.
No me quedaba mucho, pero las piernas no iban. Había que bajar a Nieda y luego, tras una pequeña subida, seguir bajando hasta Cangas. También se quedó sin fuerzas o más bien sin pilas mi GPS Suunto, así que empecé a correr sin referencias. Nada que objetar porque nos fundimos los dos a la vez, pero valga como indirecta para SSMM los Magos de Oriente, jejeje. El principio de la bajada era por una cresta bastante adaptada a mis condiciones así que mi intención era ir recuperando las tres posiciones que perdí en la subida a las antenas, pero apenas podía correr hacia abajo, tampoco fui capaz de comer un gel de reserva que me quedaba, estaba completamente empalagado después de 7 horas a base de geles, isotónico etc. Eché en falta mis Tigretones que a última hora decidí no llevar y que me sientan tan bien cuando hago montaña. El caso es que a falta de 3 Km preferí tirar sólo de líquidos y avanzar lo mejor que pudiera.
Cerca de Nieda había un paso con una cuerda sin gran complicación, pero en el pueblo había una pequeña subida en la que perdí otras pocas posiciones hasta que empezó la última bajada a Cangas. Afortunadamente a media bajada entramos en un hayedo precioso y saqué fuerzas de flaqueza para correr, y sobre todo para volver a disfrutar. El entorno era otra vez bonito y el corazón tiró de la cabeza para conseguir recuperarme hasta llegar a Cangas, donde me esperaba otra vez mi familia dándome los últimos ánimos antes de entrar en meta. Al final el tiempo fue 7:41, bastante peor que mi objetivo de bajar de 7 horas, pero con la alegría de tener una carrera más en el saco.
No puedo acabar esta crónica sin comentar un asunto que me llamó mucho la atención y no resulta común. Durante el recorrido vi tirados en el suelo 4 envoltorios de geles vacíos (más los que pudiesen tirar los corredores que iban detrás de mí). Mi reproche más absoluto a los corredores que van dejando mierda por el monte, si te caben en los bolsos o en el chaleco los geles llenos, también caben los envoltorios que se pueden tirar en los avituallamientos o en la meta. Con esta actitud guarra, además de ensuciar el monte, pones a otros usuarios de las montañas en contra de la mayoría absoluta de corredores que amamos y respetamos el medio ambiente. Un toque al respecto también a la organización, que si bien no es culpable de las marranadas de los demás, si debería tomar cartas en el asunto y poner en marcha alguna iniciativa, por ejemplo obligar a marcar en cada envoltorio el dorsal del corredor que los lleva para sancionar a los que los tiren. Gran parte de la carrera discurre por el parque nacional más antiguo de España, justo estamos ahora celebrando 100 años desde su declaración y tenemos la obligación de dejarlo tal y como nos lo encontramos para las futuras generaciones.
En resumen, la Xtremelagos es una carrera muy bonita en los primeros 23 kilómetros en los que hay que guardar fuerzas para la segunda parte, que es realmente dura y algo más feucha. En cuanto a la organización muy bien tanto el marcaje por un terreno que no es fácil como a los voluntarios que se merecen un 10, por ser muy dispuestos y amables en los avituallamientos y en las zonas del itinerario donde hacía falta.
Víctor
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