A las ocho de la tarde nos vamos camino de Navacerrada para recoger los dorsales y la bolsa del corredor, que tiene una camiseta simplemente fantástica.
A eso de las nueve nos vamos acercando a la salida, que ya tiene un gran ambiente de carrera, y mientras unos calientan otros charlamos con el gran Depa.
Media hora más y… 3, 2, 1, ¡salida! Por delante se van Santi y Marcos; Moni, Aitor y yo nos quedamos más atrás.
La carrera empieza en una cuesta abajo por las calles de Navacerrada, para después de un kilómetro coger un camino llano que va bordeando el embalse, tras pasar por encima de la presa y cruzar una urbanización empieza la fiesta… una subida, primero suave, luego un poco menos suave y después del avituallamiento, subida de buscarse un poco la vida.
Nada más coronar comienza la bajada y los que aún no habían encendido los frontales ya no tienen más remedio que hacerlo porque hay poca luz y la bajada es entre árboles. La bajada apenas tiene riesgos, al menos para alguien como yo, que el único premio que espera recibir en meta es un tercio de cerveza; y como veo una bajada limpia y poco a poco voy quitando el miedo a lanzarme cuesta abajo me lanzo y disfruto la bajada mucho… ¡muchísimo!.
Termina la bajada, bordeamos la rotonda de entrada a Navacerrada y cuando parece que vamos a entrar en meta… curva a la derecha y un kilómetro de regalo que se hace mucho más llevadero cuando veo a Sofía, Ana y Laura animando y aplaudiendo a unos metros de meta.
Terminada la carrera, nos vamos al hotel, ducha, bronca por llegar tarde a cenar a pesar de haber avisado y una buena charla en mejor compañía.
¡GRACIAS TORTUGAS POR UN GRAN DÍA!
Diego
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