Por motivos de trabajo salimos el miércoles a las 15:30 desde la puerta de nuestra casa, pasando por el parador de San Marcos y con la foto de rigor, eso sí, enseñando nuestra enorme mochila (que por cierto al final del camino como siempre, me daría cuenta de que había algunas cosas me hubieran sobrado, bueno muuuuuchas para ser realista, jajajaja, pero el por si, hace mucho daño).
Primera etapa de
unos 28 kilómetros hasta dormir en el albergue de la Robla. Todo muy factible
en mi mente pero en la de Moni NO, ya
que ella quería llegar de día y a mí me daba lo mismo, para eso teníamos los
frontales, pero quien manda… ¡manda! Así que como quien dice, lo hicimos
prácticamente corriendo, jajajaja, a vaya ritmo que me llevó y eso que era el
primer día, ufffff… Parte del camino ya lo conocíamos por los entrenos así que
sabíamos que había bastantes subiditas pero con mogollón de ánimos empezamos
nuestro camino, y aún así, al ir andando pudimos descubrir cosas que antes no
habíamos visto: un par de nacimientos, una fuente con un botiquín, una cruz de
hierro… y aún con todo, llegamos a eso
de las 21:15 al albergue, un poco cansados y con calorcito, así que tocaba ducha
rapidita y salir a cenar al pueblo… como cenamos, oleeeee.
Así se empieza bien, jajajaja. Cuando regresamos al albergue ya casi todos estaban dormidos. Nos tocó en la parte de arriba de la litera, así que subimos e intentamos cerrar los ojos. Casi del cansancio lo consigo cuando empiezan los ronquidos, y pienso: “uffffff, la que me espera”. Me siento en la cama con todo apagado y solo se oye el gruñido de uno que por más que le hago ruidos para que despierte (típico cli cli cli), nada de nada. En esto que veo volar una almohada de una litera a otra litera, jajajajaja y le mete de lleno en la cara, jajajajaja y claro, de inmediato el roncador se dio la vuelta y se hizo el silencio en la habitación. “Eso sí es efectivo” me digo a mí mismo, jajajajaja. Me acuesto, se lo cuento a Moni nos reímos y nos dormimos, pero a media noche se me cae mi almohada al suelo, NOOOOOOOO!! ¿Quién baja a por ella y más con los pies tan cansados? jooooo que faena, pero no queda otra que bajar. Me costó un cuarto de hora bajar y subir, con el riesgo de caerme, jajajaja. Mira que hacemos deporte y creíamos estar en forma… pero el primer día se hizo un poco duro.
Empieza el movimiento en la habitación a eso de las 6:30 de la mañana (jolín, si se madruga más que un día de diario) y claro, uno tras otro, ya todos arriba. Desayunamos y empezamos camino a Pobladura de la Tercia, eso sí, la mañana bien fresquita. Menos mal que llevábamos ropa de más aunque, claro, a los pocos kilómetros, nos sobraría todo.
El paisaje precioso. Nos tomamos un respiro en Pola de Gordón: compramos pan y de paso aprovechamos a tomarnos unas limonadas bien fresquitas. En esto que recibimos una llamada de Santi y Ana que querían comer con nosotros, BUA CHAVAL… ¡¡¡Que ilusión!!! Así que quedamos más tarde con ellos para comer, aunque a nosotros nos quedaba bastante para llegar, así que como dice la canción, DES-PA-CI-TO, sin prisa pero sin pausa, fuimos avanzando en el recorrido, jajajajaja. Fueron 24 kilómetros, pero esta etapa la hicimos más de tranki. Tardamos 6 horas. Al llegar al albergue, vimos que no era tan guay como el anterior, de hecho, uffffff casi daba hasta miedito, jajajajaja. No hacemos más que dejar nuestras mochilas y escuchamos un motor…TOMAAAA!! Santi y Ana con todo el arsenal: comida y bebida fresquita a raudales.
Tercer día, y para no perder la costumbre, a las 7 de la mañana comienzan los despertadores, pero en esta ocasión, nada más abrir el ojo primer pensamiento fue, FELICIDADES CHURRI!!, un beso y otro más, jajajaja, bajamos a desayunar algo suave ya preparados para la ruta más bonita, pero también más larga y más dura. Salimos prontito, antes de que saliera el sol, y por detrás nuestro, los Madrileños, dos chicos super majísimos. Nada más salir la primera cuesta y parada a hacer fotos. uffff ¡¡Qué bonito!! Seguimos unos pasos y otra parada para quitarnos ropa. Nos pasan los madrileños, saluditos y luego nos veremos, jajajaja.
Llegamos a la cruz de San Salvador en Pajares. Preciosa y como no, parada para hacer fotosssss. Poco más adelante pasamos a los madrileños que están alucinando con las vistas de las montañas Leonesas, entre ellas, las tres Marías. El calor aprieta y llegamos a la frontera entre León y Asturias, o sea, el puerto de Pajares y una niebla preciosa hace que todo sea súper especial y bonito.
Empezamos la bajada hasta la carretera, la cruzamos. Aquí se divide el camino entre los que hacen noche en pajares, y los que siguen hasta Bendueños. Nosotros nos decantamos por esta segunda opción y con ello entramos a unos bosques de acebos increíbles. En total la ruta son unos 30 kilómetros y tardaríamos alrededor de unas 9 horas, y eso que Sandra, la hospitalera del albergue, nos vino a buscar a Herías, ya que el albergue donde íbamos a dormir está a 1,5 kilómetros fuera del camino, pero con unas rampas, que después de una etapa así, cortan la respiración jejejeje, así que es una gran opción.
Todo el día fue inolvidable, unos paisajes y bosques alucinantes, eso sí, pasamos unos cuantos pueblos pero ninguno con bar para celebrar el cumple con una rica sidra, peroooooooooo cuando paramos a comer el bocata en Llanos de Somerón, pasó un señor y le pregunté por un bar (de coña, evidentemente, porque sabíamos que bar no había) y cual no fue mi sorpresa cuando va y me dice que sí, que está el centro social del pueblo, y que lo abrían de 13:30 a 14:30. Toma!!!! Pero si estamos en tiempo… yo incrédulo le vuelvo a preguntar si es verdad, porque no me lo creo. “Me está vacilando” pienso, jajajaja, pero le sigo y TOMAAAAAAA!! Es verdad. Así que pillo una botella y Mónica y yo alucinamos jajajaja, rico bocata que sabe aún mejora acompañado de sidra y con un paisaje maravilloso, ¿se puede pedir más?
Llegamos al pueblo de Herías y nos vino a buscar Sandra, subimos al pueblo de Bendueños donde estaba el precioso albergue y fijaros como era la subida que el coche subió todo el tiempo en primera. Maaaaaaaaadre de la que nos hemos librado después de 9 horas de calor, subidas y bajadas. Pero mereció la pena llegar y ver el interior… los ojos como platos se me quedaron y encima se paga la voluntad, recordar este dato, “se paga la voluntad “, el caso es que tenia de todo, abrimos el frigo y SORPRESAAAA!!, todo fresquito y lleno, jajajaja, en la parte de arriba 8 camas con doseles, sofás acogedores, chimenea, libros y abajo, la cocina con todo, mesa comedor, baños, lavadora, terraza, ufffff y me quedo corto.
Más tarde aparecieron los madrileños que por fin nos presentamos, jajajaja, Jorge y Eli, dos tíos majísimos y
simpaticones. Después de unas cuantas cervezas Sandra nos trajo la cena, que
fue, fabada, ensalada de tomate, paella y pollo guisado, sobro mogollón y muy
rico, pena de tapper para el día siguiente, jajajaja. Una parlada en la comida
y decidimos subir a los sofás y brindar con champán que había en el frigo por
el cumpleaños de Mónica, joooooo que guay fue, pero al día siguiente había que
andar otra vez, así que a la camita a dormir. Esa noche no escuché ningún
ronquido, ronque yo? Eso nunca lo sabremos, jajaja, ¿os acordáis de que se
pagaba la voluntad? pues así fue… no había precio para todo lo que tomamos:
venir a buscarnos, cena, dormir, cervezas, champan, vino, desayunos… aunque
somos de ley y sabemos lo que cuesta todo, así que nosotros hicimos nuestra
aportación correspondiente.
Así se empieza bien, jajajaja. Cuando regresamos al albergue ya casi todos estaban dormidos. Nos tocó en la parte de arriba de la litera, así que subimos e intentamos cerrar los ojos. Casi del cansancio lo consigo cuando empiezan los ronquidos, y pienso: “uffffff, la que me espera”. Me siento en la cama con todo apagado y solo se oye el gruñido de uno que por más que le hago ruidos para que despierte (típico cli cli cli), nada de nada. En esto que veo volar una almohada de una litera a otra litera, jajajajaja y le mete de lleno en la cara, jajajajaja y claro, de inmediato el roncador se dio la vuelta y se hizo el silencio en la habitación. “Eso sí es efectivo” me digo a mí mismo, jajajajaja. Me acuesto, se lo cuento a Moni nos reímos y nos dormimos, pero a media noche se me cae mi almohada al suelo, NOOOOOOOO!! ¿Quién baja a por ella y más con los pies tan cansados? jooooo que faena, pero no queda otra que bajar. Me costó un cuarto de hora bajar y subir, con el riesgo de caerme, jajajaja. Mira que hacemos deporte y creíamos estar en forma… pero el primer día se hizo un poco duro.
Empieza el movimiento en la habitación a eso de las 6:30 de la mañana (jolín, si se madruga más que un día de diario) y claro, uno tras otro, ya todos arriba. Desayunamos y empezamos camino a Pobladura de la Tercia, eso sí, la mañana bien fresquita. Menos mal que llevábamos ropa de más aunque, claro, a los pocos kilómetros, nos sobraría todo.
El paisaje precioso. Nos tomamos un respiro en Pola de Gordón: compramos pan y de paso aprovechamos a tomarnos unas limonadas bien fresquitas. En esto que recibimos una llamada de Santi y Ana que querían comer con nosotros, BUA CHAVAL… ¡¡¡Que ilusión!!! Así que quedamos más tarde con ellos para comer, aunque a nosotros nos quedaba bastante para llegar, así que como dice la canción, DES-PA-CI-TO, sin prisa pero sin pausa, fuimos avanzando en el recorrido, jajajajaja. Fueron 24 kilómetros, pero esta etapa la hicimos más de tranki. Tardamos 6 horas. Al llegar al albergue, vimos que no era tan guay como el anterior, de hecho, uffffff casi daba hasta miedito, jajajajaja. No hacemos más que dejar nuestras mochilas y escuchamos un motor…TOMAAAA!! Santi y Ana con todo el arsenal: comida y bebida fresquita a raudales.
Dimos cuenta de todo en los bancos y fuente de la plaza del
pueblo. Después, como no hay bar en Pobladura, nos fuimos a tomar café y pasar
la tarde jugando a BURRO a Rodiezmo, jajajajaja, ¡Cómo lo pasamos! Anillos
incrustados en los dedos, uñas marcadas en las manos, dedos mal metidos entre
las manos, trampas varias, jajajajaja todo valía para ganar… eh!! y sin
alcohol, tan sólo unas cervezas y unas limonadas, jajajaja. Pero todo llega a
su fin, y ellos regresaron a León y nosotros a cenar, y muy rico por cierto, al
albergue. Luego vendría el dormir y como de momento todos vamos haciendo la
misma etapa pues tocaría otra vez ronquidos, y esta vez a mi lado. En esta
ocasión yo estoy preparado con mi chancla… y empieza la fiesta, empieza la
serenata… así que metí a mi compi un chanclazo en la almohada y se dio la
vuelta y se quedó dormidito sin roncar, jajajaja. Que me perdoneeeeee por fi, pero así conseguimos dormir todos.
Tercer día, y para no perder la costumbre, a las 7 de la mañana comienzan los despertadores, pero en esta ocasión, nada más abrir el ojo primer pensamiento fue, FELICIDADES CHURRI!!, un beso y otro más, jajajaja, bajamos a desayunar algo suave ya preparados para la ruta más bonita, pero también más larga y más dura. Salimos prontito, antes de que saliera el sol, y por detrás nuestro, los Madrileños, dos chicos super majísimos. Nada más salir la primera cuesta y parada a hacer fotos. uffff ¡¡Qué bonito!! Seguimos unos pasos y otra parada para quitarnos ropa. Nos pasan los madrileños, saluditos y luego nos veremos, jajajaja.
Llegamos a la cruz de San Salvador en Pajares. Preciosa y como no, parada para hacer fotosssss. Poco más adelante pasamos a los madrileños que están alucinando con las vistas de las montañas Leonesas, entre ellas, las tres Marías. El calor aprieta y llegamos a la frontera entre León y Asturias, o sea, el puerto de Pajares y una niebla preciosa hace que todo sea súper especial y bonito.
Empezamos la bajada hasta la carretera, la cruzamos. Aquí se divide el camino entre los que hacen noche en pajares, y los que siguen hasta Bendueños. Nosotros nos decantamos por esta segunda opción y con ello entramos a unos bosques de acebos increíbles. En total la ruta son unos 30 kilómetros y tardaríamos alrededor de unas 9 horas, y eso que Sandra, la hospitalera del albergue, nos vino a buscar a Herías, ya que el albergue donde íbamos a dormir está a 1,5 kilómetros fuera del camino, pero con unas rampas, que después de una etapa así, cortan la respiración jejejeje, así que es una gran opción.
Todo el día fue inolvidable, unos paisajes y bosques alucinantes, eso sí, pasamos unos cuantos pueblos pero ninguno con bar para celebrar el cumple con una rica sidra, peroooooooooo cuando paramos a comer el bocata en Llanos de Somerón, pasó un señor y le pregunté por un bar (de coña, evidentemente, porque sabíamos que bar no había) y cual no fue mi sorpresa cuando va y me dice que sí, que está el centro social del pueblo, y que lo abrían de 13:30 a 14:30. Toma!!!! Pero si estamos en tiempo… yo incrédulo le vuelvo a preguntar si es verdad, porque no me lo creo. “Me está vacilando” pienso, jajajaja, pero le sigo y TOMAAAAAAA!! Es verdad. Así que pillo una botella y Mónica y yo alucinamos jajajaja, rico bocata que sabe aún mejora acompañado de sidra y con un paisaje maravilloso, ¿se puede pedir más?
Llegamos al pueblo de Herías y nos vino a buscar Sandra, subimos al pueblo de Bendueños donde estaba el precioso albergue y fijaros como era la subida que el coche subió todo el tiempo en primera. Maaaaaaaaadre de la que nos hemos librado después de 9 horas de calor, subidas y bajadas. Pero mereció la pena llegar y ver el interior… los ojos como platos se me quedaron y encima se paga la voluntad, recordar este dato, “se paga la voluntad “, el caso es que tenia de todo, abrimos el frigo y SORPRESAAAA!!, todo fresquito y lleno, jajajaja, en la parte de arriba 8 camas con doseles, sofás acogedores, chimenea, libros y abajo, la cocina con todo, mesa comedor, baños, lavadora, terraza, ufffff y me quedo corto.
4ª Etapa. Esta vez serían unos 29 kilómetros y llegaríamos a
Mieres. Empezamos muy bien con una buena bajada pero la verdad es que todo lo
demás transcurriría por asfalto o cemento, pero bueno poco a poco entre risas y
sidras llegamos, el albergue. Uffffff después de venir de uno tan bonito y
encantador, este dejaba muchísimo que desear, pero es lo que hay, no podemos
pedir más. Fíjate como seria que después de la duchita, me fui a echar en la
litera para descansar y…….. literalmente la cama me tragó, jajajajaja. Los pies
para arriba y mi culo para abajo, Mónica muriéndose de risa y haciéndome fotos ¡qué
panorama! esos trozos de madera no aguantaron mi cuerpo serrano y por eso todas
las literas tenían unos hierros a modo de somier. Vamos, una pena. Y de hecho
yo tuve que echar el colchón al suelo para dormir seguro y no volver a caer,
jajajaja. Cenamos muy rico y bien. Como no podía ser de otra manera, fabes,
sopa de marisco, codillo y lacón con pimientos, que mañana será otro día y
nunca se sabe, jajajaja.
Joooooooo!! 5ª Etapa y último día. Nos esperan 19 kilómetros en los que tardaremos 5 horitas pero…. Reto conseguido y contentísimos. Nos levantamos pronto, para no variar y perder las buenas costumbres, recogemos la mochila sin dejar nada en el albergue y nada más salir esta el bar para desayunar un poco junto con los madrileños que como han sido más rapiditos, salen antes de ruta. Nos despedimos con un, “luego nos vemos”, pero ya no les volvimos a ver, jooooooo que pena.
Disfrutamos de las vistas, pero todavía
quedaban tres puertos que se hacían cuesta arriba, pasamos el puente del Portazgo
y menos mal que no tuvimos que pagar nada por pasar, jajaja. Ya por fin pudimos
ver nuestro objetivo, Oviedo, alguna foto de rigor y hacia abajo por bosques de
eucaliptos que olían de maravilla. Entrando en el pueblo de Manjoya
aprovechamos para poner el penúltimo sello, tomarnos una sidra fresquita y
aprovechar a charlar con el camarero de cómo era la vida hace 50 años en la fábrica
de explosivos y en el pueblo en general. Buscamos el cartel de Oviedo a la
entrada pero no había, joooooooo, es igual, vamos guiándonos por las señales
amarillas o las conchas que hay en el suelo hasta que por las calles repletas
de gente vemos la catedral y su Regenta. jooooo, ¡Que emoción! nos abrazamos y
nos damos un beso por haberlo hecho, haberlo conseguido y haberlo pasado
fenomenal en esta aventura.
Entramos en la catedral y estaba a tope (es domingo, es Semana Santa y hay misa). Esperamos a que toda la gente salga, nos pongan el último sello y a que nos den la Salvadorana, pero nos quedamos con las ganas pues nos explican que hoy es domingo y que no las dan, que volvamos al lunes. No puedo reproducir mis palabras ahora mismo porque ……………………………… el caso es que queda en nuestro interior y eso es lo que nos vale, que alegría a la vez que vacío, pero ya estamos buscando y pensando en nuestras próximas aventuras, jajajaja.
Joooooooo!! 5ª Etapa y último día. Nos esperan 19 kilómetros en los que tardaremos 5 horitas pero…. Reto conseguido y contentísimos. Nos levantamos pronto, para no variar y perder las buenas costumbres, recogemos la mochila sin dejar nada en el albergue y nada más salir esta el bar para desayunar un poco junto con los madrileños que como han sido más rapiditos, salen antes de ruta. Nos despedimos con un, “luego nos vemos”, pero ya no les volvimos a ver, jooooooo que pena.
Entramos en la catedral y estaba a tope (es domingo, es Semana Santa y hay misa). Esperamos a que toda la gente salga, nos pongan el último sello y a que nos den la Salvadorana, pero nos quedamos con las ganas pues nos explican que hoy es domingo y que no las dan, que volvamos al lunes. No puedo reproducir mis palabras ahora mismo porque ……………………………… el caso es que queda en nuestro interior y eso es lo que nos vale, que alegría a la vez que vacío, pero ya estamos buscando y pensando en nuestras próximas aventuras, jajajaja.
Para celebrar nuestra Semana Santa terminada nos damos el
homenaje del peregrino (cómo si no nos hubiéramos dado más en todo el camino
jejeje…), que consistió en sopa de marisco, fabada, pote Asturiano, pollo,
cordero guisado, tarta de la abuela y arroz con leche por 20 euros los dos y acto
seguido nos fuimos a la estación para coger los billetes de vuelta al Reino y
que sorpresa cuando vimos allí a Eli, uno de los madrileño, jooooooo!! Que
abrazos, nos dijo que Jorge se fue en otro bus antes pero como son amigos le
dijimos que le diera recuerdos nuestros, tomamos un cafecito recordando el
camino de San Salvador y nos despedimos hasta otra ocasión, que gran gente son.
Ya montados en el bus íbamos viendo los caminos por donde
hace pocos días íbamos cargados con nuestras mochilas. La verdad es que estas
experiencias son muy bonitas y a tod@s los que lean esta crónica, les animo a
que la realicen y disfruten tanto como nosotros.
Saluditos
Monica y Aitor
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