UA-51285685-1 Equipo leonés de Trail Running : TORTUGAS TRAIL LEÓN: TRANSVALDEÓNICA 2016

miércoles, 7 de septiembre de 2016

TRANSVALDEÓNICA 2016

León, 27 de agosto de 2016. Seis y cuarto de la mañana. Apago el despertador aturdido, desorientado. Turbulencia de sueños extraños corriendo, saltando, trepando, cruzando ríos...demasiados nervios la tarde anterior que vinieron conmigo a la cama y, claro, tocó noche con la cabeza subida de revoluciones. En fin, necesito recuperarme de la gymkhana nocturna, así que directo a por un café, porque hoy toca, nada más y nada menos, que mi primera participación en ¡Transvaldeónica! (ganas a tope!).



Siete de la mañana, centro de León. Recojo a mi buen amigo y compañero de fatigas trialeras, Pablo Viejo; aceptamos ambos la ruta que nos ofrece el Google maps (para qué vamos a discutir), y enfilamos hacia Posada de Valdeón. El día amanecía despejado y todas las predicciones daban calor, cosa que pudimos comprobar cuando aparcamos el coche a las nueve en Posada con una temperatura muy buena para esa hora y en ese valle. Aunque estamos a una hora para la salida, somos de los que nos gusta hacer las cosas con tiempo y seguir rituales previos en cada carrera: recogida de dorsal (con photocall incluido), infusión en el bar del pueblo y visita al señor Roca (con perdón).

Ya con los deberes hechos, terminamos los preparativos y entramos en la zona de salida tras pasar el control de dorsales, con la equipación tortuguil oficial (¡perfecta carrera para estrenar mi nueva camiseta!) y accesorios que seguro me van venir muy bien, como luego pude comprobar: bastones y botes de agua. A falta de diez minutos para las diez de la mañana el sol ya calienta de lo lindo, así que si queremos llegar al primer avituallamiento en el refugio de Jermoso, vamos a necesitar portar nuestra bebida.


A las diez de la mañana arranca la carrera con un rápido callejeo por Posada para salir a un camino que nos llevará hasta Cordiñanes. En las primeras rampas me separo de Pablo y ya no le volveré a ver hasta la llegada. A un ritmo cómodo, en mitad del grupo, avanzamos por un sendero estrecho que obliga a ir en fila india. En la primera bajada hacia Cordiñanes, me dejo ir y aprieto el ritmo hasta cruzar el río donde levanto el pie porque enseguida empieza la gran subida de la carrera hasta el refugio de collado Jermoso.

En este punto tenía en mi cabeza los siempre buenos consejos de amigos conocedores de la carrera, como nuestro compañero de Tortugas Victor y Javier de Villalfeide: regular bien toda la subida hasta las Colladinas porque son 1.300 metros de desnivel a cascoporro (hay que dejar fuerzas para las bajadas).

La ruta es espectacular: el paso de la rienda de la Sotín, el hayedo y la vega, siguiendo a continuación por el Argayo Congosto, rodeado de imponentes peñas. Las vistas son impresionantes y el calor desgraciadamente también. Tras casi dos horas y media de carrera aparece al fin el refugio de Jermoso con el primer avituallamiento. ¡Ambientazo total!, bastante gente allí arriba animando, con cencerros en una mano y con jarras de cerveza en la otra (¡Dios qué envidia!).

Superados los esfuerzos, primero el de subir hasta el refugio y segundo, el de no pedirme una jarra de cerveza y quedarme allí con un cencerro, decidí continuar ruta. La salida del refugio transcurre por una zona bastante corrible hacia las Colladinas. Después de unos pasos espectaculares rodeados de roca, se llega a un punto con unas vistas increíbles del paraíso veraniego de las vacas: la verde Vega de Liordes.


Toca ahora ir descendiendo lo subido. La fatiga ya se va notando pero aún parece que las piernas me responden como para disfrutar una bajada a tope por la canal de Remoña con unos buenos derrapajes (parece que mis neumáticos Continental responden!). Tras Remoña, llegamos al segundo avituallamiento líquido para recargar las botellas (no me puedo olvidar decir que todos los avituallamientos muy bien atendidos por los voluntarios) e iniciar una bajada rápida entre escobas hacia Santa Marina de Valdeón. El terreno y la pendiente permiten correr con rapidez, pero cuando entro en el pueblo pienso que quizás me he dado mucha caña en la bajada porque me cuesta avanzar por las calles del pueblo hasta llegar al avituallamiento final.

Llegados a este punto, sé que me esperan los últimos siete kilómetros de bajada pero también con algún repecho, así que decido parar unos minutos a estirar, comer y beber bien, para tratar de recuperar algunas fuerzas. ¡Ánimo que ya no te queda nada!...¿por qué será que llevo oyendo esa frase casi desde que empecé al carrera?....gracias, pero no me lo creo...sé que me quedan 7! Viendo el perfil, diría que 7 fáciles, pero las pistas finales hacia Posada se me van< atragantando. Las subidas aunque de poca pendiente sólo puedo caminarlas y el llano y las bajadas, corro pero con pocas alegrías. Al menos, la mayor parte de estos kilómetros finales transcurren entre bosque en sombra.

Avanzo solo todo este tramo hasta encontrar a un voluntario que me anuncia los 900 metros finales de bajada hasta Posada: ¡venga, ahora sí que no queda nada! ...y sí, ahí está, recta final hasta el arco de meta por una preciosa calle adoquinada para cerrar el crono en 4 horas 43 minutos. Directo a beber, comer y a la piscinilla de meta para refrescar, mientras espero la llegada de Pablo que lamentablemente me cuenta su retirada en el segundo avituallamiento (habrá que quitarse la espina para el próximo año).


El esfuerzo ha merecido la pena por todo: paisaje espectacular y buena organización, con perfecta señalización y avituallamientos (muy agradecido al Club de Valdeón). Ya tengo ganas de que llegue la siguiente edición. ¡Hasta la próxima!

Alfredo

1 comentario :

  1. ufffffffffff, que subidon y que ganas de hacerla el año que viene, me has puesto los dientes largos, ENHORABUENA

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