I TRAIL GORDÓN 2017

Último día del mes de abril de 2017 y cuatro tortugas traileras nos dábamos cita en Ciñera, en plena cuenca minera de nuestra querida provincia leonesa, para participar en la primera edición del Trail Gordón: Trape, Jose, Nacho y Alfredo (una pena que un virus y una mala noche antes de la carrera, provocaron las bajas de última hora de Victor y el firme candidato a tortuga, Pablo Viejo).

Amanece cumpliendo lamentablemente las predicciones meteorológicas. Estamos teniendo la primavera más seca desde hace muchos años y parece que en este día, abril quiera recuperar toda la lluvia perdida. Y no solo eso ya que, según nos informan, nos espera mucho viento y nieve en las zonas altas de la carrera (decidido, hay que salir con  cortavientos). Todo apunta a que la carrera va ser algo más complicada de lo que ya de por sí es una prueba de este tipo con 24 km y, sobre todo, por sus cerca de 4.900 metros de desnivel acumulado (según mi gps).

Momentos previos al pistoletazo, y entre nervios y risas nos ponemos en primera fila junto a los pro, para darle un poco de color a las fotos. Nueve en punto de la mañana y arranca la prueba con Nacho probando qué siente al liderar la carrera por las calles de Ciñera.

Salimos del pueblo dejando pasar a los que de verdad van a disputar la victoria, y afrontamos una pequeña rampa que da acceso al camino que nos lleva corriendo con velocidad y agrupados en fila india por el sendero del depósito de agua. Llevo delante a un muchacho que bracea alegremente con un bastón en cada mano y sus puntas apuntando hacia atrás. Cuando le recomiendo que tenga cuidado con los bastones, que en esta parte de la carrera aún estamos muy agrupados, me dice que "es que voy muy pegado"...en fin, como diría mi cuñada Sonia, donde no hay mata no hay patata.

Rápidamente llegamos a la primera subida fuerte hacia la cruz de Ciñera y en 3 km llegamos a la cota Sardonal a 1390m. Continua un cresteo divertido entre rocas teniendo que echar las manos en algún paso. Así, llegamos a la primera de las bajadas complicaditas hasta el valle donde tienen el primer avituallamiento próximo a Villar del Puerto.

Parada rápida y a continuación afrontamos la subida hasta la cota 1400 y nueva bajada complicada hasta el segundo avituallamiento (km 7). Desde aquí podemos correr hasta acceder a una subida por una antigua escombrera donde el terreno suelto obliga a emplear doble de energía. Tras coronar nos asomamos a la impresionante vista de la mina a cielo abierto.

Nueva bajada y nueva pared, corta pero intensa, que hay que superar para llegar al tercer avituallamiento próximo a la carretera de Llombera. A partir de aquí comenzamos la subida de 500 m de desnivel hasta coronar el cueto San Mateo, aproximadamente el ecuador de carrera. Viento, nieve, niebla hacen que la sensación térmica sea de poquitos grados (cómo se agradece llevar la "benita" puesta). "Y yo hace una semana en la playa de Valencia!", dice Nacho.

Bajada complicada, como casi todas, para llevarnos hasta el valle donde corremos para aproximarnos hasta el cuarto avituallamiento tras cruzar el Bernesga, próximo a Santa Lucía (hago aquí un paréntesis comercial para recomendaros las pastas, magdalenas y demás productos de la panadería de este pueblo).

Desde aquí, corremos un kilómetros por una pista antes de afrontar las rampas finales entre el km 16 y el 20. Parece que el tiempo nos da un respiro y hasta en algunos momentos se escapa algún rayito de sol. En este tramo, otro avituallamiento!, y van cinco. En esta subida final no consigo mantener el ritmo de Nacho y corono peña Blanca, última cota de la carrera, con un par de minutos de diferencia.

Tras cruzar el pueblo accedemos a la izquierda a un camino que nos enfila hacia Ciñera: último kilómetro! En el sendero que se aproxima al pueblo, ahí está, cómo no, el omnipresente Moja, móvil en mano grabando y animando con su grito característico de guerra (es un crack!).

Llegada a meta en solitario donde ya esperaba Nacho que había llegado 3 minutos antes. Jose entra en meta tras media hora y Trape cierra el grupo de tortus tras casi seis horas de carrera. Una alegría confirmar que acabamos todos sin lesiones en un día y en un circuito tan complicado.

Toca recuperar, y qué mejor que bizcocho casero, sándwiches, fruta, etc... del último avituallamiento (séptimo!) mientras refrescamos las patucas en agua fresca.

Carrera dura, especialmente por la climatología, pero en la que disfrutamos de un recorrido de montaña pura por nuestra hermosa provincia, muy bien señalizado y muy bien atendido por todos sus voluntarios, auténticos héroes de estas carreras a los que quiero decirles mil gracias por hacer posible que 200 chiflados podamos hacer este tipo de cosas.

Alfredo