Domingo 5 de diciembre de 2021, 7:45 de la mañana, Robles de la Valcueva, municipio de Matallana de Torio. Aquí estamos dos tortugas a por el dorsal de la carrera de 34 km. La predicción del tiempo se cumple y nos confirman que tendremos nieve en muchas zonas del recorrido. Sabemos que nos enfrentamos a una carrera complicada por distancia y desnivel, y además con dificultad incrementada por las condiciones del terreno a causa de las precipitaciones.
No perdemos la tradición de nuestro té en el bar del pueblo y
rápidamente a prepararnos para la salida. Aunque conocemos bien esta carrera en
la que hemos participado en todas sus ediciones, siempre la organización nos
tiene preparada alguna novedad que precisamente no es para ponerlo más fácil.
Arco de salida sonando Pantera de fondo y las palabras de
“ánimo” del speaker: “¡muchos no vais a
terminaaaarrrr!” jajajajaja ¡ese Miguel dando caña, como siempre!... 8:30 y
comenzamos!
Segundo sector: Pardavé-Naredo. Atravesamos Pardavé cruzando el río y tras pasar la vía de Feve, atacamos la rampa que nos va a subir hacia el bosque que tendremos antes de llegar al siguiente pueblo. Por esta zona ya nos vamos encontrando nieve por el recorrido y algunas bajadas ya empiezan a complicarse por la combinación con el barro. Primeros patinazos de aperitivo a unas cuantas caídas que voy a ir teniendo durante la carrera, ya que muchas de las bajadas se complican además por el material suelto que encontramos en muchas zonas, herencia de las escombreras de minas.
Tercer sector: Naredo-Bardaya. Tras la bajada lanzada hasta
el avituallamiento de Naredo, continúa la carrera hacia Estación de Matallana
por pistas y senderos entre robles. Voy sintiendo fatiga pero aún me veo con
fuerzas para disfrutar las bajadas cargadas de nieve, derrapando y con algún
revolcón que otro sin mayores consecuencias. Llegada al río y corremos por su
margen izquierda hasta el puente de la carretera que de Orzonaga, para
continuar por la vía Bardaya. Este año si nos hubiesen metido en el río por
donde la cuerda muchos habríamos hecho duatlón…
Cuarto sector: Bardaya-Valdesalinas: Ya casi en el ecuador de
la carrera y parece que aún queda gasolina, aunque en esta zona más abierta la
subida se hace durísima por el barro y por el viento gélido que viene de las
hoces.
Desde aquí hasta el comienzo de Coto Salón lo tengo muy
pateado, así que decido regular para afrontar la subida desde el calero y poder
mantener un trote cochinero en la parte alta. Bajada rápida para llegar a
Valdesalinas, y primera sorpresa para mí, pues la carrera no sigue el recorrido
de otros años y nos desvían a la izquierda para subir un pequeño monte donde
toca hacer esfuerzos extras por el barro y la pendiente. He de decir que me
gusta mucho el cambio. Bajando de esta zona se llega al avituallamiento que
tenemos antes de afrontar la subida a la cota más alta de la carrera, donde un año
más estaba Javi con sus ya tradicionales cervezas para Nacho, bien fresquitas
dentro de la nieve.
Quinto sector: Valdesalinas-Coto Salón. Y así, nevando cada
vez más avanzo solo por la subida a Coto Salón. Aunque hay mucha nieve, está
bastante pisada y no se avanza demasiado mal. En mitad de la subida me adelanta
una chica que iba con muy buen ritmo. A medida que ascendemos, la nevada es más
copiosa, el viento frío se siente con más intensidad y no hay mucha
visibilidad.
Sexto sector: Coto Salón-La Valcueva. Llego arriba bastante
fatigado para comenzar aquí una nueva variante en la carrera ya que nos desvían
hacia la peña de la Valcueva, que en un día normal no tiene gran dificultad, y
tiene un cresteo muy chulo, pero la nieve y el viento helado lo complica
bastante. Tanto es así que tras coronar esta peñina, la bajada está complicada
y es aquí donde me encuentro accidentada a la corredora que me había adelantado
en la subida al coto. Una mala caída que le afecta seriamente una pierna que
apenas puede apoyar (he sabido después que ha tenido fisura de tibia).
Desde el punto en el que estamos se puede ver la antigua
mina, así que varios corredores nos organizamos para ayudarla en la bajada y
acercarla todo lo posible a la zona de la mina que tiene acceso a vehículos. La
primera parte de bajada se hace muy complicada ya que está muy resbaladiza. El
viento sopla fuerte y se está quedando helada. Poco a poco vamos avanzando con
mucha precaución hasta llegar al fin a las naves de la antigua explotación minera
donde un coche de la organización ya ha llegado rápidamente para recogerla.
Casualmente se trata de Héctor, profe del cole donde estudian mis hijos, que
está colaborando este año con la carrera, y que nos conocemos desde hace muchos
años (¡un gran tipo!).
En este momento dudo en retirarme. Me he quedado muy muy frío
y no sé muy bien cuánto me he desviado del recorrido, ya que esta parte es
nueva para mí. En fin, decido arrancar de nuevo (Héctor me anima a continuar) y
junto con los otros dos corredores que nos quedamos ayudando, empiezo la parte
de la carrera que se me va a hacer durísima. Me he enfriado demasiado y voy muy
justito. No lo paso muy bien por esta zona, con mucha nieve, viento, y bajadas
muy resbaladizas. Toca apretar dientes.
Séptimo sector: La Valcueva-La Cruz. Al fin llego al pueblo.
Como decía antes, pasar otra meta volante es una inyección de moral y en este
momento de la carrera, la estoy necesitando mucho. Agradezco llegar al
avituallamiento, parar un rato y tratar de recuperar algo y estirar, ya que voy
con calambres. Tras la parada, veo que toca poner marcha corta y tirar de
bastón hasta llegar a la cruz (¡ay madre qué justico voy!).
Octavo sector: La Cruz – Robles. Voy por terreno conocido. Sé
que me queda sólo un repecho final tras la bajada de la cruz. Aun así, esta
parte final voy a ritmo de seise, como diría Nachín. Al comienzo de la subida
final me encuentro con la tortuga Javi, que estaba en la de 16. Nos damos un
abrazo de ánimo y a seguir. Ni siquiera en la bajada final cojo ritmo como en
otros años. Me concentro en mantener un trote cochinero hasta al fin cruzar
meta tras 5 horas y 40 minutos. Rápido al coche a cambiarme, entrar en calor e
ir después a por un buen plato de alubias de la olla ferroviaria, gentileza de
la organización, que me sentaron estupendamente.
Tras algo más de una hora de espera junto al arco de meta,
recibo una llamada de Víctor para explicarme que está cerrando la carrera y que
está ayudando en el rescate de una corredora accidentada. ¡Madre mía qué día!
Al parecer ha tenido una bajada de azúcar e hipotermia y había perdido el
conocimiento. Casualmente está en el mismo sitio del accidente en el que yo me
vi involucrado. Me cuenta que los organizadores de la carrera han acudido para
bajarla hasta la ambulancia que ya ha llegado a la zona de la explanada de la
antigua mina. Afortunadamente, durante la tarde-noche del día de la carrera,
hemos sabido que tras ingresar en la uci, está recuperando gracias a Dios
recuperada.
Me cruzo con la ambulancia cuando subo con el coche hasta la
mina para recoger a Víctor. Está exhausto y con mucho frío. Hablamos sobre lo
ocurrido y sobre cuestiones como el material que deberíamos llevar los
corredores ya que hemos visto a muchos con poco abrigo. En fin, menos mal que
todo ha quedado en un susto. Efectivamente como bien dice Víctor, todo esto
debe hacernos reflexionar sobre cómo vamos a la montaña, las condiciones en las
que nos presentamos en las carreras, pensando que el dorsal nos da algún tipo
de protección especial, queriendo ir ligeros para correr sin pensar en
situaciones que pueden aparecer donde se necesite más protección.
Finalmente quiero dar mi
agradecimiento y felicitación un año más a los organizadores de este evento,
especialmente a Miguel por lo mucho que se lo curra, al Ayuntamiento de
Matallana por su apoyo y a todos los voluntarios que aguantan como jabatos las
inclemencias del tiempo. El 4 de diciembre de 2022, ya lo tengo marcado en el
calendario!
Un abrazo,
Alfredo.
Nota final de agradecimiento al blog de Blas Lavigne por las fotos que he utilizado para esta crónica.
Muchísimas gracias por tu ayuda 🤝
ResponderEliminar