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miércoles, 9 de junio de 2021
Y LLEGÓ
Llegó el día de conocer a las tortugas. El momento sería en el I Trail Pablo Villa. Amanece en el Reino con
sol y una temperatura ideal para hacer deporte y echarse al monte. Después de
una noche de poco dormir y mucho sufrir por los nervios del debut, el cuerpo me
pedía activación. Café solo doble sin azúcar, por favor. Con el material
necesario ya preparado, solo faltaba revisar que estuviera en orden. Todo
correcto. Llamada al Juveta y emprendemos camino. La “música” o algo parecido
que emitía el Spotify de Víctor no ayudaba mucho a templar mis nervios, pero al
final conseguí colarle algo de rock para pegar ese último empujón hasta llegar
a nuestro destino.
Llegamos a Herreros de Jamúz a eso de las 9:00, media hora antes del pistoletazo de salida. Aparcamos, pinturas de guerra en la cara y a buscar los dorsales. De camino hacemos una breve incursión por el pueblo y allí están. A lo lejos se ve un grupo de “gente verde” también listos para correr. Eran ellos, ¡LAS TORTUGAS! Saludo encantado a tod@s l@s allí presentes intentando quedarme con sus caras y nombres a la primera. Creo que lo conseguí. En ese momento me viene a la mente la estrofa de una de mis canciones favoritas de Izal: “la mujer de verde se ha vuelto a poner el traje…”
En efecto, después de algo más de un año con el mundo patas arriba, el equipo casi
al completo se volvió a juntar y se volvió a poner el traje verde. Alegría
inmensa. Hechas las presentaciones de rigor, seguimos nuestro camino. Con los
dorsales y la bolsa del corredor en nuestro poder volvemos hacia el coche a
dejar todo lo innecesario y poner rumbo al punto de salida. Foto y grito de
equipo momentos antes de tomar posiciones en los cajones. Hacia las 9:35h
comenzamos a salir en tandas de tres personas. GO GO GO!!
Con la carrera ya lanzada conquistamos el primer kilómetro sin apenas darnos cuenta,
camino muy llano y bastante ancho para abrir boca. Formamos un pequeño grupo
entre Prós, Juveta y un servidor. Los pobres hombres tuvieron que aguantar mi
lastre durante prácticamente toda la carrera. Chicos, os prometo mejorar. Entre
estrechos senderos, bajadas con mucha piedra suelta, y subidas en fila de a
uno, los kilómetros iban cayendo y las fuerzas también. Con pasos cortos e
intentando mantener un ritmo constante, llegamos al ecuador del recorrido. Mis
fieles escuderos seguían aguantando y tirando de mí en la medida de lo posible.
Eternamente agradecido. Al décimo km el grupo se rompe quedando Víctor y yo más
rezagados y cada vez más extenuados. Hay que seguir. Coronamos la parte más
alta del recorrido y llegamos casi a los 500m de desnivel acumulado que ofrecía
la carrera. Desde ahí, el resto era llano y bajada. Casi sin darnos cuenta,
Aitor nos pasa como un rayo en el tramo final. Iba sobrao el tío. En los últimos metros antes de cruzar la línea de
meta ponemos en práctica el plan urdido minutos antes. Bandera de León al
viento superamos el globo arco iris con un tiempo de 1:42:49 (eso dice Strava).
La emoción del recibimiento en pasillo de todas las tortugas es indescriptible,
y todo se acrecienta aún más cuando veo a mi familia con una sonrisa de oreja a
oreja. Ya no había cansancio, dolor, ni nada parecido. Todo era alegría y
orgullo. Bueno, no, todo no. Me faltaban dos personas, dos amigos. Laura y
Carlos. Carlos y Laura. Por su culpa (bendita culpa) estoy metido en esto. No
faltaron momentos durante la carrera de acordarme de vosotros, y ojalá algún
día podamos disfrutar de una jornada de este tipo juntos. No sé dónde ni
cuándo, pero estoy seguro de que lo haremos.
No me enrollo más. Solo daros las gracias a tod@s por el buen recibimiento y la excelente
acogida. Espero que esto solo sea el comienzo de muchos momentos divertidos
juntos, que para eso corremos, para divertirnos, lo de marcar tiempazos se lo
dejamos a los que viven de ello. Ah, casi se me olvida…
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