¡Y llegó el temporal! Después de meses sin apenas lluvia, el fin de semana del 7 de abril
empezó con lluvia, viento, frío y hasta nieve…
El sábado 6 amanece muy frío, lluvioso y ventoso en Vigo, pese a ello, las ganas de carrera no
disminuyen y en los alrededores del museo Verbum en la playa de Samil el ambiente es de día
grande, allí recojo el dorsal y la bolsa del corredor y me hago la foto de rigor, a la salida… ¡casi
despego!
Avanza el día, y el cielo decide recordarnos que es azul, pero solo a ratitos; por la noche en el
Facebook de la carrera nos indican que la previsión es de temperatura baja, cielo muy nublado
y lluvia muy finita a partir de las 12, condiciones idóneas para la carrera y con esto me voy a la
cama, aunque entre el nerviosismo pre-carrera y el granizo golpeando la ventana apenas
consigo dormir.
Es por fin domingo 7 de abril, y son las 8:15 de la mañana, a esa hora yo me estoy
desperezando mientras los 1270 participantes de la maratón extraordinaria que la
organización ha decidido organizar para conmemorar el XX aniversario están tomando la
salida, leyendo la prensa ha sido tal la acogida y las buenas opiniones de los corredores, que
igual deja de ser extraordinaria por irrepetible a ser extraordinaria por fabulosa durante más
ediciones.
Desayuno, me pongo el caparazón, y cojo un taxi que, amenizando el trayecto con una
conversación sobre la carrera primero y sobre lo grande que es Iago Aspas después, me lleva a
la salida donde ya hay un buen número de corredores, hago unas cuantas fotos de recuerdo y
allí descubro que ¡tenemos un monumento al club en Samil! (o eso quise pensar).
Después toca calentar hasta las 10:50, momento en que me acerco a la línea de salida para
aplaudir con todas mis fuerzas a los participantes con diversidad funcional, sus miradas de
ilusión se me contagian y se me pone un nudo en la garganta.
Y así, casi sin darme cuenta ya estoy en el cajón de salida, escuchando las palabras de Abel
Caballero, “Benvido á mellor media maratón do mundo, ni Nueva York, ni Londres, ni Tokio, la
Vig-Bay”, y será verdad o no… pero esta carrera engancha, por el mar, por el paisaje, por el
terreno, por las subidas, por los ánimos, por las gaitas y porque te hace sufrir para alcanzar tus
retos.
¡3, 2 ,1, disparo! Salimos los 4270 participantes de la Vig-Bay, primero al tran-tran y unos
metros más adelante ya a tope, cada uno a su ritmo y en la megafonía… Abel Caballero, que
casi nos da ánimos uno a uno, cuando estamos llegando al primer kilómetro aún se le escucha,
yo creo que no paró hasta que el último de los corredores llegó a Bayona.
Me sitúo unos metros por detrás del globo de 1:40, las sensaciones no son buenas y hasta el
km. 6 tenemos terreno de subida, y con viento, poco, pero de cara, durante la subida voy
adelantando corredores, pero perdiendo al globo, centrémonos en llegar Diego, mira a la
derecha y disfruta de las vistas como si no existiera la torre de Toralla. Durante la subida
adelanto a un par de corredores de “Tortujas Atletismo” a los que no me puedo resistir a
animar con un “Vamos Tortugas, p’arriba” y así les presento a su prima Tortuga de León.
Al terminar la subida voy recuperando poco a poco y cogiendo ritmos para, paso a paso
recortar distancia con el globo y así en el 10k, lo alcanzo y mientras mi mente me dice que
aguante detrás para ir protegido del viento me doy cuenta que mis piernas van por libre y ya
estoy por delante del grupo llegando así hasta Playa América desde donde mirando a la
derecha ya se ve el Castillo de Bayona, pero mirando al frente vemos la última subida de la
carrera, el Monte Lourido, zona preciosa, que discurre por una vía peatonal entre eucaliptos
con vistas al mar y donde nos espera el kilómetro 16, también conocido como el kilómetro
gaiteiro por el grupo que allí nos anima a todos y cada uno de los corredores.
Y llegamos a los dos kilómetros más aburridos de las Vig-Bay, que discurren entre casas por las
afueras de Bayona, y si a ello le sumamos el cansancio acumulado se hacen largos, muy muy
muy largos, pero paso a paso van pasando cuando una voz a mi espalda grita “VAMOS
TORTUGA, da recuerdos a Aitor y a Moni” resulta que es Mariano (he descubierto su cara por
Facebook, porque no tenía ni fuerzas para girar la cabeza) el subidón me da el empujoncito
necesario para llegar al km.20, sólo queda la calle Elduayen, la calle principal de Bayona, que
discurre al lado del puerto y nos va a dejar al pie mismo del Castillo, hoy Parador de Turismo,
donde está el arco de meta. Mi tiempo allí, y aunque no me importaba mucho, 1:39:42, tres
minutos menos que el año pasado… WOW
Recojo mi bolsa de avituallamiento donde también está mi medalla foto de recuerdo y de
camino a la ducha me dicen, “esa Tortuga de León, ¿nos vemos el año que viene?”, era la
prima Tortuja de Tomiño y mi respuesta no podía ser otra… POR SUPUESTO, EL AÑO QUE
VIENE NOS VEMOS
Como premio autoconcedido, un arroz con vieiras y carabineros con vistas a las Cíes, pero de
esto no os enseño fotos porque os animo a que la veamos en vivo unas cuantas Tortugas
juntas en 2020 después de disfrutar de la XXI Vig-Bay.
Pros
Club de running, trail running, duatlón, triatlón, ciclismo, natación en aguas abiertas y todo lo relacionado con el deporte, desde la amistad y el buen rollo, porque aunque llegues el último en una prueba, siempre tendrás por detrás a los que no se atrevieron a correrla.
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