22 de febrero de 2015. Fecha señalada
en el calendario del mundo del running, pues llega a su fin la edición IV de la liga de Cross de Interval, con su
prueba más divertida, el Cross de Quintana.
Remontémonos a Noviembre de 2014
cuando se inicia la liga, este año me iba a quedar con las ganas de participar
pues hacía cosa menos de un mes venía al mundo la pequeña Graciela. En la
anterior edición pude disfrutar todas la pruebas de la liga y disfrute muchísimo,
nunca había corrido fuera del asfalto y este tipo de pruebas cortitas (no por
ellos menos duras) en diversos parajes y respirando “verde” me conquistaron. Al mes de dar a luz comienzo mis primeros
rodajes, disfrutando de cada zancada y escuchando mi cuerpo. Miro el calendario
de las pruebas y me planteo mi primer objetivo tras parto: intentar disputar la
última prueba de la liga. Y allí que me planto a las 11:00 de la mañana con mis
Tortugas en Quintana Raneros (14 corredores más tres corredores que no disputaron
la prueba por lesión mas familia, niños, bebes, novias y amigos…..wooou! sin
duda la familia tortuguil es mucho más que un equipo de running, gracias a
todos por los ánimos!).
Recojo mi dorsal y una culebrilla
empieza a nadar en mi estómago, los nervios me invaden. Me he apuntado a la
carrera más larga de la liga, todavía no corro con buenas sensaciones y para
colmo tengo un catarro elegante que me quema los pulmones a cada bocanada de
aire. Pero ya de perdidos…..al río! Mejor dicho, al reguero! Me sitúo al final
de la marabunta de corredores junto con el que iba a ser mi compañero de viaje,
mi Juveta preferido, Victor. Quién me iba decir que ese niño al que enseñamos a
coger un balón de balonmano con 14 años iba a convertirse en uno de mis “chicos”
de confianza, al que no le cabe el
corazón en el pecho aunque de vez en cuando se gane algún periodicazo jaja! 11:30 y
pistoletazo de salida. Cierro los ojos, respiro hondo y me digo a mi misma “go
tortuga go! Sólo tienes que terminar”.
Tres vueltas a un recorrido, que
desde mi humilde opinión, me resulta más sencillo que el del año anterior ya
que había menos barro y el famoso Reguero llevaba menos agua. El año pasado me cubría por la cintura y este
año por el tobillo cosa que agradecí enormemente.
Rodamos despacio, muy despacio…al trote cochinero diría yo. Intento
ir un poco más rápido ya que mis piernas si respondían pero mi respiración no
acompañaba, cada inhalación era como si respirara fuego y me atacaba la tos. Pues
nada Laura, ahora te das cuenta que pese a tu cabezonería, igual te tenias que
haber quedado en casa curándote y no haciendo el indio por el monte, pero,
demasiado tarde para dar marcha atrás, el reto había comenzado y si o si lo iba
a terminar. Cada zancada me sentía más
lenta, más pesada y para colmo de males me ataca ese dolor que me lleva tiempo
dando guerra en la zona de la cadera. Pero
mi Juveta no me dejaba de animar y cada vez que pasaba por delante de mi gente,
sus ánimos me daban aliento para continuar.
Comenzamos la última vuelta,
todas las tortugas ya han llegado a meta y nos están esperando, esto es un
equipo y lo demás son tonterías. Último paso del reguero, la gente nos jalea! Me
siento como una gran atleta gracias a todos los ánimos recibidos, visualizo el hinchable
de la meta y comienzo a emocionarme de verdad. Llego al final y casi sin
respiración me fundo en un abrazo con mi marido y me echo a llorar. Por el
esfuerzo realizado, por la satisfacción de haberlo terminado, por la emoción
del momento y porque las hormonas de mi cuerpo siguen completamente
descontroladas tras el embarazo jaja! He conseguido mi mejor clasificación en
una carrera……segunda! Pero por la cola….no me importa, porque detrás de mí han quedado los que nunca se atrevieron a
intentarlo. Una frase que leí hoy en el
Facebook de nuestra tortuga Vero que me encantó y que, con su permiso, la hago
mía para seguir mejorando:
“El que abandona nunca gana, el
que gana nunca abandona…..siempre adelante!”
Fdo. Laura.
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