Esta es mi crónica de la gran Transvaldeónica en la cual disfruté y también sufrí como nunca.
Llevaba ya bastantes meses atrás pensando en la locura en la que me acababa de meter, ya que nunca he corrido una carrera con tanto desnivel, pero me hacía muchísima ilusión porque desde hacía años (antes incluso de empezar a correr trails de montaña), llegó a mis oídos esa carrera dura y bonita por los Picos de Europa, así que en cuanto abrieron inscripciones, me tiré a la piscina, sin tan siquiera mirar ni distancia ni desnivel ni nada... Más tarde ya me enteré que la carrera consistía en 28 kilómetros con un desnivel acumulado de 4200 metros… ahí nada.
¿Nervios? ¿Pero quién dice eso? jajajajaja Santi, Ana, Mónica y yo salimos el viernes para dormir en Cordiñanes. La cabeza la tengo centrada en el trail, me resulta difícil pensar en cualquier otra cosa pero al mismo tiempo tengo mogollón de ganas de que llegue el sábado y comenzar la aventura. De camino a Picos de Europa hacemos las pertinentes paradas de turno… un heladito, recolección de frutos del bosque, puesta del sol en un mirador… y ahí nos encontramos a nuestro compi Tortuga Alfredo con su familia. Momento de una pequeña charla y a disfrutar del paisaje uffffff. En breve llegaríamos al hotel y disfrutaríamos de una rica cena. Para terminar de pasar la noche y dejar la tensión de lado, decidimos jugar una partida al cinquillo (que por cierto me volvieron a hacer trampas y perdí… no puede ser, esto se está convirtiendo en algo habitual, jajajaja).
Suena el despertador bien prontito y después de no haber podido dormir en toda la noche, toca prepararse para la ocasión: camiseta, zapas y mis mallas nuevas (que muy discretas por cierto no son, jajajaja, esta vez no me dieron mucha suerte, pero estoy seguro que en otra ocasión me darán mucha satisfacción :-P ). Bajamos a desayunar y cerramos los últimos detalles. Ya en Posada de Valdeón nos acercamos a por la bolsa de corredor y el dorsal. ¡Cómo mola ver ya el ambiente! Y también llegan más nervios. Saludamos a Julio (organizador de la carrera), al gran speaker Gobitu y a otr@s much@s amig@s de otras carreras. Cambiamos impresiones, pero al final siempre queda la misma palabra, ¡¡Suerte y a disfrutar!! Quedan minutos para dar la salida. Nos hacemos las fotos de rigor y ya en el recinto de salida, nos conjuramos con unas frases y nuestro tradicional grito de TORTUGAS!! La gente nos mira y nosotros nos sentimos tan orgullosos, jajajaja, somos increíbles. Cuenta atrás 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, y a la batallaaaaa, en mi caso salgo atrás y dejo a las gacelas que vayan en primera línea, jajaja. Poco a poco vamos saliendo del pueblo y empieza la primera subida. Siento ansias, pero me controlo y cojo mi ritmo. Me encuentro muy bien pero de pronto me veo taponado. Se va abriendo hueco y nos vamos alejando de la gente de adelante (fallo mío, la próxima saldré más a la cabeza del pelotón). Al cabo de un rato consigo pasar el tapón y hacer la bajada hacia Cordiñanes a mi ritmo (para mi mente es la primera etapa superada en la carrera). Ya en el pueblo veo que en 5 kilómetros hemos tardado 50 minutos… diez minutos más y me quedo fuera de control, uffffff...En la subida veo una fuente, aparto los bastones, bebo y me mojo las piernas para ir más fresco. Me pasan Vero y Estrella, eso sí, no sin darme unas voces de ánimo. Me pongo en marcha de nuevo y de repente me doy cuenta que me he dejado los bastones en la fuente jooooooo!! pues a bajar otra vez y a cogerles. ¡Madre qué despiste! Si es que Dios solo me dio ojos bonitos, jajajajaja, Primera sorpresa al ver a nuestra tortuga Ana haciéndonos fotos y animando, oleeeeeeeee. La saludo y continuo por la cuesta y cuando estoy llegando a la entrada de la Canal de Asotín veo a Mónica dando voces a diestro y siniestro, jajajaja ¡Cómo le gusta a la gente esos ánimos! nos damos un beso y se sorprende de verme venir antes que mis compis, pero vería después que venían comiéndome los talones, jajajaja bueno, todos menos Alfredo que iba como un toro muchísimo más adelante. Empieza la gran subida hasta Collado Jermoso y poco a poco me encuentro de maravilla y fuerte. Cojo a varios corredores, les paso y enseguida se junta el grupo Tortuguil, con lo cual ahora estamos Santi, Trape y yo, que hacemos casi toda la subida juntos y también acompañados de Vero. Se nos hace un poco largo pero tenemos unas vistas de impresión así que de vez en cuando vamos haciendo fotos y disfrutando del paisaje. Nos encontramos una trepada, así que guardamos los bastones para poder agarrarnos mejor. En esto vemos un pequeño rastro de agua, así que Trape y yo nos echamos a beber y a refrescarnos un poco, y eso que sabemos que ya nos quedaba poco para llegar al refugio, pero es que hace mucho calor. Echamos una ojeada por el sonido de cencerros y divisamos cerca el tejado de Collado Jermoso, oleeeeeee ¡qué gozada! Desde que salimos hemos tardado 2:45 en llegar.
Nos hacemos las fotos de rigor, disfrutamos del entorno y un mensajito de que estamos todos bien. Bebemos y comemos un poco ya que todavía quedaba mucha carrera pero todos dicen que la subida era lo peor, así que ahora a dosificar y llegar. Salimos hacia las Colladinas que sería el punto más alto. Yo me voy encontrando cada vez mejor ya que el sol se ha metido. Veo que me voy despegando de mis compis y me noto que estoy, como dirían ellos, como un Titan, jajajaja, gracias chicos. Voy pasando a más corredores y eso es muy buena sensación para mí. Cojo también a Pablo (un candidato a tortuga) y vamos juntos mucho tiempo por las vegas de Liordes. Bajo un poco el ritmo para afrontar la dura bajada por la canal de Remoña y al llegar a la canal bajamos despacio pero con buen paso… y es aquí donde, sin esperarlo, comenzó mi odisea. Según Pablo que venía detrás mío pegado, me tropecé yo mismo con tan mala fortuna que caí sobre una piedra afilada, dando tres vueltas de campanas y mogollón de golpes hasta que paré. Ya sentado en el suelo me miré la rodilla y OHHHHHH!! Un corte profundo, sangre a borbotones y fibras blancas por fuera del corte. Vamos, que todo hacía presagiar que me había seccionado el tendón rotuliano. Grité como creo que nunca lo he hecho por el dolor y por el pensamiento de tener que volver a estar en muletas y sin poder andar durante años. Me quería morir, perder el conocimiento y despertar de aquel sueño, pero no, no era un sueño, era real y dolía. La pierna no la podía mover, y eso era mala cosa, pero allí tenía a mi compi Pablo que me socorrió en primera instancia, me intentó calmar y apretar la herida con su banda de cabeza. ¡¡MUCHAS GRACIAS PABLO!! La cosa no pintaba bien: mucho dolor y mucha sangre. Un chaval llamado Roberto Oviedo y su amiga que estaban pasando el día por Picos y ajenos completamente a la carrera fueron los que hicieron la llamada de socorro al 112 y se quedó en todo momento conmigo. ¡¡MIL GRACIAS ROBERTO!!
Todos los corredores que iban pasando por allí me daban ánimos y se ofrecían para lo que necesitáramos en ese momento, así que también daros las GRACIAS como no y por supuesto al poco rato llegaron mis compis Tortugas Santi, Trape y Diego que me animaron y dieron aliento, me taparon con sus mantas térmicas y se quedaron en todo momento acompañándome y vigilando que estuviera bien hasta que llegaron los organizadores de la carrera. ¡¡GRACIAS a tutiplén a mis grandes compis!! Ya los voluntarios se hicieron cargo de la situación, y tengo que decir por cierto, que unos profesionales de categoría, chapó por ellos. Sólo me sé los nombres de Cubillas y Sergio Besoy, pero desde aquí daros un millón de GRACIAS a todos, por vuestro trato, por vuestros ánimos y saber hacer. Me entablillaron la pierna con mis bastones y con cinta para que no la moviera. Me llevaron a la silla de la reina a una zona donde pudiera aterrizar el helicóptero (y eso que yo peso lo mío… ¡menudo esfuerzo que hicieron! Uffffff). Todo fueron ánimos y buenas palabras para que yo me sintiera bien, pero mi cabeza no podía creérselo. Al rato empezamos a oír el ruido del helicóptero. Nos pusimos a hacer señales para que nos vieran. Dieron una vuelta y bajó el primer componente del equipo de rescate, que también sería el que me hiciera la primera cura. Otra vuelta de helicóptero y bajó el segundo rescatador con material. Y en otra vuelta bajaron una maleta y el triángulo con el que me subirían en la grúa ya que el helicóptero no podía posarse ni estar mucho tiempo parado por las turbulencias.
Unas cuantas preguntas de cómo fue la caída y preparación para poder izarme con la grúa al helicóptero. ¡Menuda experiencia! Y aún con el viaje en helicóptero, no la disfruté nada. Llegó el momento de izarme por los aires hasta el helicóptero y en la pierna una férula para tenerla inmovilizada en el transporte y así no moverla nada. Me van subiendo y voy viendo a todos los que han estado conmigo cuidándome cada vez más pequeños y es entonces cuando me doy cuenta que estoy muyyyyyyyyyyyy alto colgado de un cable, sólo y con una pierna fastidiada. Casi cuando llego arriba el helicóptero se pone en movimiento y vamos volando yo sigo fuera cual jamón curándose, jajajajaja. Ahora me río pero en ese momento la cosa daba mucho yuyu!!
El caso es que un rato después, cuando el helicóptero se pudo estacionar un poco, el equipo de salvamento me metió dentro del habitáculo, y con la pierna por fuera me dijo que lo sentían pero no era muy seguro estar arriba haciendo maniobras y por eso no me habían metido antes. Creo que no conseguí disfrutar del viaje y más sabiendo que abajo estaba esperando Mónica con un disgusto del 12 sin saber ciertamente lo que tenía ya que a ella le llegaron noticias de que si un golpe de calor, que si fractura abierta, etc. etc. Llegamos volando, y nunca mejor dicho, a Santa Marina de Valdeón donde estaba la ambulancia que me llevaría al hospital de León.
El camino se me hizo eterno y con muchos dolores. Al llegar entramos directamente: placas exploración, curas, preguntas etc. Etc. Lo mejor de todo esto, mis amigos que me vinieron a ver, Lucía, David, Ana, Santi y las mil llamadas de tod@s preocupándose por mí, ¡¡Millones de GRACIAS chic@s!!
Después de bastante tiempo vino el médico y viendo entre los dos el corte, me da la buena noticia: NO TIENES DAÑADO EL TENDÓN ROTULIANO, SOLO ES UN FEO Y PROFUNDO CORTE. Mi mente se relaja y vuelvo a ser yo. ¡Qué alivio! La cosa no es tan grave como todos pensábamos, así que al final solo quedó en 16 puntos de sutura que seguro que recupero pronto y bien, unos cuantos arañazos, unas pocas contusiones, una horrible experiencia y un viaje en helicóptero que no disfruté nada. Me queda la espina de no poder terminar la carrera y eso me encontraba de maravilla, jooooo, así que el año que viene volveré a la Transvaldeonica.
Para terminar quiero volver a dar las gracias tod@s los que se interesaron por mí en las redes sociales, por teléfono, en persona y en especial a los que estuvieron conmigo en todo momento: antes, durante y después del accidente, para vosotr@s:
¡¡GRACIAS!!
Odisea de lo que pudo haber sido y que gracias a Dios, solo quedó en un susto.
Aitor
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